Prólogo.

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La vida puede dar golpes muy duros, si eres un niño, joven, adulto o incluso anciano, eso no importa, simplemente es así...

Eso lo aprendieron un par de niños a corta edad, cuando tuvieron que despedirse de la única persona que les había prestado atención desde que tenían memoria.

Su querida abuela había fallecido.

~♡~

Era un día triste para la gente de un pueblo del Reino de Corazones, la hermana, como todos la llamaban, había perecido luego de tantos años ayudando a las personas del pueblo. Ella había ayudado a todo aquel que necesitara, incluso había cuidado de los niños perdidos de otros pueblos, y muchos, hoy en día adultos, le debían todo a aquella mujer quien los cuidó cuando habían quedado huérfanos.

Y ese fue el caso de dos infantes, quienes lloraban sin consuelo frente a la lápida de aquella a quien llamaban abuela con tanto cariño. Uno de diez años, y otro que once... habían perdido a la única persona que los cuidaba en esa vida.

La gente miraba con pena a los pequeños... ¿Qué pasaría de ellos? Uno había perdido a sus padres en un accidente, y el otro solo había llegado un día, sin saber de dónde o cómo, solo apareció sin más.

El mayor de los dos, un chico albino, quien siempre era calmado y trataba a todos con amabilidad, estaba llorando en silencio, sin dejar que cualquiera se le acerque, mientras abrazaba con fuerza a un niño castaño más pequeño.

Mientras por su lado, el chiquillo había dejado de llorar fuertemente, ahora solo sollozaba con una voz quebrada, se había lastimado la garganta de tanto lamentarse. Ese era el mismo niño que era llamado por la hermana como "su rayo de sol", aquel que desprendía alegría y amor por donde fuera, ayudando y haciendo sonreír a todo el que lo necesitara.

Ambos estaban sumidos en la tristeza, su luz se había atenuado.

¿Qué sería de ellos ahora?

Un corazón perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora