Capítulo 1

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Me despierto con el sonido irritante de mi alarma cayendo en la realidad que tengo que levantarme de la cama, hoy es mi primer día de clases en Tulsa y para ser sincera eso de ser la chica nueva otra vez no me gusta para nada. Pero, antes de seguir atormentándome con mis pensamientos que revolotean por mi mente hago un esfuerzo y me levanto con dirección al baño. Me miro al espejo y sé que no fue buena idea salir con Avril un día antes de escuela, pero de todas formas sé que era imposible decirle que no. Aunque lo quisiera.

Abro la llave del lavadero y enjuago mi rostro con la mayor pereza del mundo, cepillo mis dientes con el perfecto cepillo con dibujitos de los minions, digo ¿a quién no le gustan? Son demasiado adorables. Me dirijo hacia mi armario con la pregunta que toda chica se hace, o eso creo. ¿Qué debería ponerme como primer día?¿algo casual? ¿algo llamativo? No, no lo creo, lo menos que quiero es resaltar y vean que lo que tengo de linda también lo tengo de rara. Sigo excavando en el interior de mi armario como si la respuesta a todas mis preguntas estuvieran ahí, cosa que me encantaría, pero al final la ropa es solo eso, ropa. A nadie le importa realmente como vayas, pero como yo le tengo pánico al mundo prefiero no arriesgarme.

Luego de un rato decido ponerme unos jeans a la cadera, una playera gris y mis botas negras favoritas. Un outfit totalmente cómodo. Me acerco a mi tocador para taparme un poco las ojeras que traigo, me miro al espejo y me siento satisfecha con el resultado, claro que no soy una maquillista profesional como Avril, pero, ¡hey! que sé defenderme bien. Agarro mi mochila asegurándome que no me falta absolutamente nada, más vale asegurarme un par de veces, mientras voy bajando las escaleras puedo sentir un aroma a miel con canela que automáticamente ya sé de que delicia se trata, puede que sea un buen día al fin y al cabo. Cuando llego a la cocina puedo ver a mamá con un delantal que dice "la mejor madre", no tarda mucho en darse cuenta de mi presencia y me dirige una sonrisa cálida.

—Buenos días, Alexa — dice mientras termina de servir sus famosos waffles en mi plato.

—Buenos días, mamá — me siento en la silla y no pierdo el tiempo en devorarme los waffles más deliciosos del planeta ¿se nota que como mucho? creo que no.  Antes la ayudaba a cocinarlos y disfrutaba de compartir tiempo con ella, perdimos esa tradición porque mamá empezó a trabajar y yo, empecé la secundaria y me hice amiga de Avril. 

—¿Emocionada por tu primer día de clases aquí en Tulsa?

—No estoy yendo al kinder, mamá — amo a mamá, pero a veces siento que me ve más como una niña, que como una chica de casi 18 años.

—Y eso no quita el hecho que sigas siendo mi bebé — se acerca a mi y me aprieta las mejillas.

—No sé que harás cuando me mude y tu "bebé" ya no viva aquí — empezamos a reír mientras dejo mis platos en el lavabo.

—Pues me iré contigo, podríamos ser roomies —dice sonriendo de oreja a oreja. Creo que la dependencia viene de familia por lo que veo.

—Te veo más tarde — digo poniéndole así, fin a la conversación.

—Adiós, morita— si lo sé, que apodo para mas cutre, pero ese es el apodo que tengo desde pequeña lo cuál me avergüenza porque me recuerda a Morita de "La era de hielo". Y no, no me gusta ser relacionada con un animal. 

Recojo mi bicicleta estacionada perfectamente a un lado del garaje  y me monto en ella con dirección a la escuela. La cual no está tan lejos de mi casa, calculando estará a unas seis o siete cuadras, lo cuál es bueno, porque uno odio caminar y dos me canso rápido. 

 Al llegar, siendo sincera no esperaba que fuera tan grande, lo cuál me extraña porque Tulsa es un pueblo pequeño dentro de Oklahoma y con pequeño me refiero a que no tiene ni siquiera un parque de atracciones o festivales, para eso tienes que viajar al pueblo vecino que son como a 3 horas en auto. Volviendo a mi realidad, veo como van todos de un lado a otro y reencontrándose con su grupo de amigos, que probablemente no se hayan visto en todo el verano. Estaciono mi bici y me dirijo a la entrada del edificio. Según mi horario, me toca en el salón 202 ¿dónde está ese salón? mientras veo el afiche que me entregaron en la entrada por mi descuido choco con alguien, iniciamos bien eh.

—Demonios, enserio lo siento — digo extendiendo la mano para que se pueda levantar.

—No te preocupes, suele pasar. Soy Grace — me responde aquella chica con una voz tan delicada y a la vez, agradable.

—Soy Alexa — digo sonriendo un poco.

—¿Eres nueva? — pregunta acomodándose sus lentes.

—Si, ¿es muy obvio?

—Un poco, solo que no te había visto antes y por el papel que traes en la mano y tu expresión desconcertada, creo pensar que estás perdida.

—Si, no se me da muy bien la orientación — digo —. ¿sabes dónde esta el salón 202?

—Es al salón que voy, ven acompáñame — sonríe y empieza a caminar por los pasillos mientras la sigo, al menos esta extraña chica parece amable y no estaré sola en mi primera clase. La vida me sonríe. Al llegar a la puerta nos encontramos con el profesor del curso, que no está de buen humor.

—Vaya, ¿estas son horas de llegar, señoritas? — cuestiona el profesor con el ceño fruncido.

—Perdón, profesor — decimos las dos a la vez.

Caminamos y nos sentamos en los únicos asientos disponibles de al fondo, mientras sentíamos la mirada de los demás compañeros sobre nosotras. Mi mente distraída desvió la mirada y chocó con unos ojos verdes.

Puede que me guste esta escuela después de todo.



Me enamoré del chico incorrecto, otra vez.Where stories live. Discover now