CHAPTER 3

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La tan esperada alba se presentó ante los mobians. El despertar fue acogedor para unos‚ un fastidio para otros‚ y algunos aún permanecían con el sueño pesado cuales osos hibernando. Pero sería un día más y con diversas posibilidades de terminarlo como se lo imagine el individuo... O quizás no como se lo espere.

El sonar de la puerta hizo que se detuviera por un momento antes de tomar sus prendas y vestirse.

—Amy‚ ¿estás despierta? —se oyó la voz del azulado llamándola desde el otro lado de la puerta.

—Sí‚ Sonic‚ me estoy alistando. En un momento saldré. —escuchó él como respuesta‚ a lo que respondió un “de acuerdo” antes de retirarse del pasillo con un chillidog en la palma de su mano.

Minutos más tarde‚ la de orbes oliva hizo acto de presencia en la sala de reuniones‚ llevándose la grata sorpresa de ver frente a ella a los integrantes del equipo‚ quienes tampoco se habían enterado de la presencia de Amy. Sonic les había pedido a todos con anticipación que se reunieran‚ sin recibir quejas ni reclamos de parte de ellos. El cobalto no solía dar explicaciones para sus jornadas.

Hubo abrazos‚ preguntas y reconciliaciones dentro de la sala: se habían acercado a saludar a la ex-compañera y decirle lo mucho que la habían añorado‚ además de sentirse apenados por el mal comportamiento que llevaron poco antes de la desaparición de su amiga debido a su torpeza y poca agilidad. Sonic les había dado a entender las delicadas condiciones en las que pasaba‚ llevándolos a disculparse con ella‚ no sabiendo si volverían a verla en otra ocasión.

Casi todos estaban presentes. Casi todos debido a la ausencia de uno por preferir estar solo en el bosque y sentado en la copa de un árbol. Para todos era de esperarse el comportamiento del susodicho integrante‚ a excepción de Amelia‚ que apenas llegó a conocerlo.

Amy parecía llevarse bien con la nueva recluta‚ Rouge. Pese a tan solo haberse conocido hace unas cuántas horas‚ parecían amigas de toda la vida. La conversación entre ambas emanaba un ambiente muy ameno: minuto tras minuto de tantas anécdotas y consejos‚ dándose la confianza entre ellas para cualquier inquietud y apoyarse mutuamente.

A los pocos minutos de ver la retirada de la albina‚ Amelia pensó que era momento de también dirigirse a casa‚ por lo que dispuso a irse del establecimiento‚ no sin antes despedirse de todos los presentes y tomar su bolso‚ un abrigo rojo junto con una bufanda negra‚ siendo estas dos prendas unos obsequios de parte del erizo al mando.

Vio a lo lejos el reloj digital apegado a la pared. Cinco de la tarde.

Apenas pasó el umbral de la base‚ el golpe de frío le caló hasta los huesos. Se abrazó a sí misma‚ tiritando mientras –a paso normal– se perdía entre los arboles cubiertos de blanco.

Los inevitables crujidos en la nieve se oían mientras caminaba con suma calma‚ sintiendo cómo sus pies se hundían en la blancura con cada pisada que daba. Se cubrió más la boca con su bufanda ante el helado viento que amenazaba con provocarle otro ataque de asma. Juraba no soportar más el frío‚ tiritaba más conforme avanzaba‚ y la nieve en el viento le nublaba la vista. Pero no podía regresar‚ por más que quisiera; se encontraba muy lejos de la base. No había marcha atrás.

—Si continúas pese al mal tiempo‚ vas a terminar congelada.

Se detuvo y miró a su lado al avistar una silueta a una determinada distancia a ella‚ apoyada en el tronco de un árbol‚ estando de perfil y cabizbaja. Al instante reconoció al centinela de vetas rojas‚ de brazos cruzados y con los ojos cerrados. Se veía calmado y parecía soportar el frío como si nada.

Amy se acercó titubeante al erizo de vetas rojas y se puso frente a él. Al sentir su presencia cerca‚ inmediatamente sus ojos se abrieron a la par‚ pero su mirada luego se ablandó para tornar a un semblante serio y suspirar.

Le tendió la mano‚ esperando que ella tomara la suya. Pero ella lo mira un tanto confundida‚ no teniendo idea de qué hacer o qué decir.

—Te llevaré a tu morada‚ y sé cómo hacerlo de la manera más rápida. —manifestó él.

Amy hesitó un poco‚ pero recordó la conversación que tuvo con Sonic. «Solo sé paciente y él decidirá cuándo confiar en ti. Toma tiempo para él que se “adapte” a nuevas personas»‚ fue lo que le dijo él.

—Gracias... —dijo quedamente‚ poco antes de haber tomado su mano y sucesivamente sentir una extraña brisa alrededor de ellos.

Ya no se encontraban en medio de la zona forestal; Shadow los había trasladado desde ese lugar frío hasta lo que reconocería como la entrada de su hogar‚ protegidos por el pórtico. «¿Cómo supo en dónde vivía yo?»

—Oye... —nerviosa‚ jugaba con sus dedos.— En esta madrugada parece que hemos empezado con el pie izquierdo‚ pero... —al no saber que decir‚ desvió levemente la mirada y se apresuró— ¿Qué te parece si me presento yo? Si mal no recuerdo‚ no te he dicho mi nombre aún —señaló aún con nervios: el silencio y la mirada fija y seria del erizo no la ayudaban.— Me llamo Amy‚ mucho gusto.

—... Un placer...— fue lo único que dijo antes de alejarse de allí.

—Hey‚ espera —él se detuvo en seco‚ sin girar a verla— ¿No deseas algo de comer? No sería molestia para mí invitarte a cenar.

—Gracias‚ pero debo irme. Lamento lo ocurrido hace unas horas‚ no fue mi intención. No es propio de mí dañar a terceros.

Sin darle tiempo para responder‚ este desapareció entre una tensa y oscura miasma. Se quedó absorta por un breve lapso hasta que una ventisca llegó a sacarla del trance. No soportando más el frío‚ la de melena rosa ingresó a la sala y cerro la puerta detrás de ella; colocó sus pertenencias en un perchero y subió a su recámara con la idea de perderse en uno de esos libros de aventuras caballerescas. No le sentaba mal ese tipo de relatos.

Y concentrándose aún en el tema‚ hubo pensado en ir a la biblioteca al día siguiente‚ y averiguar acerca del espectro que‚ según los mobians‚ merodeaba por las rúas en busca de venganza.

Lancelot.

Había oído a historiadores y maestros mencionar su nombre‚ pero no recordaba sus acontecimientos históricos. Sin embargo‚ sabía de antemano que era una leyenda urbana. Actualmente se encontraban teorías y cuestiones acerca de su origen como un personaje ilustre.

Llegada la noche‚ se acostó en su cama‚ tratando de evitar la angustia u otros sentimientos negativos‚ solamente en suma serenidad ante el asunto. Mentiría si dijera que no se siente preocupada por eso.

Según le relató Sonic‚ Lancelot había dado el primer asalto‚ y precisamente con ella fue que su ira se desató. A diferencia de ella‚ al resto no atacaba‚ solo atemorizaba con su mera presencia‚ moviendo objetos u ocasionando ruidos‚ dándose a entender de que se trataba de un Poltergeist.

Cerca de ella‚ los rayos de luna reflejaron tenuemente una sombra en la pared‚ un par de manos sujetando y elevando verticalmente una espada extraña y de considerable tamaño‚ apuntando al cuerpo de la chica‚ sin ella estar consciente de aquello‚ sumergida en el mar de los sueños.

My helpless Rose (Original version)Where stories live. Discover now