Madrid

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Calor, dulce brisa y cielos despejados. Mi estado de ánimo reflejado en mi estado climático. Pero no podía estar de otra manera después de presenciar la pureza de los sentimientos compartidos en aquel beso.
Por fin se daban una oportunidad. Por fin se armaban de valor para enfrentarse a sus propias ideas.Tenía que ser así. Tenían que elegir quererse, y tenían que renunciar a lo platónico para abrir su corazón a lo real.
A lo que de verdad importa. No habría servido de nada que hubieran decidido estar juntos únicamente por una casualidad, un libro y un puñado de imaginación. Necesitaban enamorarse de las personas que eran, de estar juntos y de conocerse lentamente.
Ahora bien, hace falta tener mucho valor para renunciar a un sueño. Incluso aunque sea por amor.
Ellos no sabían que esos sueños y su realidad andaban de la mano. Y no les hacía falta saberlo. Igual que no les había hecho falta saber sus nombres, sus teléfonos, estar hablando las veinticuatro horas del día por las redes sociales ni tampoco haberse embobado con las fotos en sus perfiles.
El amor solo se puede fraguar en persona, porque requiere intimidad, cercanía y ganas.
El amor necesita crecer en el espacio físico de la realidad, no en el cibernético.
Y así, sin más ni menos, esas dos almas habían sellado sus futuros. Se habían encontrado en el laberíntico mundo real y ahora tenían que luchar juntos. De la mano.
Ahora venía lo bueno.
Y cogidos de la mano, una chica que solía llevar el pelo azul y un chico que rescató un libro del metro (o quizá el libro lo salvo a él), deciden ir paseando bajo el azul de mi cielo, unidos por su hilo azul que Destino había tejido especialmente para ellos.

Fin

BLUE.    (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora