Capítulo 3

610 65 7
                                    


Después del escándalo en el hospital, los enfermeros prácticamente arrastraron a Ash a su habitación, pero él estaba tan contento que no se resistió. Se dejó llevar, feliz, sabiendo que Eiji lo visitaría cada día sin falta, tal como le había prometido antes de despedirse. Y así fue. La semana que Ash tuvo que pasar en el hospital se pasó en un abrir y cerrar de ojos, gracias a la compañía del japonés.

Por fin fuera del hospital, tenía ciertos asuntos que arreglar. Había podido recibir atención médica en un hospital bajo los nombres que había inventado, para él y para Max, para comprar un departamento tiempo atrás. Pero salir del país era más compicado que eso. Afortunadamente, George, el abogado de Max, podía resolver esa situación, aunque eso significaba quedarse en New York una semana más. Al final, el rubio lo agradeció, porque tuvo el tiempo suficiente para recuperarse mejor y despedirse de la ciudad que, para bien o para mal, había sido su hogar. 

La última noche antes del vuelo, la pandilla de Ash organizó junto a la de Sing una fiesta de despedida. Comieron, bebieron mucho alcohol y disfrutaron al máximo las últimas horas con quien había sido además su jefe, un gran amigo, y con el joven japonés con el que también habían entablado una bella amistad. En un momento, Ash llamó la atención de su pandilla, y se acercó a Alex con su arma en la mano, y se la extendió.

-Ash? pero que...-Alex no sabía que decir, había sido tomado por sorpresa.

-Es tuya. -dijo mientras ponía el arma en las manos del otro. -Ahora que ya no voy a estar aquí, se necesita un nuevo líder. Cuida de tus chicos, Boss.

Todos se levantaron a felicitar al nuevo jefe, pero este último seguía algo desconcertado. 

- Ash...volverás?- preguntó.

-No lo sé...

-Si en algún momento vuelves, te estaremos esperando con los brazos abiertos. Siempre serás parte de esta familia.

-Gracias, los...los extrañaré.-dijo el rubio sonriendo, al tiempo que se abrazaban, palmeándose las espaldas. Bones y Kong se unieron al abrazo, y Eiji capturó el momento con su cámara. Ash nunca lo diría en voz alta, pero en ese momento tuvo ganas de llorar.

.

A la mañana siguiente, ninguno podía creer que después de tanto tiempo y de tantos boletos de avión sin usar, ese día que hasta hace poco tiempo parecía irreal había llegado al fin.

-Ash, maldición ¡despierta ya!

Era quizá la vez número 20 que Eiji intentaba despertar a su amigo, sin éxito. La noche anterior, después de la fiesta, Ash había guardado sus pocas pertenencias en una pequeña maleta y se había ido a descansar al hotel donde Ibe y Eiji se hospedaban. Ibe se estaba empezando a desesperar, el vuelo saldría en 4 horas y ni siquiera habían desayunado. El rubio murmuró algo parecido a un "déjame en paz", y escondió su rostro en la almohada, como si eso creara un campo de fuerza que evitara que el japonés lo siguiera molestando. Obviamente no fue así, y Ash terminó con el agua del florero derramada sobre su espalda.

-La próxima levántate más temprano.-dijo Eiji conteniendo la risa ante la mirada asesina del otro.

Desayunaron con algo de prisa y salieron a la puerta del hotel, donde Max y Jessica los estaban esperando para llevarlos al aeropuerto. 

Llegaron un poco temprano, por lo que tuvieron tiempo para despedirse apropiadamente. Mientras Jessica charlaba animadamente con ibe mientras abrazaba a Eiji como si de un niño se tratara, Ash y Max terminaban de arreglar los detalles de un asunto importante. Habían acordado usar el dinero de Dino y sus propiedades en algo que valiera la pena. Por eso, dedicieron destinar gran parte a una organización que luche contra el abuso infantil y ayude a sacar a los niños de las calles, de la que el castaño iba a empezar a formar parte. La mansión sería usada como refugio temporal para las víctimas de las redes de trata como las que la Mafia Corsa dirigía, y sería remodelada en función de eso. Muy a su pesar, Ash se quedó con una pequeña parte del dinero que, aunque odiaba admitirlo, sabía que iba a necesitar hasta tener una vida más estable en Japón.

Por Siempre, AshWhere stories live. Discover now