Cap. #28

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-Dei-

El plan de mi jefe era simple;

Ir al cuartel enemigo, entrar sin que nadie nos vea, encontrar a Guillermo, el hijo de Díaz, sacarlo de ahí, llevarlo con vida a nuestro cuartel y finalmente, intentar hacer el trato con Diaz...

Sonaba realmente sencillo, pero era más complicado de lo que parecía, más aún cuando no tenía el apoyo de mis compañeros.

Una vez salí de nuestra base para comenzar con la misión, pensé en lo sencillo que sería si tuviera a mis compañeros conmigo.

Llegué al sitio en el que esa Mafia se ubicaba, primero que nada investigué por fuera, había demasiados enemigos cuidando las entradas, pero infiltrarme dentro de lo que llamaban cuartel no sería complicado. Lo que realmente me preocupaba era el qué haría una vez lograra entrar.
¿En dónde tendrían al chico en primer lugar? No conocía el sitio por dentro, y estar husmeando en un sitio lleno de enemigos no es especialmente recomendable, ni mucho menos seguro...

Suspiré antes de comenzar con la verdadera misión.

Una vez estuve listo, logré entrar sin mucha dificultad, no porque no fuera difícil, si no porque una de mis especialidades era encontrar rutas fáciles, claro que tomandome mi tiempo, no como Samuel, ese chico podía improvisar rutas de escape al instante, y contrario a su habilidad, la mía sí que podía fallar...

Ya dentro me mantuve quieto y observé muy bien a mi alrededor ¿En dónde podrían tener a Guillermo? Si yo fuera ellos... ¿En qué lugar de éste sitio tendría a un prisionero?
Divisé a algunos enemigos hablando entre sí, no podía escuchar bien lo que decían, pero igual decidí seguirlos.

En algún punto tomaron rutas distintas y decidí seguir al que más mal rollo daba.
El chico era alto, delgado, llevaba lo que supongo eran pupilentes blancos e iba tarareando una melodía que yo desconocía por completo.

Caminó por un pasillo largo, en el cual mantuve la distancia para evitar ser visto, se detuvo frente a una puerta de metal puro, la cual se abría con clave, suerte para mi que soy yo el de la buena memoria.
Memoricé al instante las teclas que había presionado y poco después la puerta se abrió, dejando ver la pared de la habitación, la cual estaba llena de herramientas de tortura.
El chico entró y cerró la puerta tras de sí, será un reto entrar y salir sin que nadie nos vea.

Pasaron unos minutos y el chico finalmente salió del sitio, cerrando nuevamente la puerta tras de sí y activando la contraseña de vuelta.

Esperé a que se alejara y una vez me aseguré de que la zona por la cual planeaba entrar estuviera libre, salí de mi escondite.
Llevaba conmigo una capucha negra, para así evitar que viesen mi rostro, y guantes negros especiales para este tipo de cosas.

Escribí la clave, acertando, y la puerta se abrió al instante. Rápidamente entré y cerré la puerta, analicé y observé el sitio por dentro, frente a una de las paredes se encontraba el chico, atado a lo que sería una camilla de tortura, le miré, el chico lucía asustado, pero su mirada también demostraba fortaleza.

Dei.- Eres Guillermo ¿Cierto?- Pregunté, quitándole la venda que tenía sobre la boca, solo quería asegurarme de estar salvando al chico correcto. Aunque en realidad no respondió. Tan solo me miraba con desconfianza.- Conoces a Frank ¿Cierto?
Willy.- ¿Qué le has hecho?
Dei.- Nada, nada, tranquilo, solo quiero asegurarme de que eres el chico correcto. Escuchame bien, voy a sacarte de aquí, no soy tu enemigo por ahora ¿Vale?
Willy.- Quién eres...
Dei.- Eso es lo de menos ahora, tenemos que apresurarnos si no queremos que nos atrapen...

Comencé con lo difícil, liberarlo.
Cierto era que en la mafia De Luque también teníamos estos métodos de tortura, pero no era yo el encargado de torturar a los prisioneros, por ende, no sabía al cien por ciento cómo funcionaban las herramientas.

Tras unos minutos, sorprendentemente logré liberarlo sin mucho esfuerzo, al parecer tenía talento con estas cosas.

El chico me miraba aún con desconfianza, pero estaba demasiado débil como para atreverse a retarme.

Dei.- Bien, no podemos escapar por la puerta, así que espero que aún te queden las fuerzas suficientes para subir ahí

Señalé el ducto de ventilación que había en el techo de la habitación, teníamos que salir por ahí para no líarla de más.

Willy.- ¿Por qué no solo...?

El chico fue silenciado por el sonido de una contraseña errónea, pues me había encargado de cambiar la contraseña de la puerta para así hacer tiempo si el enemigo intentaba entrar.

Dei.- Bien, es la señal... Vamos

Le pedí que se subiera a mi espalda, éste sin rechistar lo hizo y le ayudé a subir al ducto, después fue mi turno, por poco y no lo logro, pues justo cuando subí y cerré la ventanilla la puerta fue abierta.

No dije más nada, solo le hice una señal para que siguiera avanzando.
Guillermo siguió mis órdenes y salimos de aquel lugar, mientras los miembros de la dichosa Mafia iban de un lugar a otro buscandonos. Claro está que no le dejé libre, no me arriesgaría a que huyera, le llevaba por las buenas pero sujetandolo con un poco de fuerza.

Dei.- Bien, escucha, no es nada personal, pero ahora tengo que vendarte los ojos ¿Vale? Ya sabes, seguridad
Willy.- ¿De parte de quién vienes...?
Dei.- De la mafia De Luque

Sonreí al terminar de hablar y así, sin más, le vendé los ojos, el estado del chico era malo, tenía múltiples golpes y su ropa estaba algo dañada, se movía con dificultad y las fuerzas para andar le faltaban, pero aún así, el chico permanecía de pie y sin mostrar debilidad. Sin duda era un miembro fuerte de los Díaz.

Ahora solo restaba llegar a la base sin ningún contratiempo, no podía bajar la guardia ahora... Ayudé al chico a subir a mi auto para después subir yo y partir camino a donde mi jefe para informarle que mi misión había sido un éxito...

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