2. Sumirse en la locura

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Sus amigos le preguntaron qué le había pasado allí dentro con Alyssa, pero Mary se hizo la despistada y dijo una verdad a medias, que parecía que la conociera de algo, pero no sabía de qué. Ellos le dijeron que tenía cara de haber visto un fantasma.

—Pues casi —se dijo, cuando se encontraba ya en su habitación, matando el tiempo en su ordenador.

Aquella chica, Alyssa... Es que estaba segura, era Ástrid en su sueño.

Pese al montón de emociones que sentía en esos sueños, Mary nunca se había tomado nada de aquello en serio. Eran sueños, pasaban cosas increíbles y, vale, le gustarían chicos y chicas por igual (lo poco que le gustaban en general), pero nunca pensó que... ¿Y si había visto a Alyssa antes?

Tenía que reconocerlo: estaba muerta de curiosidad. Nada más llegar a casa había abierto los libros, buscando el punto de libro con la fecha de devolución, a ver si le había dejado algún mensaje, pero nada. Por otro lado, la mirada de "lárgate de aquí" que le había echado antes de irse debería haberle dado la pista de que no esperara nada.

Quería preguntarle muchas cosas, pero no quería parecer otra loca de esas que van ahí soñando despiertas con historias fantásticas. O una acosadora. Precisamente por eso había decidido dejarlo correr y matar el tiempo haciendo otra cosa.

Sólo hubo un pequeño obstáculo: volvió a soñar con todo ese mundo donde ella era Mérida y Alyssa era Ástrid. En el sueño parecía que todo hubiera retrocedido respecto al anterior. Mérida y Ástrid apenas se estaban empezando a gustar en él, pues notaba las miradas intensas que se lanzaban y alguna sonrisa que quedaba oculta en las sombras de una fogata. Había más personas, algunos escoceses, algunos vikingos, amigos mutuos probablemente, pero no sabía qué pasaba con ellos ni porqué estaban todos juntos.

Cuando despertó de ese sueño, lo recordaba todo. Había sido breve, pero ahí estaba. Ástrid, de pelo rubio y trenzado, un rostro pulido y pálido sin pecas, unos ojos del color del cielo de mediodía y una sonrisa que podía cambiar de afable a muy mordaz en un milisegundo. Era una guerrera curtida, intimidante, protectora, bastante vacilona y no se ataba a los convencionalismos que se suponía que había en la época. Y ella, bueno, Mérida, estaba totalmente enamorada de ella. Mérida era también rebelde, un poco más niña, más inocente, y parecía el paradigma de irlandés, más que de escocés: pelo rizadísimo, rojo como una llama, estaba llena de pecas. Ropa siempre cómoda, pero sin ir cargada de armadura.

Mary se miró al espejo al día siguiente. Ella y Mérida eran casi idénticas. Ella quizás tenía menos pecas, y sus rizos eran más grandes, cortos y menos numerosos, pero sería cuestión de detalles. Y Alyssa y Ástrid serían otro tanto, aunque la de verdad tenía el pelo suelto y por los hombros. Y vale, quizás las dos tenían algunos rasgos faciales distintos, por el paso del tiempo, pero ¡joder! ¿Cómo podría callarse algo así? Aquello, desde luego, no era algo normal.

Dos días después, el resto de las asignaturas del semestre habían obligado al grupo a volver a la biblioteca. Mary no había dicho nada más de la prima de Robbie, así que se suponía que nadie notaría que ella también iba por si veía por casualidad a Alyssa y todo se ponía en su sitio viendo que no, que no eran tan iguales.

—Tendremos que quedarnos pronto a trabajar, si el de Zoología básica nos echa tanta presión como dice que hará —decía Dylan, mientras buscaban libros.

—Mejor así, me parece peor hacer sólo un examen o sólo un trabajo del que dependa toda tu nota —comentaba Mérida. Se había quedado encantada mirando un libro de la sección de mamíferos en Noruega.

Cuando tuvieron los libros que necesitaban, en vez de llevárselos (que ya tenían varios), fueron a una sala de estudio a ojearlos y sacar información rápido. Tenían un par de horas muertas antes de la siguiente clase, así que no tenía que ser problema. Pasaron por delante del mismo mostrador donde habían encontrado a Alyssa, pero no estaba ella, sino una señora de unos cuarenta y pocos años con cara de mala uva. Había que reconocer que Mary se sintió decepcionada.

Mil años [Mérida x Ástrid - Brave/Cómo Entrenar a Tu Dragón]Where stories live. Discover now