XXlV - Años.

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No ha costado mucho trabajo encontrar a Nicholas, pues habitualmente nunca está tan separado del grupo de Brandy. Pero esta vez lo intercedí en el pasillo de los casilleros, ahí estaba él. Me aproximé lentamente, su silueta estaba de costado, contemplando su vista en el interior de su casillero. Sus dedos se movían ágiles sobre su mochila al recoger ciertas pertenencias. Mechones de pelo negro caían por su cara tapando la mitad de su rostro. Sus ojos oscuros se clavaron fijos cuando de pronto destinó su mirada hacía mí. Como era común en él, vestía una camisa blanca, aunque en esta ocasión portaba un moño que deslumbraba sobre aquella camisa impoluta. Un pantalón ajustado negro elegante con un calzado moderno Sport elegante. Así es Nicholas, un tanto presumido, orgulloso y coqueto. Lo transmitía en su aspecto tan refinado, pero también en su postura y movimientos. Supongo que como la mayoría de esta universidad, el aspecto es algo muy importante.

Pero detrás de aquel aspecto se ocultaba un chico denigrante al que le encantaba generar todo tipo de incitación a la violencia verbal o física, no es la primera vez que algún miembro de esta Universidad tenga que lidiar con este tipo de comportamiento de parte suya y sus allegados. Retrocedió repentinamente cuando en un arrebato instantáneo empujé aquella puerta del casillero provocando un fuerte sonido al cerrarse, tan fuerte como los gritos contenidos que estaban a punto de emerger con la más mínima provocación. Levantó la mano para arriba y me miró. Sonreía. Pese a mi mirada asesina, él no se sentía intimidado. Di un paso hacía dónde se encontraba y pude darme cuenta que había alguien más a mi espalda. Brandy Miller. Su llegada inoportuna acarició mi lengua a punto de soltar la palabra más lapidaria que jamás imaginaron escuchar en sus vidas.

- Creería que la idiotez es digna de unos pocos. - dije vigilante, sin especificar si el punto iba dirigida a uno de ellos o simplemente retórica.

- Sé la razón por la que estás aquí y la verdad no es algo que me importe mucho. - replicó Nicholas en un tono brusco. - Si vienes hasta acá en busca de conmiseración por un marica. Pierdes tu tiempo.

Brandy guardó silencio, haciendo omiso del comentario.

- Quita la venda del prejuicio de los ojos y verás que al que llamas marica es una hermosa persona, ese marica a quien tu lo denigraste sin razón alguno es una persona y merece respeto como todos.

- ¿Respeto?, ¿Cuál respeto?, él es una aberración.

- ¡El aberrante eres tú! - acusé. - Es que ni siquiera te lo estoy pidiendo. Te estoy exigiendo que lo dejes en paz. Porque luego no se tratará de él si no, de mí. No es bueno tenerme del bando contrario. - dije desafiante, sin parpadear ni levantar la mirada hacía su rostro.

- ¿Me estás amenazando?, ¿Quién te crees que eres?, ¿La mujer maravilla?. - soltó en un tono burlesco.

- No me importa el contexto, ni la interpretación que vayas a deducir con respecto a lo que te he dicho. Sólo quiero que lo dejes en paz.

Las fosas nasales de Nicholas se dilataron por el enojo.

- Cuidado con lo que haces. Brittany.

- También tú. Nicholas.

- ¡Qué puta gracia!. Seguramente tu defendido, el mariquita, - murmuró. - estará ahora mismo mamando el pene a cualquier chico del salón y tú mientras aquí defendiendo la supuesta integridad, ¿Muy satisfecha de tu insolencia cierto?. - dejó escapar una carcajada ronca.

- Lo que haga o deja de hacer con su intimidad no es asunto mío ni del tuyo, ¿O a caso quieres que él te lo mame?. - me reí airadamente.

- ¿No soy un puto marica!. - reprendió de inmediato.

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