lX - Eres Mía.

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- ¿Aceptarías nuevamente salir conmigo en otro momento?. - preguntó George.

- Bien, siempre y cuando sea hablar y compartir sin que tuviera que lidiar disgustos acepto... ¿De acuerdo?, pero no estoy muy segura que día. Debo mudarme por al menos un mes a la casa del chico misterio - le dije, sonriendo sobre tal asignación. Es del que te había mencionado hace unos instantes; es aquí cerca de todos modos. - culminé, mirándolo fijamente.

Dejé que tome apunte sobre la dirección. Aunque dudé un poco al darme cuenta de que no sé si fuera la mejor idea que le diera tal información.

George me ofreció cierta modestia.

- Me voy. Nos volveremos a ver. - replicó, levantando la palma de su mano durantes unos segundos.

Ajeno a mi presencia él reposó su cuerpo sobre su moto. Y luego asentí amablemente correspondiendo su cortesía que él me brindaba en ese momento y le di la espalda.

Abrí la puerta despacio y mi cuerpo se deslizó por un umbral sin provocar mucho ruido fui adentrándome sin encender la luz. Las primeras cosechas de luces de la luna palpitante en la calle de Massachusetts quedaban reflejadas desde la ventana del edificio.

Todavía tenía fresca la memoria de mi encuentro con George no le encontraba sentido a sus insinuaciones ni la gracia en ella pero me sorprendí con sus afirmaciones en todo el trayecto cuando mencionó la familia que siempre quiso o tal vez la hermana fue lo que mencionó, esas cuestiones de vuelta me hacían sentir rodeada en incontables recuerdos rotos, de momentos y alma sin dueño que se perdían y se hundían en lo más oscuro y profundo abismo.
Mientras mi realidad palpitaban fuera de aquellos olvidos, mi presente era impredecible sin darme cuenta día tras día sintiéndome más tediosa cuando más lo recordaba.

- Oh, ¿Eras tu?. - preguntó Amanda, estaba despierta y aún vestía su ropa de salir.

Mi mirada se nubló.

- Desde mi habitación se podía ver las sombras cuando sentí los pasos al oír que alguién entró, estuve esperándote ya casi media noche.

Su mirada quedó velada a contra luz y luego fuí hasta mi habitación limitada a contestar y me dejé caer en la cama.

- ¿Que ha pasado con George?. - indagó ella, un tanto teatral al ingresar a la habitación.

- ¡Vamos, Cuéntame!. - insistió, fruncíendo el ceño.

- ¿Cosas raras?, muy raras. - murmuré, con una mirada ausente. - Ese chico es muy raro. Incluso creería que está sumamente traumado de la vida pero al parecer es buena gente. - resoplé suavemente por la boca.

- ¿A todo esto tendrás que lidiar con tres hombres en sus búsquedas de conquistas?, las personas lo hacen todo más difícil en esta vida, como si ya no fuera lo suficientemente difícil. - ¿Qué es lo que estás haciendo y a que juegas?. - preguntó, lanzándome una expresión de preocupación.

- A nada, sólo sé que esto se me hace un enredo, Primero Stev, luego Andrew y como si fuera poco ahora aparece un chico lunático con delirios con respecto hacía mí persona.

- Tienes que elegir a uno de los tres. - dijo ella, airadamente.

- Ya tengo la decisión, sólo me importa un solo hombre y se llama Andrew Coleman.

Mis palabras hizo afirmación con mucha devoción.

- ¡Alabado sean todos los santos!, hasta que por fín lo asumes ya lo hiciste extensa esa aceptación. - exclamó, y se extendió una sonrisa en su rostro.

- Has caído mujer. - finalizó, riéndose para si misma.

- ¿Me aceptarías un chupito de tequila por cierto?. - invitó, con una mirada perversa a la que me fue imposible negarle.

Deja que Suceda.Where stories live. Discover now