El primer beso

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—Roseanne, no eres una idiota por no hacer algo si no estás lista. ¡Por Dios! Ya deja de torturarte.

—es que, me siento mal con él.

—tú no le debes nada. Si no quieres no quieres y punto.

—el problema es que si quería.

—¿Entonces?— se sentó en la cama y Roseanne la siguió

—el iba a ser mi primer beso y me gusta lo suficiente como para no querer decepcionarlo.

—¿Decepcionarlo? Créeme...a los chicos le encanta ser los primeros.

—no quiero darle un mal beso y que deje de gustar de mi, perderá el interés.

—¿Por un mal beso? No lo creo. Tienes que relajarte, al final dar un beso es solo dejarse llevar.

—es justo lo que no se hacer, ¿No entiendes? Si no tengo claridad de las cosas, si no tengo determinado que hacer entonces entro en pánico y nada me sale.

—creo que no puedes planear como dar un beso— dijo obviando en ello, y mirándola como si Roseanne fuese un bicho raro.

—no... ya se que hacer. Enséñame tú.

—¿Qué? Un beso no es algo que se enseña sobre una pizarra.

—que ya lo sé. Por favor, no te estoy pidiendo matar a alguien, solo dame un beso.

—Roseanne no, no haré eso, por supuesto que no.

—¿Por qué no? ¿Tan horrible soy para que ni siquiera quieras darme un beso?

—sabes que no, eso no tiene absolutamente nada que ver. No digas estupideces.

—¿Entonces por qué no?¿Tienes miedo de que te guste?

—como te cambia el chip, si no tienes el autoestima en el piso lo tienes más alto que el edificio de Dubai. No es eso.

—¿Por qué te niegas a darme un beso?

—porque estás loca.

—que no.

—que si.

—¡DAME UN MALDITO BESO!

—no te gustan las chicas Roseanne, vas a odiar el beso y creerás que será igual de asqueroso con él y no lo harás.

—ya me parece asqueroso el hecho de compartir saliva, no creo que pueda empeorar.

—perderás tu primer beso.

—el primer beso no es el primer contacto físico de labio con labio, es el primero que diste con sentimiento y con todas las ganas de hacerlo. Hay muchos primeros besos.

—Roseanne...

—por favor, has un acto de caridad que tanto te gusta hacer— Jessica bufo y rodó los ojos.

—¡bien!— grito Jessica al tiempo que volteaba los ojos con hartazgo— siempre ganas niña caprichosa.

—¡Genial!— dijo sonriendo y aplaudiendo para sí misma. Volteo sus piernas apuntando hacia Jessica.

—bien, humedece tus labios— Roseanne lo hizo excesivamente— no tanto, no quieres ahogarlo— rió y la menor se sonrojo.

—perdón— se secó con la mano suavemente y volvió a humedecerlo.

—bien— Jessica puso su mano tras el cuello de Roseanne y la acercó a ella con suma suavidad, Jessica trago saliva nerviosa y la menor tenía un nudo enorme en el estómago, no dejaba de pestañear y su cuerpo temblaba— deja de temblar me pones nerviosa.

Mi vida, mis decisiones.Where stories live. Discover now