XX - Ámame Ahora.

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Todo lo que quedado de estas horas fue empezar a alternar los ejercicios de actividades suaves de la extremidad afectada y los últimos periodos de descanso desde ahora. De todos modos, teníamos que asegurar de no sobrecargar la pierna dañada. El doctor tomó la decisión basándose en una exploración de seguimiento y una radiografía, se aseguró de que sus huesos se encontraran totalmente curados antes de dar el visto bueno. Él podía realizar ligeras rutinas como bañarse, vestirse y comer, no debía exigirse tan drásticamente ya que no poseía la fuerza y la gama de movimientos necesarios para resistir las exigencias que demanda el cuerpo cuando éste se encuentra en su estado normal.

Continuamente el proceso incluía masajes y un régimen de aplicación de frio y calor. Para su alivio, esto ayudaba a reducir la hinchazón y a favorecer la circulación. Es un contribuyente esencial al proceso curativo.

En la noche, cuando culminó la cena, me encargué de llevar a Andrew en la cama. El ambiente helado abría su marcha y el invierno deslumbraba tras ellos. Todo este tiempo no he hecho otra cosa que demostrarme a mi misma lo fuerte que podía llegar a ser. Los problemas querían tratarme ligero, como si fuera frágil como la porcelana. El camino es ahuecado, como un pelo fosco. Debía ser un Casanova, conquistando el mayor número de obstáculos en un sin fin de aventuras hacia la imperturbabilidad.

Cuando llegamos hasta el dormitorio, él jadeó. Le deposité en la cama, cubriéndolo con su sábana y apagué la luz de la mesita. Durante esos segundos, me quedé sentada junto a él en la oscuridad. Me hubiera gustado decir alguna palabra, pero no sabía que decir.

- Ámame ahora, no sé quien va amarte cuando yo no esté.

Miró alrededor, su respiración retumbaba a unos palmos de mí. Sin embargo yo, permanecí callada.

- ¡Brittany!

Su voz tambaleó un poco, las luces de la luna a través de una pequeña abertura de la cortina blanca se reflejaban en sus intensos y brillantes ojos. Ambos bajamos la mirada hacía nuestras manos de tal manera que tendí mi mano en busca de la suya.

- Voy a amarte ahora y siempre. Si callo, ¿Y si termina?, me matará (de desconsuelo). Ni siquiera me atrevo a pensarlo. Voy a amarte ahora. - dije, y en mi voz había tal esperanza que él supo que estaba hablando la verdadera Brittany, no la que se mostraba insípida.

Pese a la oscuridad, le ofrecí una sonrisa en el rostro.

- Cuando hayamos hecho todo lo que deseamos, después de convertir la tiniebla en claridad, transformar la desgracia en triunfo. Cuando hayamos hecho todo lo que deseamos. Aprovecharé cada momento de esta vida junto a ti. - susurró al final.

Andrew se adormeció por completo quedando inmóvil, derramaba cansancio. Soltó aquellas últimas palabras antes de que sus ojos pudieran cerrarse y congeniar el sueño. Contemplé su figura un poco estremecida, se acurrucó entre su sábana amarillenta. Atravesado por el adormecimiento y pese a mi presencia él no cesaba de repetir: "Ámame... Ámame..."

"Tirin, tirin, tirin". La estúpida alarma llenó el marco soñador y mojado. Insistente la alarma logró que rápidamente en un manoseo tumbara al piso el aparato. Busco el botón para apagarlo de una vez pulsando una y otra vez hasta devolverlo en la mesita.

El silencio por fin volvió a invadir la habitación, el sonido de la alarma me hicieron doler los oídos al despertarme desprevenidamente. ¡Cielos!, maldita alarma, Ash... Dije al dejarme caer nuevamente en la cama junto a él, me acerco a su figura y una sensación de placer recorrió mi ser.

