Capítulo 13: Ralph (I)

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Todo el trayecto hasta donde habitaba el famoso "Ralph" se convirtió en una charla educativa de civilizaciones antiguas impartida por Bruce, los chicos dieron la razón a Steve acerca de "aburrir" a la cita del castaño. Aunque esa opinión no era global, la única dama presente mostraba un gran interés, incluso preguntaba algunas cosas al expositor del cual recibía respuestas bastantes satisfactorias, haciendo una conversación amena entre ambos y de paso dándole varias pautas sobre cómo sacar una nota perfecta en el ensayo que el profesor Dupont les encargó para las vacaciones de Pascua.

Lowell pensaba varias veces como podría pagarle o que podría hacer por su homólogo en muestra de agradecimiento por toda la ayuda que este le brindaba en las materias sociales, las cuales para ella eran salidas del mismísimo infierno. Ahren aumentó sus probabilidades de aprobar sin mayor dificultad gracias a los constantes sondeos y asesorías que Bruce le daba a todos sus trabajos y tareas, incluso le hacía pequeños cuestionarios antes de las evaluaciones semanales, de tal manera que había remontado sus pésimas calificaciones iniciales en esas asignaturas.

Todos los chicos hacían algo por ella, todos aportaban de alguna manera a que su vida fuera llevadera, se sintió aliviada de no haber cometido esa estupidez con la navaja de su padre, eso sólo entristecería a las personas que amaba: su madre y sus amigos.

—Bien, llegamos, ¡esta es! —hizo ademán de tambores.

—¡Ey!, ese es mi trabajo —reclamó Nicko al vocalista.

—¡Púdrete! —Volvió a tocar sus tambores invisibles—. Esta es: ¡La Barbería de Ralph!

—Quizá no lo parezca, pero te recuerdo que Ahren es una mujer —señaló Adrian masajeándose el puente de la nariz. Mientras la muchacha le dedicaba una friolenta mirada, aunque no tardó en suavizar el gesto del rosto a sabiendas de que el comentario hecho fue sin mala intención.

—Imbécil... —murmuró Bruce entre dientes—. En fin, no dejemos que Sr. Amargura lo arruine, —abrió la puerta del local—. Los gatitos primero —sonrió ampliamente dándole paso—, y tranquila, este hombre es el mejor en su trabajo, si vas a tener el cabello corto, al menos que no parezca salido de una película de terror.

—No sé el porqué, pero siempre me da la impresión que tus soluciones son peor que el problem...

—¡Bienvenidos sean, soy Ralph! —se presentó un anciano de gran sonrisa.

Ralph Shaw era un hombre de casi 70 años que siempre vestía un mandil blanco con un pantalón caqui y sandalias, incluso cuando no estaba trabajando, y en invierno cambiaba las sandalias por un par de pantuflas acolchadas. Era el clásico estándar de como se vería un jubilado, a pesar de que él se negaba a colgar las tijeras.

—Por favor, pasen y... —su voz se cortó al ver a los jóvenes, aunque solo reparó en uno de ellos— ¡Tú! —señaló a Bruce.

—¡Hola viejo!, tanto tiempo jajaja —saludó animado el castaño.

—¡Mocoso descarado, al fin das la cara! ¡Trae acá ese cabello de rebelde! —empezó a perseguir al castaño con unas tijeras que sacó del mandil.

—¡SIGUES DEMENTE VIEJO, YA TE DIJE QUE NO VAS A CORTARME EL CABELLO JAMÁS! — gritó Dickinson corriendo por el estrecho local.

—¿Deberíamos ayudarlo? —preguntó Lowell al ver como el adulto mayor empezaba a someter a su amigo en el piso.

—Olvídalos. ¿Dónde está la pizzería que dijiste, Nicko? —habló Steve dándose vuelta haciendo que los demás lo empezaran a seguir.

—¡Esperen desgraciados! —chilló el castaño golpeando el suelo en señal de rendición ante la llave que Ralph le aplicaba—. ¡Ahren, tienen que arreglarte!

Creatures of Heaven (En Edición)Where stories live. Discover now