Mas Allá de Cuatro Paredes

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Muchos dicen que el dolor y el sufrimiento, después de un tiempo, desaparecen pero están muy equivocados. En el mundo hay tres tipos de personas, la primera es aquella que a pesar de todo lo malo que vivió, sigue adelante. Luego están aquellos que utilizan su dolor para continuar, naciendo en ellos el deseo de venganza para aquellos que le causaron ese dolor. Mientras que para algunos el recuerdo es rememorar las cosas bellas que experimentaron, para otros es revivir su peor pesadilla.

Yo pertenezco al segundo tipo de personas y la venganza es mi sol de cada día. Mi nombre es Victoria y mi pasado es una nube oscura que no logro despejar por lo cual les contaré desde donde recuerdo para que comprenda el por qué estoy en estos momentos vagando en un pueblo del cual jamás supe nada hasta ahora.

Recuerdo el año 1923, nunca supe que día fue cuando llegue a estos parajes pero antes de comenzar a contar que pasó ese año, debo retroceder mucho más.

Lamentablemente no podré darles la fecha en que todo comenzó ya que apenas tenía nueve años, pero describiré todo lo que pueda. Sé que era de noche cuando inicio, según se mis padres eran unas personas muy trabajadoras y ese día en particular no estaban en casa. Me había quedado con una señora que velaba por mi seguridad.

El tiempo era frío en esos días ya que el invierno había llegado, siempre me gusto esa época. Recuerdo que luego de unos minutos de hallarme acostada, unos golpes se escucharon en el piso de abajo y después todo quedó en silencio por lo que supuse que la señora había atendido. También me da pena decir que no recuerdo como se llamaba esa persona pero siempre me había tratado de maravillas.

Nunca voy a olvidar el grito que escuché en el piso de abajo, el cual me causo tanto terror que salí de inmediato de mi cama para esconderme en el armario. Muchos se asombraran de mi elección pero tenía miedo de los monstruos que pudieran haber debajo de ella por ello siempre me dirigía al armario donde la ropa era mi protección o eso creía.

Después de ese sonido, que de la única forma de identificarlo era por el dolor, comencé a oír otros sonidos. Era como si estuvieran buscando algo, varias cosas se rompían cada tanto pero luego otros sonidos llenaron el lugar. Unos pasos firmes se podían escuchar subiendo las escaleras, por ningún motivo me moví de allí a pesar de que estaba muy segura de que me encontrarían y así fue.

Al instante en que abrieron el armario, dos personas con el rostro tapado se quedaron unos minutos contemplándome. En ese tiempo la curiosidad me vencía por lo cual en esta ocasión fue igual, muy despacio me levanté. El miedo que había sentido, se había ido cuando me di cuenta que eran seres humanos como yo. En ese momento creí que eran mis padres por lo que rápidamente me abracé a alguno de los dos.

- Debes descansar, pequeña - su voz me tranquilizó instantáneamente y mis ojos comenzaron a cerrarse; después del percance, no recuerdo que paso luego, me sentía tan liviana como una pluma. Esa sensación jamás la olvidé ya que ahora daría lo que fuera por volver a sentirla.

No sé cuánto tiempo paso hasta que volví a abrir los ojos. Me hallaba en un cuarto, recostada en la cama, no paraba de observar por todos lados, tenia noción de que ese no era mi lugar pero, igualmente, me sentía tranquila ya que podía ver que había varios de mis juguetes allí.

Después de ese día, mi vida se basó únicamente en permanecer encerrada en ese cuarto. Siendo pequeña no podía entender por qué debía mantenerme allí, recuerdo que cada tanto me enojaba con mi tutora. Pero al ir creciendo supe que ella no tenía nada que ver, su trabajo era simple. Educarme lo mejor posible pero, por desgracia a mis secuestradores, ello provocó que sacara mis propias conclusiones. Como dije antes, era pequeña y tenía todo lo que necesitaba porque habría de quejarme.

Huyendo del Pasado.Where stories live. Discover now