Tres: Un rayo de sol.

600 78 58
                                    

―¡Riku! ¡Espérame! ― gritó el castaño mientras corría detrás de su amigo.

―¡Apúrate Sora! ¡Abuela está por llegar y vamos tarde! ― respondió con el mismo tono que el pequeño, intentando mantener el ritmo sin dejarlo atrás.

Ambos llegaron al pueblo, bastante agitados y agotados, pero igualmente riendo entre ellos al ver su apariencia desaliñada. Siguieron su camino de vuelta a su casa que ahora compartían.

~♡~

Ya se cumplía el año desde que el chiquillo de ojos azules había llegado al pueblo, y con ello un año de misterio que nadie podía resolver.

Los hombres del pueblo fueron a visitar a sus vecinos del reino, preguntando por niños perdidos o accidentes, puesto que habían pensado que quizá, Sora tenga el mismo caso que Riku y haya quedado huérfano por los incendios o cualquier otro accidente, pero, nada.

Nadie lo reconocía, ni habían registros de su existencia en ninguno de los pueblos que conformaban el reino, y era difícil que provenga de cualquiera de los otros tres, puesto que eso hubiera generado varias líneas de documentos que no existían para nada, por lo que sabían que ese no era el caso.

Cuando intentaban preguntarle al propio chico, sufría de dolores de cabeza, y aunque creyeron que era amnesia en un comienzo, tras las visitas en las que nadie lo reconocía, descartaron la posibilidad, al menos, con respecto a su procedencia. Y con respecto a cómo llegó, él solo recordaba el bosque, nada anterior a ello, y era difícil que fuera a recordar algo más, después de todo, no estaba en todos sus sentidos por culpa de la droga en ese momento.

Sí, definitivamente era aún un misterio sin resolver.

Y aunque suene egoísta, y hasta cruel, la gente del pueblo estaba feliz con ello. ¿Por qué? Simple, porque aquel niño les había robado el corazón a todos.

El pequeño niño no se preocupaba por sí mismo, poco importaba si tenía apellido o no, sabía que nadie lo conocía, por lo que nadie lo extrañaba, así que no hacía sufrir a nadie si no volvía. ¿Un pensamiento extraño para un niño? Sí, demasiado.

Sin embargo, siempre iba por el pueblo, ayudaba a las mujeres a cuidar sus jardines, le gustaba alimentar a los animales de los pequeños establecimientos, pero, por sobre todo, amaba jugar con todos, sean niños o ya personas mayores, y de alguna forma u otra, hacía sonreír a la gente.

Era un pequeño rayo de luz en la oscuridad en la que las personas podían llegar a hundirse.

Pero, el primero en descubrir ese pequeño rayo de sol fue Riku, y eso era algo que nunca olvidaría.

~♡~

A penas había pasado un día desde que Sora despertó tras estar una semana en un profundo letargo, el pequeño estaba intentando caminar de un lado a otro en su habitación bajo la mirada de un niño albino.

Uno, dos, tres tropiezos... cuatro... cinco...

Parecía tener problemas en acostumbrarse a caminar nuevamente, bueno, aunque solo haya sido una semana, estuvo completamente quieto, además de que aún su tobillo no había terminado de sanar. Es más, ¡ni siquiera debería estar de pie!

―Hey, deberías recostarte.― comentó el mayor de ambos niños, cruzándose de brazos.

―Eh... No quiero. ― hizo un puchero y siguió recorriendo la sala de un lado a otro.

―Todavía no estás curado, debes descansar.―

―¡Qué no quiero! No me gusta estar todo el día acostado. Además debo poder caminar bien pronto.―

―¿Y eso por qué? ¿Recordaste de dónde vienes y quieres volver? ― ahora estaba intrigado.

―¡Nop! ¡Debo acompañarte a tu casa, esa es la razón!―

El pequeño se detuvo y miró con una enorme sonrisa al más alto, el cual había quedado perplejo ante su comentario.

―¿A mi casa? ¿Por qué?―

―¿Por qué? ¡Porque tú me acompañaste todo este tiempo! Así que quiero acompañarte a ti también. ¿Está mal? ―

―¿Crees que necesito que me acompañes a casa? ¿Es eso? Si hasta soy mayor que tú de seguro.― cuestionó con cierta frialdad, aunque no fue a propósito, solo no le gustaba que lo trataran de inferior.

―¿Eh? ¡Claro que no! ― el menor rió, eso le dolió un poco al más alto, él lo había tratado mal, pero el otro solo seguía sonriendo. ―Sé que puedes ir solo, seguro eres muy fuerte y valiente para ir a cualquier lado solo.―

―Entonces... ¿por qué quieres acompañarme..?―

―Para verte sonreír cuando vuelvas a casa. Por eso.―

―¿Eh?―

―A que estarás feliz cuando vuelvas a casa, sé que alguien espera por ti, y tú esperas por verla a ella. Se siente bien volver a donde te esperan y extrañan con cariño.―

No podía creerlo, ese niño, ese mismo niño que no recordaba si tenía familia, aquel que ni siquiera sabía si tenía un lugar al cual volver, que estaba solo, le estaba hablando de ser feliz cuando llegas a casa.

―... Sí, tienes razón. ―

―¡Ves! ¡No has sonreído ni una vez desde que desperté! ¡Quiero verte feliz! ―

Vio al chico haciendo un puchero nuevamente, ¿estaba haciendo una rabieta porque no había sonreído? Qué niño más raro...

Sin embargo, eso fue suficiente para sacarle una suave risa, a lo cual terminó teniendo dos ojos pegados a él, mirándolo atónito.

―... ¡Te reíste! ¡Tú en serio te reíste! ―

Juraría que la sonrisa de ese niño se hizo más brillante solo por haberle oído reír. Por algo tan simple como recibir una risa... eso bastaba para él para ser feliz.

Desde ese momento, Riku no dejó de sonreír, y no era ninguna sonrisa falsa, era legítima.

Aquel chiquillo le había devuelto su luz perdida en la oscuridad.

~♡~

Aclaraciones.

•Sora se había dado cuenta que la hermana iba a ver a Riku ya que éste no volvía a su casa, pero no le pedía que lo hiciera, y es por eso que él insiste en que quiere ver cuando Riku vuelva con ella.
•En ese momento Riku aún no sabe el nombre de Sora, ya que éste todavía no lo recordaba. (La escena donde recuerda su nombre que estaba en el capítulo anterior toma lugar justo después de esta última).
•Aunque Riku estaba muy preocupado (cosa que no admitía al comienzo), no podía evitar tratar un poco distante a Sora, y bueno, tampoco es tan raro, después de todo era un total desconocido, que además, no le hacía caso aunque estaba intentando que se cuidara.
•En realidad, Sora sí está preocupado por no recordar nada sobre él mismo, pero no de forma consciente, es en parte por esto que es tan inquieto e hiperactivo. Aunque claro, también influye el hecho que es un niño y su carácter de por sí es ser muy alegre.

Un corazón perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora