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Es que si alguien le decía que estaba soñando, Bonnie se echaría a llorar ahí mismo porque la decepción la llevaría al desconsuelo. Marcus había aceptado intentarlo y eso sólo significaba una cosa: ella le interesaba físicamente y la atracción era algo que ni siquiera él podía controlar. Cuando aceptó su propuesta, su cuerpo vibró de pura felicidad al saber que aún existía un pequeño atisbo de esperanza entre los dos.

Aún podía existir un nosotros entre ellos.

Se cubrió la boca con ambas manos para no gritar de la emoción, no se le apetecía despertar a toda su casa a horas tan altas de la noche. Todos le habían interrogado respecto a la conversación que tuvo con Marcus una vez que este se hubiera ido; sin embargo, como buena chica evitó revelar los detalles y se limitó a decir que él había perdonado su comportamiento tan impropio dándole la oportunidad de recuperar su amistad.

Gracias a Dios, Marcus se había olvidado de la noche que ingresó a su casa por la ventana, porque no le había tocado el tema ni por si acaso y la había tratado con normalidad, una clara prueba de que las cosas seguían como antes y entre sus recuerdos no estaba ella encadenada y amordazada en su despacho.

Mañana se presentaría en su casa nuevamente y estaba ansiosa por verlo otra vez. Hace mucho que no había hablado así con él y se sentía fascinada por haber conseguido tal avance, por un momento llegó a creer que nunca podría recuperar su amistad.

Si no hubiera sido por la pequeña ayuda que Janette le brindó con aquellas hojas sueltas de un, seguramente, interesante libro, Bonnie seguiría viviendo en la ignorancia sin poder comprender un poco de lo que Marcus esperaba de ella en el lecho matrimonial. Si bien en primera instancia le había parecido terriblemente difícil dar el primer paso; ahora se sentía segura de sí misma y requería de mayor información.

Sin embargo...

Estás loca, mi padre me descubrirá si traigo más páginas de sus libros. Fueron las palabras de Janette cuando le pidió que trajera unas cuantas páginas más de aquel libro con el fin de que pudiera estudiarlas para su próximo encuentro carnal con el conde. Era una lástima que su adquisición no fuera tan sencilla, pues le gustaría tener el suyo al alcance.

Aunque, si era sincera, pensaba iniciar una incursión en la biblioteca de su padre, algo le decía que quizás, tanto él como su hermano, disfrutaban de aquella lectura que desgraciadamente estaba vetada para las señoritas como ella.

Resignada se metió bajo sus sábanas, esperando impacientada que las horas pasaran. Había esperado ese momento por años y ahora que por fin nada parecía ser tan fuerte como para separarlos —pues él tenía el título y ella ya le había pedido perdón—, la posibilidad de una boda era cada vez mayor.

Tardó más de dos horas en conciliar el sueño y cuando lo consiguió, soñó con aquellas cadenas que dominaban su cuerpo llevándola a ofertar una redición destinada sólo para él. La rudeza de sus toques, de sus besos sobre sus pechos y de sus palabras roncamente susurradas la hicieron suspirar entre sueños.

Su noche terminó siendo más placentera de lo que había planeado.

Observándose por última vez en el espejo de cuerpo completo, Bonnie sonrió satisfecha ante su gloriosa imagen. Llevaba puesto su vestido mañanero más lindo, uno color rosa de escote en forma de corazón que le permitía tener los hombros expuestos para los ojos curiosos que desearan ver un poco más de su piel.

Marcus lo amaría.

Para cuando ingresó al comedor, su felicidad sólo irradió con más fuerza cegando a los presentes y agradeció a Marcus por retirar una silla para que pudiera sentarse. Efectivamente desde ese día comería con ellos, y eso era algo grandioso, era una lástima que Janette no hubiera llegado aún, puesto que le hubiera gustado pedirle unos consejos, pero estaba segura que podría controlar cualquier situación.

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⏰ Last updated: Jun 23, 2022 ⏰

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Los secretos del conde ©Where stories live. Discover now