Capítulo 8

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Natalia 


—Buah Natalia, no me creo que me hayas traído...

—Te pensabas que no iba a acceder, ¿verdad? —sonreí al ver a mi hermana tan ilusionada.

—¡Pues claro! Es que si mamá se entera que yo estoy aquí no sé quién te mataría primero, si ella o Santi que se ha quedado del hotel.

—Bah, mañana cuando le lleve churros para desayunar se le olvida —dije quitándole importancia.

—Muchas gracias Nat —me abrazó—. Estoy tan orgullosa de ti... Si es que por algo siempre has sido mi hermana favorita.

- Tú también —le guiñé un ojo—, pero no se lo digas a San que sabes que se enfada.

Por muy loco que pareciera sí, había dejado venir a mi hermana de catorce años a la fiesta que teníamos después del último concierto. La razón simplemente era que yo no iba a quedarme mucho rato porque mañana teníamos el viaje de vuelta muy pronto y, como ella es más fan de Operación Triunfo que nadie y los de la edición anterior también iban a estar, sabía que le haría mucha ilusión acompañarme. Santi se quedó en el hotel porque no es tan fácil de manejar como mi hermana pequeña y me traería problemas decirle que nos vamos ya.

El concierto había sido una pasada, esta vez sí que lo había disfrutado. Mentalmente no estaba tan decaída y agotada como ayer y ya tenía mejor ánimo. De hecho, llegué a emocionarme al acabar la canción cuando fui consciente de lo que acababa de vivir, estaba pletórica. Todo mejoró cuando al bajar del escenario comenzamos un abrazo grupal que acabó con Alba aferrada a mi cintura. ¿Qué podía superar eso?

Mi relación con ella volvió a ser cordial, ahora podíamos hablar y no huía de mí como antes. Sin embargo, aunque la pelota estaba en mi tejado porque no podíamos avanzar debido a mi situación, internamente sentía que el control lo tenía ella. No quería agobiarla o ponerla en alguna situación comprometida, me había pedido tiempo para pensar y no se lo podía negar, pero debo admitir que si por mí fuera me pasaría todo el tiempo con ella, abrazándola y mimándola, como siempre habíamos hecho. Por eso, cuando se quedó aferrada a mí después de la actuación me quedé tan sorprendida y fue ella quien tuvo que separarse de mí, ya que yo no me hubiera alejado nunca.

Bajo las luces de neón la vi bailando entre María y África formando una fila de tres, perreando y haciendo twerking como unas auténticas divas, una imagen que era imposible que no te hiciera sonreír. Pude divisar que toda la gente que estaba a su alrededor no apartaba la vista de ellas, en especial la de algunos que dirigían la mirada al pequeño furby. La verdad es que no me extrañaba, ver a Alba bailando tan cerca de ti era una de las mejores cosas que te podían pasar en la vida.

—Puedes irte a bailar con ellas si quieres eh —me dijo mi hermana al darse cuenta de lo que estaba mirando.

—No me apetece bailar, estoy cansada.

—Pues cariño, díselo a la baba que acabas de dejar.

—No sé de qué me estás hablando...

—Yaaaa claaaaaro, soy yo, que veo alucinaciones. —Puso una cara digna de cualquier meme y me reí, no podíamos ser tan iguales.

—¿Quieres otra coca cola? —le ofrecí queriendo desviar el tema.

—No, si me bebo otra voy a estar sin ir al baño siglos. —Siguió mirándome con los ojos entrecerrados—. ¡Venga Natalia! —gritó y pegué un bote del susto—. Que soy tu hermana.

—Mi hermana pequeña que tiene catorce años y no debería de estar aquí —recalqué—, ¿acaso lo has olvidado?

—Mira, tendré catorce años y todo lo que tú quieres, pero eso no me impide ver las cosas, que tengo ojos en la cara y te conozco más que tú a mí.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora