Capítulo 1

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  No estás solo. Estoy a tu lado. Mi alma está siempre contigo.

  Las lágrimas caían sobre la hoja manchada con su propia sangre. Estaba demasiado agotado como para hablar y pedir ayuda. Ni siquiera sabía si en realidad quería pedir ayuda, sólo se limitó a mirar el cielo pintado en el techo, un cielo que nunca podría alcanzar. Se dejó caer sobre la mesa de la biblioteca, mientras sentía la sangre que se escurría desde su interior bajar por su abdomen, mojando su ropa y el suelo bajo sus pies.

  Eiji, si tu alma está conmigo, entonces no necesito nada más.

 Tal vez era mejor así. La vida lo había golpeado todas las veces que tuvo oportunidad, y ya había tenido suficiente. Resignado, pero tranquilo, cerró los ojos.

Escuchaba tan lejanos los gritos de la bibliotecaria pidiendo ayuda, y las exclamaciones de la gente alrededor ante tan terrible escena. Apenas podía sentir su cuerpo, no pudo darse cuenta de cómo era colocado cuidadosamente en una camilla por los paramédicos. Todo a su alrededor era oscuridad,  pero esa oscuridad que solía darle tanto miedo, ahora le daba una hermosa sensación de paz. ¿No era justamente eso lo que necesitaba? ¿No era eso lo que había anhelado por tanto tiempo?

  Ahora ya no sentía nada. Sólo podía ver la oscuridad a su alrededor y esa extraña paz que le abrazaba el alma.

  Entonces...este es el final?

  Ash se dio cuenta que estaba equivocado cuando una punzada de dolor en su costado derecho lo volvió a la realidad. Los sonidos eran cada vez más audibles. Podía escuchar como las ruedas de la camilla giraban a toda velocidad, los rápidos pasos de los médicos y enfermeros, y sus gritos pidiendo permiso para pasar.

  -Lo recuperamos! Se está estabilizando.

  -Bien, ya llegamos al quirófano.

  Eso fue lo ultimó que Ash pudo escuchar, hasta volver a desvanecerse.

.

   No supo cuanto tiempo pasó después de eso, pero se dio cuenta de que estaba en otro lugar. Al parecer había escapado de la muerte, una vez más. Le dolía todo el cuerpo, y se sentía demasiado débil como para moverse. A pesar de tener los ojos cerrados se dio cuenta de que era de día, podía sentirlo por la tibieza del sol que acariciaba su piel a través de la ventana abierta. Entonces se percató de una sensación cálida sobre su mano, totalmente distinta. Abrió los ojos con pesadez y vio la mano de Eiji sobre la suya. Se encontraba durmiendo en una incómoda posición en una silla de ruedas al costado de la cama. Se podían notar a kilómetros las ojeras por la falta de sueño. ¿Cuánto tiempo habrá estado ahi esparando a que despertara? ¿Acaso había volado a Japón y regresado a New York sólo por él? El solo pensarlo hacía que una extraña sensación estrujara su corazón, sentirse importante para alguien era hermoso. 

Entrelazó sus dedos con los de Eiji, queriendo sentirlo más cerca. Eso provocó que el pelinegro se despertara, al principio confundido por no reconocer el lugar donde había despertado, hasta que giró la cabeza y vió los ojos más hermosos que conocía. Esos ojos que tantas veces había visto llenos de odio, llenos de tristeza, llenos de culpa. Y tantas veces llenos de amor, para él, sólo para él. 

-Eiji...-dijo Ash con un hilo de voz. Sentía la garganta seca y le costaba un poco respirar.

-Ash!- el aludido se levantó de la silla visiblemente adolorido, pero no dudo en abalanzarse sobre el rubio para abrazarlo, mientras las lágrimas caian indiscriminadamente, mojando las mejillas del menor. 

-Agh..Eiji, cuidado- dijo el rubio con una mueca de dolor.

-Ah! Lo siento! Es que...estaba tan preocupado...casi te pierdo, una vez más.

  Se separó despacio y se sentó en la cama, tomando la mano de Ash entre las suyas.

- Cuánto tiempo estuve así?

-Tres días. La puñalada no dañó ningún órgano, pero perdiste mucha sangre. Tuvieron que hacerte una transfusión.

-Y tu? Deberías estar en Izumo recuperándote. -la voz de Ash sonó a reproche, pero por su mente sólo estaba la idea de que Eiji estaba ahí, aun en contra de su voluntad, a su lado, como lo había prometido.

