D I E Z

452 59 6
                                    


Los párpados me pesaban y el cuerpo me dolía. Apenas podía moverme y me costaba recordar cómo había llegado hasta ahí.


Al abrir los ojos, me encontré tumbada bajo un automóvil que irradiaba calor sobre mi cuerpo.
El motor estaba apagado, todo estaba en silencio y obscuro. ¿Dónde estaba?


Bajo mi cuerpo, sentí la tierra húmeda y me removí dificultosamente para salir de ese lugar.
Conforme los segundos pasaban mis oídos se agudizaban lentamente y escuchaba el sonido amortiguado de una canción rock que sonaba por dentro de ese vehículo, el cual parecía ser lo único que me acompañaba en ese lugar.


Mire de un lado a otro, no había señales de vida en toda la redonda. Estaba en medio de la nada. A lo lejos vi una autopista obscura, donde ocasionalmente transitaba algún vehículo a toda velocidad y luego desaparecía en la noche.

Intenté con todas mis fuerzas recordar cómo había llegado hasta ahí, pero no podía hacerlo.
Mire de vuelta al auto aparcado ahí, entre la tierra, la maleza y la noche.
Las luces frontales estaban apagadas, las ventanas cerradas, pero por dentro la música repicaba tan fuerte que cualquiera juraría que había una fiesta adentro, o tal vez algo más macabro.
Respire jadeante, pasando las manos por mi cuerpo y mi cabello. Intentaba deshacerme de la tierra en mi cuerpo y comenzaba a sentir frío.


Me acerqué al auto, paso a paso al verlo moverse. En verdad parecía como si mil personas estuvieran bailando por dentro, pero al acercarme a las ventanas pude escuchar los extraños quejidos que acompañaban a la canción rock.
Miré asustada por la ventanilla del asiento posterior y lo que encontré ahí, me escandalizo por completo.


Era Ruth Martin, semidesnuda y sudomizada por el sujeto que la agarraba del cuello con una mano y la golpeaba en el rostro con la otra mientras la violaba, moviéndose rudamente sobre su cuerpo mientras ella pataleaba y emitía aterradores jadeos.


-¡No!- grité sin poder creer lo que veía y golpeé la ventana con ambas manos, pero al hacer esto todo se convirtió en polvo y de pronto un sinfín de alaridos me rodeaban.


-Esta respirando, está abriendo los ojos- decían mientras me colocaban en una camilla y me subían a una ambulancia cuyas luces me cegaban.
Intentaba moverme, intentaba llorar escandalosamente a causa del dolor que sentía por cada rincón de mi cuerpo, pero apenas podía emitir pequeños sollozos y todo se movía tan rápido que no podía ver nada. Tan solo un montón de cuerpos sin rostros que iban y venían y hablaban entre sí ansiosamente. Pero entre esas voces, creí escuchar una que llamaba a mi nombre e intentaba buscarlo al tiempo en que su mano tomaba muy suavemente la mía.


-Aquí estoy- me dijo con dulzura y reconocí ese toque frío con esos dedos que se afianzaban a los míos.


-Jungkook- susurré sin poder verlo con claridad pero podía escucharlo.


-Esta bien, mejor no hables- me dijo y yo luchaba con todas mis fuerzas para quedarme despierta, no quería dormirme porque temía tener la misma pesadilla de antes, pero cuando escuchaba la voz de ese chico, recordaba lo ocurrido. El accidente en la motocicleta y la forma en que rodé bajo un vehículo en movimiento.


¿Cómo rayos seguía con vida?

Respiré hondo, no quería seguir pensando en todo eso porque me helaba la piel y me daba la sensación de que estaba muriendo.
Mantuve los ojos cerrados pero fui consciente de muchas de las cosas que ocurrían a mi alrededor. Cuando la mano de Jungkook soltó la mía, experimente un extraño vacío.
¿A dónde se había ido? No quería decirlo en voz alta pero quería sentirlo.
Después, la calma llegó. Creí escuchar la voz de mi madre pero ella no me hablaba a mí y cuando abrí los ojos, no estaba ahí.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora