70. Deriva

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Hay un sentimiento en la vida en la que nada nos ata al suelo y tampoco nos hace soñar con tocar el cielo ni con la punta de los dedos, solo se está en un punto medio sin rumbo, sin ninguna corriente dirigiéndonos; completamente a la deriva.

—¿En qué estabas pensando cuando hiciste lo de allá? —preguntó Lauren de pie frente a Normani, señalando la pista de baile—. ¿Qué te pasaba por la mente cuando lo besaste? Es que no sé si a ti se te olvidó todo lo que te hizo pasar antes y es que eso no es lo peor Normani, ¿que no estabas con Ally? Ella estaba mirando.

—¡Lo sé Lauren, lo sé! —exclamó Normani con el nudo en la garganta-. No tienes que ser tan dura.

Lauren la miró y se dio cuenta de que las palabras de Normani no habían sido a la defensiva. Parecía todo lo contrario, las pronunciaba con dolor.

—No te entiendo —pronunció en voz baja acercándose unos pasos más—. No logro entender por qué lo hiciste, Normani.

—Es que justo ahora no necesito que me entiendas—respondió apretando los labios para contener un sollozo —. Sino que no busques entenderme y puedas quedarte a hacerme compañía. Es lo único que te pido.

Normani vio como Lauren bajaba los hombros, señal de que dejó de estar tensa, y estiró su mano para acercarse y sin más la abrazó. Existían ciertos momentos en los que buscar explicaciones y además pedirlas resultaba completamente absurdo. Ese era uno de esos momentos.

Lauren pudo sentir cómo Normani quería ser protegida y se dio cuenta cuan dura había sido antes en busca de una explicación, sus palabras y su tono de voz, además de su mirada, no fue de mucha ayuda. Era cierto que había actuado mal, que se había empeñado también en que las cosas se hicieran de una forma, pero eso no quería decir que le había resultado fácil. No le habían dejado mucha opción.

Todo eso Normani lo sabía. Conocía incluso las cosas que Ally prefirió callarse para no lastimarla de vuelta, las palabras que se ahorró para no actuar como víctima de su impulso y del momento porque ella pensaba en lo que hacía y sobre todo sabía qué es lo que pensaban los demás de ella. Estaba al tanto y no era fácil de ignorar viendo cómo la miraban. Sabía lo que pensaban de ella y cuanto la detestaban en ese momento, pero ninguno sabía lo que era estar en ese lugar.

Resultaba fácil hablar de lo que uno habría hecho estando en su posición, pero no era así. Ella ya lo había tenido todo complicado desde antes de darse cuenta, tenía un padre que no la apoyaba en lo que quería, había renunciado a sus sueños por él mismo y no podían culparla por querer proteger de alguna manera lo único que le hacía tan feliz. Cada persona tenía un mundo de posibilidades que no resultaban iguales a los demás.

Incluso Normani sabía que eso no la justificaba, pero tampoco quería ser juzgada antes de tiempo. Ella no había sido victimaria, resultaba también ser víctima.

—¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó Lauren acariciando la espalda de su mejor amiga, quien a pesar de no estar llorando trataba de controlarse—. ¿Quieres que te acompañe a algún sitio?

—Debo ir a casa, tú escuchaste a mi padre; quiere irse porque tiene que hablar conmigo—respondió apartándose y viendo a los ojos de su amiga, quien pareció entender.

—¿Le dijiste sobre tú y Ally? —cuestionó sorprendida.

—Yo no se lo dije—respondió.

Lauren se quedó parada en el mismo sitio que Normani la dejó mientras la veía marcharse. Las palabras de su mejor amiga no tenían por qué ser mentira. Le habían quitado el derecho de buscar un momento que sea más adecuado, entendía un poco de porqué había tanta tensión. Le habían quitado algo que le correspondía y le pertenecía solo a ella.

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