CapituLo 39

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POV justin

Abrí los ojos ligeramente para volverlos a cerrar minutos más tarde, debido a

la luz que me cegaba. Giré mi cabeza, haciendo que sin querer mi nariz frotara

la mejilla de la chica que tenía durmiendo plácidamente junto a mí. Sonreí al

recordar la noche anterior y abrí los ojos para mirarla. Tenía los labios

entreabiertos, provocándome. Los besé cortadamente esperando que

despertara, pero no hubo respuesta alguna por parte de ella. Tiene un sueño

profundo, pensé. Me quedé un rato mirándola y preguntándome al mismo

tiempo porque me sentía tan bien. Simplemente esto me superaba, porque

era la primera vez que me enamoraba, y aún sentía que se me escaparía de

las manos en cualquier momento. La había hecho mía, pero no lo era. Y yo,

quería asegurarme de alguna manera de que ella permanecería a mi lado.

¿Pero como? Esa era la parte complicada de la historia, como hacer que la

chica no se vaya. 

Suspiré sin apartar la mirada de ella, escuchando su regulada respiración y

sintiendo su piel desnuda rozar la mía. Sí seguía más tiempo con ella así, no

sabía si iba a poder esperar a que se despertara para volver a metérsela

hasta el fondo, pensé. Sí, soy una persona bastante vulgar en estos ámbitos,

volví a admitir para mi mismo.

Aún preguntándome que haría para hacerla quedarse junto a mi, me levanté y

me vestí, alejándome de mi tentación. Mi enorme y dulce tentación. Y ahí me

encontraba yo, sentado en el suelo mirándola pensativo. Intentando creer que

el te quiero que había escuchado la noche anterior era cierto. Y no eran

palabras vacías, dichas por la intensidad del momento.

Me levanté y la arropé justo antes de salir de ahí, cerrando la puerta tras mi

paso. Necesitaba pensar, y también necesitaba algo. Y aún no sabía el que.

Salí de casa, con la intención de pasear un largo rato. Siempre hacía eso

cuando necesitaba pensar, o simplemente cuando quería estar solo un rato.

Caminé sin rumbo, intentando mantener la mente en blanco, pero no podía. Me

sentía demasiado bien, demasiado raro. Tanto, que iba sonriendo por la calle

con cara de bobo. Ella era tan maravillosa. Y me gustaba tanto que me

nublaba. La quería, mucho, e incluso podía decir que... ¿la amaba? pero no

se lo diría. Porque, a pesar de ser un chico abierto en los sentidos del amor,

debía aceptar que tenía miedo a que me hiciera daño.

Me senté en un banco del parque en el que había entrado, y me quedé

mirando a la gente pasar mientras el frio de Londres me picaba en la cara.

Era temprano, aproximadamente las siete y media de la mañana. Y yo, como

era normal, estaba incrédulo por mi mismo, el haberme despertado tan temprano no era algo normal en mi. Es más, era algo totalmente anormal.

Los Trillizos BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora