Capitulo IV

23 2 0
                                    


Ya han pasado ocho horas desde la muerte de Thiago y su familia, ocho horas en las que mi mente me repetía una y otra vez que no me rindiera. Dos horas estuve en la tumba, una discutiendo con Harrick, otra más derrumbándome y tres durmiendo luego de haber curado tanto las heridas del rubio como las mías.

Habíamos salido hace una hora del bosque de Trizts, dirigiéndonos ahora a las afuera de Alzerlot, nuestra ciudad. Nuestro destino era la costa de Pregga, allí yacía la casa que en un momento fue de mi abuelo paterno, él no quería uno de esos lujosas casas que podía encontrar mi padre, a él le gustaba sentirse como cualquier otra persona y la vista del mar siempre lo relajaba, esa era una de las tantas cosas que amaba de mi abuelo. Tristemente nos dejó cuando cumplí los dieciséis.

Que esta zona sea casi un lugar abandonado fue lo que me hizo pensar en ella como un escondite para un secreto. Para el mundo mi padre y mi abuelo no tenían una buena relación, ¿Quién pensaría que estaría aquí?, claro, alguien inteligente que lo deduzca, vamos, las cosas se ocultan en donde menos lo esperas.

Para llegar allí son tres horas de viaje de donde estamos, ahorita estamos descansando en un puesto de comida, se nos dificulta un poco ya que estamos andando, no podía sacar a Samon, mi caballo, ya que últimamente no se está sintiendo bien, ya sé que es lo que le está pasando, y sé muy bien que era tiempo de su partida por lo que no lo fuerzo mucho, en los establos lo siguen cuidando y hacen que dure un poco más, pocos son los que saben que yo paseo por ahí.

Aparto mi mirada de la carretera que nos espera y observo a Harrick.

Este se encuentra un poco mejor, aunque los hematomas hayan oscurecido un poco, las heridas que abrí en su cara estaban cerradas muy bien y no corrían peligro de infección. Curar, era algo que aprendí a la fuerza, no todas mis cazas eran de suerte, a veces me encontraba osos, leopardos, tigres y demás, podía escapar o luchar para no morir, siempre sobrevivía como ven, pero no ilesa, cerraba herida tras herida y ya se me hacía costumbre.

Harrick bebe un poco de su té y levanta la mirada de la pequeña mesa que nos divide para luego posar sus ojos en mí. Se ve demacrado, está cansado y no puede ocultármelo. Yo quería que se quedara, podía hacer esto sola, él no estaba bien para salir pero es muy necio y termina haciendo lo que le da la gana.

- Ya no se ve tan mal. – Dice con calma, ladea un poco su cabeza y señala mi cara al ver que no entiendo a lo que se refiere.

Su mano sube y con suavidad la pasa por encima del moretón que tengo en el lado derecho de mi cara. Moretón que sufrí cuando me desmaye en la calle.

Una pequeña punzada traspasa ese lugar pero la ignoro por completo y presto atención a Harrick.

- Quisiera decirte lo mismo, pero estas del asco – Respondo yo con burla.

Harrick sonríe en respuesta.

Estas últimas horas han sido difíciles para nosotros. Caímos mucho pero como pudimos nos levantamos, el rubio en ningún momento se apartó de mí, incluso cuando iba por el botiquín quiso acompañarme. No le reclamaba acercamiento alguno, ambos nos necesitábamos y no lo iba a negar.

Yo misma me engaño diciendo que él no es nada para mí cuando la realidad es que él puede llegar a ser mí todo. Puede que ya no lo vea como algún amante o algo por el estilo, pero se convirtió en mi familia. Y entre familia nos ayudamos.

- Deberíamos seguir...

- Hasta que dices algo coherente – Murmuro para luego levantarme.

Harrick deja dinero en la mesa y prosigue a sujetar su bolso. Yo apretó fuertemente las correas que mantienen el mío ya que lo que estaba adentro no era ninguna baratija.

KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora