Capítulo 21: Toma de contacto

4.8K 249 24
                                    



Natalia’s POV

¿Esto es en serio? No, no, no. Estas cosas sólo pasan en las películas. Mi brazo estaba rojo de tanto pellizcarlo. No me jodas destino.
Acababa de pasar delante de mí, apenas a 10 metros de dónde estaba sentada, pero ni si quiera me había mirado. ¿Me habría visto? Igual no se acuerda de quién soy. He de admitir que yo no soy tan espectacular como ella que, andando 25 metros, les rompió el cuello a tres chicos que iban caminando por allí. Además, mi apariencia no ayuda, me suelen decir que parezco una borde.

A ver, ya tengo lo que había pedido. La he vuelto a ver pero, quiero más. Quiero que se acuerde de mí. ¿Es tanto pedir?
Pues haz que se acuerde de ti. Gracias, conciencia. ¿Y qué se supone que debo hacer? Ir y decirle: hola, soy la chica que conectó miradas contigo cuando te escuchó cantar y la que te regaló un paquete de Kleenex en el metro cuando estabas llorando desconsoladamente. También ayudé a tu amiga a sacarte de la carrera cuando te caíste por volver a mirarme. Le dí un pañuelo con mi número pero, no me has escrito. Eso me ha dolido. Por cierto, tu voz es espectacular, aún no se me ha quitado de la cabeza.

- Dios santo, parezco una acosadora. – Menos mal que no tengo a nadie cerca porque mis pensamientos en voz alta no ayudarían a crear una mejor imagen de mí. Aún así, me sacan una sonrisa.

No puedo ver lo que está haciendo desde aquí. Creo que debería acercarme un poco. Ahora si que pareces una acosadora. Gracias de nuevo subconsciente.
Tengo la excusa perfecta para ponerme cerca de ella. Camino hasta un banco en el que me siento para tener una imagen nítida de Alba. Coloco la funda de mi guitarra en el suelo, echo un par de monedas en ella y me pongo a cantar. Mi objetivo no es llamar su atención si no poder observarla hasta saber que voy a hacer para entablar una conversación con ella. La gente se va acercando a escucharme cantar y, como de costumbre, acaban creando un corrillo alrededor de mi banco, tapándome la vista que tengo de mi pequeña artista rubia. Me pongo de pie mientras canto, pero no consigo ver nada. Actúo con mi último recurso. Acabo la canción y me pongo de pie sobre el banco. La gente me muestra su cara expectante pero yo no puedo fijarme en otra cosa.
Me hace mucha gracia como está de concentrada y consigue sacarme una sonrisa. Siento que esto se me está yendo de las manos, así que me bajo del banco mientras acabo otra canción. Hago un parón para beber un poco de agua y la gente aprovecha para aplaudirme. Mierda, ahora seguro que sí me ha escuchado. Anuncio que solamente voy a cantar una más y, después de reflexionar un poco, la melodía de los acordes de Don’t Ask empezaron a salir del cuerpo de mi guitarra. Me apetecía mucho cantar esa canción. Siempre suelo cantar Ventanas de Avión para terminar pero bueno, tampoco me pegaba mucho hoy.
Espera, ¡eso es! Ventanas de Avión. Esa fue la canción que estaba cantando en el metro cuando ella llegó. En aquel momento lo supe, supe como acercarme a ella. Si se acordaba de mí, debería hacerlo por esa canción. Ese momento fue muy muy mágico, por lo menos para mí. Terminé de cantar y conté el dinero que había recaudado en esos 45 minutos. Doce euros, no está nada mal, contando que dos los puse yo.
Me colgué la guitarra y cogí mi funda. Lo iba a hacer.

Alba’s POV

Dios, tengo un grave problema con el tronco de ese árbol, es la quinta vez que lo dibujo. Me quito los cascos, desesperada. Echo mi cabeza hacia atrás y me masajeo el puente de la nariz. Quizás me esté pidiendo mucho con este dibujo pero, quiero que mis profesores vean mi potencial, el mundillo del arte es demasiado duro y no quiero que mis proyectos sean del montón, así nadie se fijará en mí.
Vuelvo a coger mi lápiz dispuesta a terminar mi dibujo cuando lo escucho. Es una melodía que conozco, pero que ahora mismo no asocio a nada en especial. Intento seguir dibujando sin que nada me preocupe pero, no puedo, me resulta imposible. Una dulce voz comienza a cantar. Espera, ¿esa voz…?

Justo al centro, llegaste como un anticiclón.
Justo al centro, disparaste, yo perdí la razón.

No necesito escuchar más para que todo el momento invada mi memoria. Acababa de entrar en el metro, después de enterarme que Joan me los había puesto. Me senté con mi maleta y escuché a la chica del tabaco cantar esta canción que, después de intentar encontrarla, me decanté por decidir que seguramente la habría compuesto ella. Empecé a llorar y esta chica me ofreció sus pañuelos, los cuales tengo en casa.
Dios, no puede ser verdad.

