La sospecha

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Cuando entendimos que la habíamos cagado, Alexander le arrojó el celular y le dio la última patada (aún estaba enojado por lo que había intentado hacerme Nicolás en el baño). Nos fuimos rápidamente del lugar y nos dirigimos hacia donde Martina. No me había dado detalles del mensaje por el nerviosismo de la situación, pero por su tono de voz adivinaba que no era nada bueno. En el camino a la casa de Alexander, una nueva llamada nos alertó. Esta vez era Adriano, quién acusaba la llegada de un extraño mensaje.

Alexander jadeaba cuando llegamos a su casa. Corrió rápidamente hasta llegar a la habitación de Martina para asegurarse de que estaba bien. Con Fernando nos quedamos atrás, pues yo no tenía las largas piernas de Alexander, y en el camino nos encontramos con Adriano. Subimos rápidamente las escaleras y entramos donde Martina.

Estaba sentada sobre la cama, abrazando una almohada redonda con forma de Emoji con ojos de corazones, mientras Alexander leía el mensaje. Florencio, su loro, se removía en su jaula, como si pudiera percibir el miedo que Martina sentía.

-Incluso por teléfono noté a Florencio angustiado –le dije mientras me sentaba junto a ella-. ¿Estás bien?

-Sí, todo bien. Sólo... Estoy asustada, nada más –respondió.

-¿Será el mismo mensaje que me llegó? –preguntó Adriano acercándose a Alexander. Le tendió el celular. Alex asintió.

-Pero ¿qué dice? –preguntó Fernando.

-"Más temprano que tarde será tu turno" –leyó Alexander. Iba a comentar algo pero me interrumpió-: Hay más. Y esto va para mí.

-¿Para ti? –preguntó Fernando.

-Supongo que él sabía que lo iba a leer en algún momento –respondió. Volvió al mensaje y continuó-: "Entre más alto es el hombre, más grande es la caída. Tus cercanos son los que te destruirán".

-Esto no parará –sollozó Martina.

-Somos el medio para destruirte –observó Adriano.

-Y lo está logrando –dijo Alexander sombrío. Me observó y luego a Martina. Se sintió culpable y dolido.

-Tenemos que hacer algo –intervino Fernando.

-¡No me digas! –dijo Adriano con sarcasmo. Estaba más afectado por la situación de lo que quería admitir-. Desbordas inteligencia.

-Oye, ¿qué te pasa? –preguntó Fernando descolocado.

-No me pasa nada –respondió Adriano. El miedo lo consumía-. Pero... No lo sé. Algo no huele bien.

-¿Qué estas insinuando? -pregunté. Sus ojos estaban afilados.

-¿A quién es el ataque? –preguntó al grupo.

-A mí –respondió Alexander-. Y a ustedes, para llegar a mí.

-¿Quién sale ganando? –preguntó nuevamente.

-Pues quien planea todo esto, supongo –respondí.

-Ahora viene lo interesante. ¿Quién no ha perdido? ¿Quién no recibió mensaje? –preguntó. El silencio se hizo, pero todas las miradas se fueron hacia Fernando. Tragó saliva.

-¿Qué? –exclamó.

-No digas tonterías –lo defendí-. Fernando no nos haría eso.

-¿Estás tan seguro? –preguntó maliciosamente-. Apenas lo conoces desde el inicio de clases.

-¡Somos sus amigos! –gritó Martina. El loro también gritó.

-Pero yo no, Miguel tampoco, y menos Alexander –Alexander empuñó sus dedos. Supe lo que en su mente sucedía, pero rechacé inmediatamente la teoría. No podía ser-. ¿Dónde estaba cuando atacaron a Diego?

El hermano de mi BFFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora