02: 𝑳𝒖𝒏𝒂 𝑴𝒆𝒏𝒈𝒖𝒂𝒏𝒕𝒆.

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Mientras el chico joven de tez pálida se ahogaba en whisky sin ser consiente de el dinero que debería pagar luego, un chico un poco más moreno y más alto que Stiles estaba caminando por las calles de Beacon Hills con una rabia intensa dentro de su ser.

Otra luna llena en la que el azabache mitad lobo canalizaba su fuerte sentimiento rabioso para que la luna llena no sea un problema para él. Para eso necesita un ancla que ayude a su lado humano ser persevero, alguien o algo que sepa que tiene una fuerte conexión con él. Algo que lo mantenga estable en los momentos que el odio reina su ser y es incapaz de pensar razones lógicas. Algo que lo haga sonreír cuando toda esperanza se pierde. Algo que limpie sus lágrimas, siempre.

Pronto Derek fue capaz de limpiar sus lágrimas silenciosas que caían de sus mejillas, aunque le doliera, no podía ser visto llorando por nadie. Las razones son poco conocidas y parece no tener, pero en Beacon Hills se rumorea que luego del incendio, las lágrimas de un Hale las ve cada muerte de obispo.

Al quitarse las lágrimas y recobrar su sentido común, pudo oír (con su avanzada audición de lobo) que Stiles estaba en un bar, pero no supo que hacer, ya que lo escuchaba ebrio. No se vió con más opción que quitarlo de allí, y ayudarlo a regresar a su casa para que nada malo sucediera. Aunque suene loco, el castaño es un chico fácil de meterse en problemas si lo desea.

Cruzó la vereda y las primeras gotas empezaron a caer, más no le importó, porque entró rápidamente y vió a Stiles lastimado.

Como se dijo antes, puede meterse fácilmente en problemas.

—Qué idiota—murmuró entre dientes el azabache, viéndolo descansar en todas las sillas destrozadas del bar—. Lo siento, este es mi amigo, no sabe comportarse si toma muchas copas—aseguró Hale, mirando a el bartender, quién le hacía señas de no tener problema alguno.

—Está bien por mi, pero váyanse ambos si no quieren que ahora venga un guardia y saque a tu amigo a patadas—aconsejó, y el azabache agradeció con varias medias sonrisas.

Tomó la cadera de un Stiles ebrio, y puso su brazo detrás de su cuello, para cargarlo como una bolsa de papa, y aunque el chico de tez pálida le daba unos golpes en la espalda, acompañando de caprichosos gritos ahogantes, a Derek parecía no importarle, ya que lo estaba llevando a un rincón de la calle en la noche lluviosa.

—Stiles, ¿qué hacías allí ebrio y golpeado?—preguntó Derek, dejando a el castaño en el suelo.

—Deberías preguntarle a Lydia—contestó el humano, para reírse y luego echarse a llorar.

—Okey, está bien—bufó la criatura, arrepintiéndose al instante de la decisión que tomó—. Ahora, te voy a llevar a tu casa, y hablaré con tu padre, ¿está bien?

—¡No!—gritó desaforado, asustando a Derek—, ¡No a mi casa, por favor!—el azabache frunció el ceño, confundido—. Mi papá me matará, no quiero, por favor, vayamos a tu lobby.

—¿Mi lobby?—se reía sarcástico el morocho.

Derek pensó que Stiles estaba bromeando, pero al ver la cara empapada de perro triste de el castaño, resopló aire frío varias veces convenciéndose de que el mejor amigo de Scott es un pequeño niño.

El azabache se detuvo a ver como las gotas de el techo caían en toda la cara de el castaño, como algunas otras gotas se formaban en sus largas pestañas, como sus mejillas estaban de un color rosado debido al drástico cambio de temperatura y como su pálido rostro estaba rosa, sus labios largos estaban en un color carmesí. Y su jopo castaño estaban hechos unos bellos y largos rulos que caían en su frente.

La nariz respingosa de Stiles media roja despertaron hasta los nervios más hundidos de Derek, quién se estaba viendo en una situación incómoda por darse cuenta que todo este tiempo estuvo mirándolo.

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