Destino, gracias por escucharme, aunque todavía no sepa si es para bien o para mal.
Me giro y la veo, a apenas dos metros de mí, sentada en el suelo, tocando y cantando para… ¿mi? Dios, se acuerda de mí. Estoy segura de que antes me vio, no debía haber sido tan imbécil, debería haberla saludado. Siento que no puedo parar de mirarla ni un segundo y, en cierto momento, su mirada se encuentra con la mía y noto que el sentimiento es compartido. Me está cantando a mí.
Aunque fuese solo por un momento, llegué a pensar que ella también le había pedido al destino que nos volviese a juntar y que esto no estaba siendo solamente una cosa mía.
Terminó de cantar y se creó un silencio para nada incómodo. Ella lo rompió cuando ya estaba siendo demasiado largo.

- Hola de nuevo, rubita. – Su voz es igual de impresionante sin cantar y me parece haberla escuchado hace bastante poco. ¿Qué raro no? No seas paranoias Alba.

- Hola. – Siento como la sangre sube a mis mejillas sin poder evitarlo. Que vergüenza, Dios.

Más silencio. Esta vez, decido ser yo la valiente que lo rompe.

- Pensé que antes no me habías visto.

- Eso quiere decir que tú si me viste pero no me saludaste, ¿verdad? – Reche, menuda boquita tienes.

- No sabía muy bien que decirte, la verdad. – Pues como ahora. – Por cierto, ¿puedo saber tu nombre o ni siquiera eso?

- Es extraño que tengas mi número y no sepas mi nombre, ¿no crees? – Mierda, se ha confundido, yo no tengo su número. – Me llamo Natalia, encantada. – Me extiende una mano que yo estrecho de buena gana.

- Yo soy Alba. Y Natalia, no es por nada pero, yo no tengo tu número. Creo que te estás confundiendo…

- Estoy segura de que sí lo tienes y, si no es así, es porque tu amiga no quiere que lo tengas. – Estaba totalmente confundida, ¿de qué me estaba hablando? – Vale, tu cara me lo está diciendo todo. Yo soy la chica que fue al hospital y te dejó una nota en un pañuelo. Creo que ponía: Siento que te hayas caído por mi culpa. Escríbeme. – No me puedo creer que sean todas la misma persona. Esta chica me sorprende cada vez más.- ¿Te lo dio?

- Si, me lo dio.

- Y, entonces, ¿por qué no me has escrito?

- Pues… - La verdad que, no tengo muy claro porque no le escribí. - porque no sabía quien eras.

- Vaya, pensé que te acordabas de mí cuando me viste en la carrera. – Un gesto de decepción se pasó por su cara.

- No me acuerdo de haberte visto porque no recuerdo nada de cómo fue la famosa caída que me hizo abrirme la cabeza, ¿me haces un resumen? – Acompañé la pregunta de un puchero de niña pequeña que le causó bastante gracia. – Y no te olvides de contarme por qué tienes la culpa de mi caída si Marta me dijo que me había tropezado yo sola.

- Pues, tú estabas corriendo y yo estaba viendo la carrera. Te vi y me miraste, nos miramos. Y justo cuando estaba a punto de saludarte, se te enredaron los pies y te caíste al suelo. Salté la verja de seguridad y ayudé a tu amiga a sacarte de allí lo más rápido posible. – Que mona es, hasta contándome cosas que ya se capta toda mi atención. – Vosotras os fuisteis en ambulancia, yo cogí mi moto y me planté en el hospital. Estuve allí mientras te hacían pruebas pero no recuperabas la consciencia así que te escribí una nota y me fui. – Cuando estaba a punto de pedirle disculpas, volvió a hablar. - Por cierto, me manchaste de sangre una de mis sudaderas preferidas, pero te lo perdono, te caíste por mi culpa. – Dios mío, que vergüenza.

- Lo siento mucho, de verdad. Y respecto a lo de caerme por tu culpa… Soy un poco torpe, no te preocupes, enserio.

- Alba, me encantaría quedarme aquí hablando contigo pero, me tengo que ir. – El corazón se me partió en mil pedazos. Por favor, no te vayas. Quedate y cuéntame más cosas sobre ti. – Tienes mi número así que, háblame, anda. – Se levantó. Dios, que se va de verdad. – Adiós, rubita.

- Adiós Natalia. – Y se fue.

Madre mía, que acabo de conocer a la chica en la que llevo pensando un mes. Gracias, gracias y gracias, Destino.


Dios me vais a matar.

LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO. PERO MUCHÍSIMO, NO OS LO IMAGINÁIS.

Lo publiqué hace un par de días en mi muro. He estado super apurada, con millones de exámenes y miles de trabajos para entregar. Añadidle a eso que me fui de viaje a Londres con mi padre unos días y tenéis la respuesta de por qué llevo casi un mes sin subir capítulo. Se que algunos le habréis perdido el hilo a la historia pero me fliparia que la retomaseis con las mismas ganas que poneis siempre.

No os volveré a fallar de esta manera. Os estoy empezando a querer chicxs. ❤️

Y, por cierto, gracias por las 50000 lecturas. Sin vosotros no soy nadie, ya lo sabéis.

Perfect Eyes / Albalia - NatalbaWhere stories live. Discover now