Rodeé mi brazo en su cintura y mi pierna derecha se entrelazó de pronto entre su muslo. Su piel era fina y tibia, un picor en mi pierna obligó a que levantara la rodilla rozando la zona de su miembro carnosa y dura. Lo manoseo con suavidad de abajo y arriba con demasiada complacencia. Me tomó de la mano y en un gemido soltó.

- Puedes acogotarlo del cogote, estará complacido. - dijo, abriendo su boca con los ojos cerrados con una expresión muy perversa.

- Se siente bien, hummm. Me gusta su forma. - respondí con una sonrisa absurda, estaba siendo incrédula de mis propias palabras.

No estaba muy segura, no era la más experta. Pero me estaba soltando poco a poco. No podía dejar a medias de masajearlo, seguí en ello hasta que mí mano se introdujo entre su calzoncillo y a él se le volvieron a cerrar los ojos definitivamente.

Se está incendiando mi mano al deslizarlo por su miembro erecto, jugué con su sexo. De abajo y arriba, por dentro y por fuera, de lado a lado. Me mordí el labio. Él quedó sumiso llevando la cabeza para arriba al sentir el placer de la masturbación, mis dedos eran los suyos, su miembro esponjoso y cavernoso se hundieron en el deseo. Hoy se revienta, hoy aflora el líquido blanco pálido y lechoso.

- ¡Sigue haciéndolo!. - pidió exaltado y tembloroso, excitado en cada poro de su piel.

Me entretuve en ello, los pezones se endurecieron y aceleré el movimiento con mi mano hasta arrancarme un gemido.

- Ya viene.

Deslizó su mano por mi cadera, trazó círculo alrededor de mi glúteo. Hundió su dedo pulgar en mi piel al sentir el goce de la efervescencia. Se abrió sus labios cuando soltó una eyaculación.

- ¡Benditas poluciones mañaneras!. - exclamó observando su miembro bajo la sábana.

- Nunca lo he hecho, pero me atreví a hacerlo. - admití, llevando la mirada hacía arriba con una sonrisa desvergonzada. Una mujer no debería sentirse cohibida por descubrir la sexualidad. - proseguí en un tono revoltoso.

- El sexo debería ser un silencio plagado de interpretación. Sin tabúes banales, sin sentir ignominia social, sin fórmulas premeditadas. Solo debe ejercer el lenguaje taciturno de nuestro cuerpo, esa atracción cobrando estructura hasta convertirse en un alma viviente, eso lo que creo. - sentenció él al cubrirse con aquella sábana. Asintió para dirigirse al baño.

Luego se arrimó a besar mi labio, en el preciso instante en que él decidió poner los pies dentro de la chancla y salir tras una ducha con pasos lentos pero seguros.

Abrí y cerré la boca, reconocí el sabor de su labio. Quedé pensativa y riéndome de mi misma al recordar lo ocurrido. Todavía no puedo asimilar el día en que definitivamente deba entregarme a él. De solo pensarlo, se inunda el afán.

Después de un rato, pensaba dirigirme a la cocina en busca de preparar el desayuno hasta que él termine con lo suyo. Sin antes de darme un lavado de dientes y enjuague de cara. Escruto mi rostro en el espejo y sonrío ligeramente al oírlo decir: "Esa chica me encanta, si tu... Voltéate". Volteé.

- Al menos cúbrete con esa cortina. Que esté viviendo contigo no quiere decir que tenga que verte en cueros las veinticuatro horas del día. - le saqué la lengua.

- Ya no hay vergüenza. Ya no de ti, ni tu de mí. - se río.

- Te espero en la cocina. - avisé

- ¡De acuerdo!. - dijo, y meneó su cadera provocativamente.

- Oh, por un demonio. Este chico es un menesteroso sexual. - me burlé al salir de aquel baño.

El aroma del café se filtró de forma sigilosa y poco prudente para la nariz. La saliva anegó mi boca.

Me paro en frente de la mesa y espero a que él llegara. Suspiré dos veces al apoyar mi mano sobre la silla consciente de que debía confesarle algo importante de una vez.

Deja que Suceda.Where stories live. Discover now