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Dos meses después...

Vanessa caminaba tranquilamente por la mañana hacia la cocina. Bajo con cuidado solo por probar la delicia cuyo aroma llegaba hasta su habitación. Ella, con una mano en su espalda, caminaba cuidadosamente con sus nueve meses de embarazo. Lucia hermosa; ni un solo kilo de grasa adicional por el embarazo, una piel pálida y tersa y unos ojos brillantes. Al llegar a la cocina los chicos la miraron con curiosidad y extrañeza.

― Hola. ―Saludo ella con una sonrisa.

― Hola. Querida, ¿porque bajaste? ―Pregunto Alex acercándose a ella rápidamente.

― ¿Matteo que miras? ―Preguntó Vanessa al ver como miraba con el ceño fruncido algo detrás de ella.

― Hemana, disculpa la pregunta pero... Te measte?

― ¡¿Qué?! Claro que no. Esta bien que ahora no aguante mucho antes de tener que ir al baño pero no es para tanto.

― ¿Entonces que mierda es ese liquido que marca tu camino?

― Alex volteó y miro con curiosidad aquel liquido.

― ¡Ya llegue chicos! Que pa' Aah!... ―Se sintió un cuerpo resbalar y caer― Que mierda, ¿Quién...?

― ¡¡Aaahh!!

― ¡Se rompió la bolsa!... ―Exclamo Fred con los ojos bien abiertos y palidecido.

― Hermano me duele... Las contracciones son muy fuertes... ―Dijo apenas Vanessa con los ojos cerrados.

― Tranquila amor, no creo que sea por mucho que te duela. Ven, acompáñame al sofá.

― Matteo hierve agua, trae toallas, y mi maletín plateado que está en mi habitación.

― El agua hirvió apenas hace un minuto. Voy por las otras cosas.

― Esta bien. Ve, corre. ―Fred se acercó a su hermana y la recostó con ayuda de Alex en el sofá.

― Respira amor. Uno... Dos... Uno... Dos... ―Le pidió Alex comenzando a respirar profundamente. Ella obedeció y asintió.

― Aquí están las cosas Fred. ―Apareció Matteo con las cosas. Las dejo sobre la mesa y fue por un lavatorio plástico para poner el agua. Fred abrió el maletín y se puso los guantes.

― Muy bien hermanita, abre las piernas. Alex tu sácale las prendas, yo aún me preparo mentalmente para lo que veré. ―Alex río y obedeció.

― Okey hermanita, por la frecuencia de los gritos las contracciones me indican que ya vine el bebé. Córrete Alex―Este se movió al lado de su esposa y tomo su mano con cariño― Hermanita, esto, a menos que haya complicaciones, será un parto natural. Y ahora, hay que esperar a que tu cuello uterino se dilate diez centímetros. No habrá anestesia. ― Ella asintió y después de unos cuantos gritos ahogados preguntó

― ¿Cuántos centímetros llevo?

― Como nueve dedos míos que son diez centímetros. Muy bien. Puja.

― Aaaaahhh. ―Pujo ella presionó con más fuerza la mano de Alex. Por suerte no tanto como para romperla.

― El parto duele... El parto duele... ―Dijo Alex soportando el dolor.

― Otra vez Nessa. Puja.

―Aaaaaaaahh...

― Muy bien. Vamos bien.

― Puja linda, Puja...

― Aaaaaahhh

― Vamos amor, Puja, con fuerza, la cabeza está saliendo. ―Ella asintió y respiró hondo.

― Aaaaaaaaahhhh

― Muy bien Nessa. Ya casi, ya casi. Una más.

― Aaaaaaaahhh

― Muy bien hermanita. Ya salió. A ver... ―Reviso su cuello verificando que no tenía el cordón umbilical enrollado en su cuello― Otra más. Sigue, sigue. ―Tomo la cabeza del niño con cuidado mientras su madre pujaba― Una más, con fuerza. Tu puedes Nessa.

― Vamos amor. Tú puedes...

― ¡¡Matteo!! ¡¿Y el agua?!

― ¡¡Recién hirvió!! ¡Me falto agua!

Llego rápidamente junto a ellos y sumergió las toallas en el agua.

― Puja hermana, puja.

― Aaaaaah

― Sigue, sigue.

― Aaaaaah ¿Ya salio?

― Todavía falta querida.

― Uaaaaaaaahh Uh uh... Aaaaaaah

― Muy bien, ya casi salen los hombros.

― Aaaaaah

― Muuy bien. Otra más. Dame todo lo que tienes.

― Aaaaaahhhh uh uh ahhhhhhh... aaaaaaaaaahhhh

― Ya salió... Ya salió. Es hermoso. Matteo, tu hora llego. Ayúdame con el cordón umbilical.

Mateo ató los anchos cordones y anudo uno a los diez centímetros del bebé y otro a los cinco de este. Los anudo con tanta fuerza que entre los cordones no había pulso. Tomo las tijeras de la bolsa sellada por estar estas esterilizadas y corto en medio el cordón. Rápidamente estrujo las toallas, y envolvió al bebé en ellas. Limpio su nariz y su boca y luego todo su cuerpo. Lo puso boca abajo y cayó el líquido que se encontraba en sus pulmones, él niño estornudó como un gatito y luego abrió sus ojos. Matteo lo puso de vuelta a una posición segura y miro esos brillantes ojos... Dos esferas negras con un brillo inocente en aquella cara blanquecina. Tomo a su sobrino y se lo entregó a su padre, quien era el más aptó por ser el más cálido, para tenerlo bajo su cuidado.

― Lucas... hey... Mi bebé... ―Se arrodillo nuevamente al lado de su esposa y con cuidado acomodó al bebé para que pudiera verlo su madre.

― Nuestro hijo... es bellísimo. ―Sonrió. ―Aaah...

― Aun falta la placenta hermana. Puja

― Ahhhhh uh uh ahhhh― Se escucho como una maza gelatinosa sonó al caer, como el sonido de una slime al caer.

― Ya esta hermana... ya está. ―Fred hizo los procedimientos correspondientes que seguían mientras sonreía al escuchar el llanto de su sobrino.

― Lucas Huritt Yazzie Fulop... Es un hermoso nombre... sh sh sh...― Su padre lo meció con cuidado y el niño poco a poco dejo de llorar. Se quedaron contemplando sus ojos. Negros, con un brillo tan especial y dulce, y sonrió. Sonrió mostrando sus encías de tan linda forma que esos cachetitos tan pálidos como la nieve se volvieron más adorables...

― Te amo hijo mío... ―Le paso con cuidado el niño a su esposa y esta sonrió con lágrimas en los ojos.

― Mi Luquitas... mi bebé. Te amo... ―le susurro dulcemente desde el corazón― Eres lo más hermoso que hay en nuestras vidas... Haremos todo por ti... Por qué estés a salvo. Lo prometo...

Destino HibridoWhere stories live. Discover now