V E I N T I D O S

404 50 4
                                    

Las clases habían sido suspendidas debido a la nieve y las vacaciones navideñas se adelantaron una semana para nosotros. Sin embargo, era inesperadamente desolador no poder ver a Jungkook, así que hablábamos por teléfono gran parte del día.

-Necesito verte o me voy a volver loco- bromeó a través de la línea, enamorándome con sus payasadas y cursilerías. Yo también quería verlo e igual sentía que estaba enloqueciéndome por eso. Era increíble.

-Ven a verme- le pedí con la esperanza de que aceptara, pero en lugar de eso, decidió modificar los planes.

-Los primos de Dave están en la ciudad, seguro querrás conocerlos, son mayores pero son muy divertidos- explicó- uno de ellos rento una casa aquí en la ciudad, si quieres puedes venir conmigo, habrá pizza, películas, alcohol... sexo- agregó por último y reí, aún sin estar del todo segura si aquello fue una broma o no. Jungkook resopló dulcemente, haciéndome pensar por un momento que quizá si era una broma.

-De acuerdo, tan solo dame un minuto para avisarle a mi mamá- le dije, y sabía que más allá de "avisar", debía rogar para que me dieran el permiso.

Últimamente mis padres parecían interesados por saber más acerca de Jungkook, pues todo el tiempo lo veían pasar por la casa, al traerme del colegio y al hacer la tarea conmigo. También sabían que a mí me gustaba, en ningún momento trate de ocultarlo, aunque tampoco iba gritándolo a los cuatro vientos.

-¿Por qué no lo invitas aquí a la casa para comer? Me gustaría conocerlo mejor- sugirió mamá y yo bufé.

-Lo haré mamá, pero no hoy. Jungkook ya tiene planes con un amigo y me está invitando, por favor- alargué la última palabra, haciendo un berrinche ahí en medio de la habitación de mis padres y papá rió.

-Déjala que vaya- dijo y yo no esperé a que mamá respondiera nada, aquello me pareció una autorización y de inmediato corrí de vuelta a mi recámara, escuchando la voz de mi madre al fondo.

-Pero te quiero de vuelta a las seis Lexi, no quiero que andes mucho tiempo en la calle, recuerda que es peligroso- me sermoneó y yo acepté, avisándole de inmediato a Jungkook que pasara por mí.

-Estaré ahí en veinte minutos, mi amor- dijo y al cortar la llamada, sentí un cosquilleo de inquietud.
No estaba segura si aquello se debía a la forma en que me había denominado como "amor", o si acaso era porque tan solo tenía veinte minutos para quitarme la pijama y ponerme algo apropiado.

Algo llamativo, algo que obtuviera su atención y lo sedujera. ¡Cielos! ¿En qué momento comencé a pensar en todo eso? Había pasado del desinterés al deseo y ahora estaba deseando seducir a Jeon Jungkook. ¿Quién lo diría? Ciertamente, eso era una prueba de que el mundo puede dar muchas vueltas y también era una prueba de lo fácil que le fue cautivarme.

Para cuando su automóvil apareció entre las calles blanquecinas, ya terminaba de maquillarme, con un poco de rubor, rímel y labial rosa pastel.
Utilizaba unos jeans, unas botas de felpa y un abrigo de pelaje blanco y me trence a prisa el cabello.
Estaba acalorada, pese a las bajas temperaturas invernales que luego me ruborizaron más cuando cruce el jardín casi corriendo hasta el automóvil donde un atractivo castaño con chaqueta rockera me esperaba sonriente.

-Ven aquí, divina criatura- ronroneó al tenerme dentro de su auto y tras envolverme aprensivamente entre sus brazos, me besó en los labios, arrancándome una ridícula risotada.

-No aquí, estoy segura de que mis padres nos miran por las ventanas- analicé la casa, esperando poder verlos, fisgando entre las cortinas, pero la ventisca no me dejaba apreciar con claridad el panorama.
Eso me advirtió que sería un largo camino tedioso hasta la casa del primo de Dave Ford.

PredestinadosWhere stories live. Discover now