39. En picada

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"Hay dos maneras seguras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable."

–Francisco Cambó






—¿Estás bien Dulzura?

—Si, solo necesito dormir

Apenas y logro pronunciar antes de quedarse dormido en su hombro nuevamente. Eso sería normal en una noche de películas si tan solo no fuera la tercer siesta del día. Sin contar con la maldita palidez casi enfermiza que mostraba Steve

Natasha volteó a verlos para comprobar que todo estaba en orden, pero solo observó como el menor volvía a dormitar. Con un suspiro se levantó con dirección a la joven pareja. Comprobó la temperatura de Steve con la mano y aguanto fruncir el seño

—Esta bien ¿Verdad?

—Solo necesita descansar

—¿Porque siento que me están ocultando algo?

—No pasa nada Tony— Barnes le habló desde su asiento, sin siquiera mirarlo

Estaba a punto de replicar cuando un mareo le impidió siquiera hablar, el maldito estrés lo estaba matando. No solo la investigación del intento de secuestro y la reconstrucción de su casa, también estaba la empresa, las constantes protestas y ahora Steve se sumaba a su lista de preocupaciones

Estaba seguro que no era normal lo que estaba ocurriendo. Pero, los mayores no parecían preocuparse. Y eso que ellos le tomaban fotografías a los carros que se detenían frente al edificio y cronometraban al cartero

Si ellos actuaban normal, no debía preocuparse ¿O si?. Porque sentía que se estaba perdiendo de algo




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Se despertó cuando sintió como Steve se deslizaba de su cama. Si, dormían juntos desde hace algunas semanas atrás. Bajo la amenaza de que cualquier ruido extraño dormiría en el pasillo, por parte de Barnes

Al ver que caminaba hacia el sanitario volvió a cerrar los ojos. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado cuando un siseó lleno de dolor rompió el silencio de la madrugada

Abriendo con dificultad los ojos miro el reloj, era demasiado temprano para cualquier cosa. Hasta para alguien madrugador como Steve

Lleno de curiosidad se levantó cuidando de no emitir ningún ruido, hasta aproximarse lo suficiente a la puerta. Afino lo más que pudo su audición, buscando cualquier sonido que indicara que solo estaba exagerando pero la puerta entreabierta le mostró un paño manchado de sangre

Abrió la puerta sin ningún reparo, preocupado por el bienestar del rubio, pero al entrar se quedó congelado en el umbral de la misma. Aterrado de lo que sus ojos eran testigos

Pudo observar los frascos con líquido blanquecino, que a juzgar por la consistencia sabía de donde había salido. Pero lo que en verdad captaba su atención era la aguja en el brazo de Steve la cual estaba conectada a una bolsa que poco a poco se llenaba con su sangre

Al levantar la mirada observó el rostro pálido de Steve, observándolo alarmado

—Tony

—¿Qué estás haciendo?

Vientres sin Cuna - StonyWhere stories live. Discover now