Capítulo 30

1.7K 127 20
                                    


Contenido +18

POV AMAIA

Siento sus labios temerosos en un principio sobre los míos, con delicadeza, con adoración. En todos y cada uno de sus gestos hacia mí, se comportaba igual, como si temiera hacerme daño o no creyera aun del todo mi presencia. ¿Cómo había cambiado tanto mi imagen hacia él? Porque lo había conocido, porque me había dejado conocerlo de verdad y porque yo por fin me había obligado también a verlo con otros ojos. Era sin duda la mejor decisión que había tomado en mi vida. Este Alfred que había conocido me encantaba, me encantaba todo de él, y mi corazón, dios mi corazón era consciente del cambio porque no dejaba de saltar cada vez que lo tenía cerca.

¿Estoy enamorada? No sé, no sé ponerle nombre a esto, pero sí sé que el sentimiento de responsabilidad, de cariño que me hizo estar aquí, ha quedado muy atrás, ahora siento otras cosas, ahora él me ha hecho sentir otras cosas, pero ahora mismo no es algo en lo que quiera molestarme en pensar.

Lo notaba algo parado, creo que tenía miedo a hacer algo que no me gustara, o quizás aún tenía dudas de lo que yo quería, por eso, decido tomar yo la iniciativa.

Me siento sobre sus piernas y poco a poco voy bajando mis labios hacia los suyos que me atraen como si de un imán se tratase. Le devoro a besos la boca y le escucho suspirar, nuestras lenguas bailan juntas un vals interminable, nuestros cuerpos notan como sube la temperatura y empiezo a deshacerme de las barreras que nos molestaban.

Noto sus fuertes y calientes manos en mi espalda, se movían impacientes y poco a poco fueron subiendo mi camisa hasta que la hizo desaparecer, después su mano, ya sobre mi piel, hacia caminos desconocidos. Yo aún tenía los ojos cerrados, pero en ese instante, cuando noto mis pezones endurecerse por la excitación, miro a Alfred y me siento un poco cohibida, su mirada penetrante y seria me demuestra lo importante que era ese instante para él.

Poco a poco va levantando mi falda también, hasta sacarla por mi cabeza quedándome solo con un pequeño tanga de color rojo. Sus ojos ahora brillantes a pesar de la oscuridad reinante, me dicen que sin duda va a ser uno de los momentos más especiales de mi vida.

-Eres preciosa Amaia-dice mirándome fijamente mi cuerpo desnudo con un brillo especial en los ojos.

-Yo también quiero verte-digo dejando un tímido beso en sus labios antes de empezar a ocuparme de su ropa.

Poco a poco voy quitándole la camisa, pudiendo ver el que fue su fuerte torso desnudo. Había perdido la forma, estaba bastante más delgado, las últimas semanas fueron malas, apenas comía aun y eso se notaba, pero aun así lo vi guapo, si Alfred era realmente guapo, tenía una belleza casi hipnotizante.

Paso mis manos por su torso desnudo y luego por su espalda atrayéndolo hacia mí, necesitaba ese contacto y al conseguirlo, los dos suspiramos de placer.

Volvemos a besarnos, necesitábamos darlo todo, luchábamos por complacer al otro de todas las formas posibles. Sus manos en continuo movimiento sobre mi cuerpo hacían que mi piel estuviera encendida por la pasión, creando electricidad por donde pasara su mano.

A pesar de mi primera incomodidad, empezaba a sentirme a gusto, deseándole a cada instante más y con un movimiento rápido me coloco a su lado para atacar su pantalón. Le desabrocho maestramente el botón con dos dedos y luego mirándole, bajo la cremallera. Se notaba su excitación y estaba deseando poder sentirla cerca muy cerca de mí.

Me coloco a su lado de rodillas y me deshago de esos pantalones que ahora le quedan grandes pero que en su momento le quedaban de lujo, no puedo dejar de pensar en aquel primer momento en que lo vi allí arriba con su trombón y eso hace que me encienda aún más. Y allí está, solo con unos slips negros, dejando poco a la imaginación, y siento que no puedo más y me deshago de ellos, liberando su erección de aquel suplicio.

Últimos deseosWhere stories live. Discover now