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"Me levanté el día está *feo*, el cielo es gris, no encuentro en mi cuarto a la señora inspiración, la casa está sola. Ya estaba listo, así que salí a tomar el bus. En la calle la gente caminaba de manera muy singular. Solo sus piernas se movían y el resto del cuerpo congelado, como estatuas andantes ,sin expresión, sin vida.

Espere en la estación el bus, me senté allí y se hizo claro que estaba solo, no había ni siquiera brisa que empujara las hojas. A mis espaldas, estaba el parque pequeño, esta vez solo era tierra seca. Sentía un hilo frío en la espalda, que subía y bajaba, dándome desconfianza, ansiedad y temor.

Llegó el bus y me subí apenas me abrieron, salió un hombre con una bolsa en la mano llorando desesperado. Inmediatamente bajo el hombre y se cerraron las puertas del bus y se apagó la luz del mismo. visualice mi entorno y las sillas estaban todas ocupadas por personas rígidas, habían tablas en las ventanas en vez de cristal. Cosa que era inquietante.

A Través de la puerta vi el único realmente humano, el señor que estaba llorando, quién se sentó en la silla de la estación donde yo me había sentado y tras de él llegó el tipo vestido de negro y que no tiene rostro. El maldito de las pesadillas.

Saca su puñal y en la espalda, daña numerosas veces al hombre. Nadie en el bus reacciono, solo se prendió el bus y arrancó nuevamente; no pude finalizar de ver la escena.

Un camino extenso, yo y las estatuas humanas. bajé de ese bus y llegué a la escuela; entré al aula, todo estaba muy deteriorado y tétrico. Vi en las ventanas rejas, barrotes, se cerró la puerta con fuerza rápidamente.

Por las ventanas se veía la lluvia, que causaba inundaciones.
El maestro estaba pegado a la pared dándome la espalda, se encendieron las luces blancas y con ello se dio la vuelta el maestro, como era de esperar, nuevamente el tipo. Fue avanzando por las filas de la mitad y daba puñetazos, codazos, tomaba del cabello a mis compañeros, para después estrellarlos contra los pupitres, veía en ellos las magulladuras y la sangre. Uno por uno, los lastimaba y botaba algunos al suelo con patadas o empujones. Ni una queja escuché, ni un movimiento. Todos eran autómatas. Se acercaba a mi lentamente al tiempo que agredía a los muchachos. Corrí a la puerta y esta no abría, de la puerta promino un rostro, no podía discernir si era de un hombre o una mujer, era como el de una estatua griega, que parecía estar observando al frente.

Acabó la última fila y se me hizo en las espaldas, sentía el horror, se formaron bolas en su rostro de negro y relieves que variaban y se movían cada vez más agresivamente; desapareció el rostro de la puerta, como hundiéndose en ella; entonces me tomó del cabello el tipo para después golpearme contra la puerta, una otra y otra vez.

Mis golpes no tenían efecto, por otro lado los suyos me mareaban y me hacían perder fuerzas.

En ese momento mis compañeros se levantaron del suelo y se dirigieron a mí.

De tantos golpes que me dió contra la puerta, el último que recibí fue una patada en las costillas, que padecí considerablemente, pero me permitió romper la puerta con mi cuerpo y escapar. Por todas las puertas del largo pasillo se dirigía gente a mí, por las ventanas. No había luz y corría por el pasillos golpeando a quien podía, haciéndome el espacio. Al final de pasillo estaba la puerta de las escaleras, corrí a ella, escapando del alcance de todos esos estudiantes que me seguían. Estaba apunto de llegar, apenas puse mi mano en la perilla, apareció nuevamente el rostro. Habían dos puertas más a ambos lados, mire a la pared de la izquierda y en esa puerta otra vez el rostro; en la puerta de la derecha también; mire atrás y no había pasillo, una pared y una puerta en medio. Estaba en lo que parecía un ascensor, rodeado de puertas y todas con esa cara. No podía pasar por ninguna. Al rato de estar pensando en qué hacer. Desapareció el rostro en una puerta, la cual sin dudarlo, me avalance para abrirla.

El GringoWhere stories live. Discover now