-Estaba por comprar los boletos para el tren, pero recibí una llamada de Sing, que me contó lo que sucedió. No podía quedarme en Japón sabiendo que...podías morir. 

Aún con los reproches de sus padres, Eiji había decidido tomar el primer vuelo que lo llevara devuelta a New York. Acompañado por Ibe, se pasó las largas horas de vuelo únicamente rezando por Ash, con su corazón rompiéndose en mil pedazos cada vez que pensaba en cómo la vida se le escapaba a su alma gemela. Apenas el avión aterrizó fue desesperado hasta el hospital, y a pesar de la insistencia de todos, decidió quedarse junto a Ash hasta que despetara.

  Ash no le respondió, sólo miró a la ventana. No quería que Eiji se diera cuenta de que, a pesar de todo, lo hacía enormemente feliz que el pelinegro estuviera a su lado, y no al otro lado del mundo. No quería que viera a través de sus ojos, porque sabía perfectamente que podría ver la debilidad en él. Pero en el fondo de esa felicidad había dolor. Mucho dolor.

Eiji no debió volver. 

Debió regresar a Japón, ponerse bien, y olvidarse de todo ese asunto del Banana Fish, las pandillas callejeras y de él, sobretodo de él. Por mucho que le doliera, la única forma de mantener a Eiji a salvo era alejándose de él. Le había dado tantas cosas, pero ¿que había logrado él? Poner su vida en riesgo innumerables veces.

-Ash...que sucede?- Eiji vio como una silenciosa lágrima recorría la mejilla del rubio. -Ash...- delicadamente tocó su mejilla para limpiarla, pero Ash corrió la cara. Lo miró fijamente, con sus hermosos ojos verdes llenos de dolor ante lo que iba a decirle.

-Regresa a Japón, Eiji.

-Pero...

-Nunca debiste venir aquí.

Ambos sintieron su corazón romperse. Ash no quiso decir eso, en verdad no quiso. Cerró los ojos, no quería encontrarse con el rostro de Eiji, pero podía escuchar sus sollozos ¿ qúe haría Eiji ahora? Tal vez lo mejor era que lo odiara.

Pero nada lo preparó para la reacción del pelinegro. Ash sintió la palma de Eiji estamparse contra su mejilla.

-ERES UN IDIOTA, DEJA DE MENTIR!

Y al segundo siguiente sintió su cuerpo ser aprisionado con un fuerte abrazo.

Poco le importó a Eiji el dolor de pararse bruscamente y abalanzarse sobre Ash, no sin antes demostrarle lo enojado que estaba con él por despreciarlo de esa forma. Nunca le había pegado una cachetada a nadie. Sintió los temblorosos brazos de Ash aferrarse a su espalda, sus lágrimas mojando su camisa, su respiración entrecortada. Sintió sus propias lágrimas caer. Ash no estaba diciendo la verdad, se negaba a creer en sus palabras.

-Ash...es que aún no lo entiendes? Volví hasta aquí por ti, a pesar de todo, porque necesitaba verte y saber que estabas bien. No me pidas que me aleje de nuevo.

El pelinegro se movió hacia un costado sin soltar a Ash, apoyándose en el respaldo de la cama. Se quedaron un buen rato en esa posición, sin querer soltarse. Ash no pensó que las cosas iban a ser tan difíciles ¿de verdad era capaz de dejar ir a Eiji? Todo lo que quería era que el pelinegro fuera feliz lejos de ese infierno, pero ahora una de sus manos acariciaba sus hebras doradas mientras que la otra descansaba sobre su espalda. Y no deseaba estar en ningún otro lugar que sus brazos, odiaba admitirlo incluso en sus pensamientos.

Porque todo lo que quería era proteger a Eiji, pero su corazón le decía que tenía que estar a su lado.

Lo necesitaba.

.

Hola a todos! Este es el primer fic que escribo, nunca me había animado porque jamás me consideré buena en estas cosas, pero el final de Banana Fish me afectó tanto que sentí la necesidad de hacer esto. Creo que Ash se merece un final feliz junto a Eiji, asi que voy a intentar sacar algo lindo de esto. Tómenlo como un desahogo personal, que quiero compartir para el que tenga ganas de ver un final que no incite al suicidio. 

Ojalá lo disfruten y nos leemos la próxima!

Imagen: @sour_nya en twitter.

Por Siempre, AshWhere stories live. Discover now