5. Un legado de mil años

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Las imágenes pasaban muy rápido delante de los ojos de las dos chicas. Estaban juntas, como si estuvieran viendo una tele hiperrealista y sin bordes. Cada acción transcurría a alta velocidad, pero lo captaban todo.

Aparecían casi todas las escenas de los sueños que habían tenido, pero desde fuera. Mérida y Ástrid se conocieron en un intento de tregua entre los nórdicos y el reino de DunBroch. La tregua se cumplió, y se hicieron banquetes para conmemorarlo. Las dos chicas, que al entender de Mary tenían un aspecto muchísimo más peligroso que el que tenían ella y Alyssa, hablaban como si fueran amigas de toda la vida. Además, de alguna forma, Freya había permitido que sintieran lo que sentían ellas, porque Mary se notaba ligeramente embriagada por ese aspecto poderoso y seguro que ofrecía Ástrid. Alyssa debía de sentir algo similar, porque ahí de pie, observando desde fuera aquella conversación, le estrechó más la mano.

Aquel era el sueño que Mary había tenido el día después de conocer a Alyssa. El de escoceses y vikingos reunidos felizmente en una fogata.

Las escenas fueron saltando a otras de más recientes. Mérida se aventuraba con su caballo en un bosque persiguiendo fuegos fatuos. Ástrid volvía a su país, donde una rebelión había empezado. Notaban ambas cómo se echaban de menos la una a la otra.

Qué bonito es el amor. Puede llevarte a hacer locuras. Como la que sigue.

Ástrid apareció entonces rezando a Freya por poder encontrarse con Mérida y poder ser felices juntas. La diosa apareció en su forma favorita, un gato, a los pies de la nórdica.

—Si quieres volver a estar con quien amas, ella tendrá que demostrar su valía igual que tú lo has hecho incontables veces —pronunció la gata Freya—. Pero debo advertirte: no va a ser agradable para ti.

—Da igual, ¿cómo la encuentro?

—Ella vendrá a ti. Ya está de camino, de hecho.

Ástrid se alejó de la gata y el templo de Freya y empezó a buscar en el horizonte marino. No había nada que le llamara la atención.

Tardaron unos días, de hecho, pero se reencontraron. Mérida y algunos guerreros de la corte del rey visitaban Noruega en busca de continuar la tregua que se había empezado semanas atrás en territorio escocés. Allí, más banquetes se sucedieron, en los que Mérida y Ástrid empezaron en secreto una relación. Freya pasó a más velocidad esas escenas adrede para que sus invitadas recordaran que no estaban allí para pasarlo bien. Mary y Alyssa se habían soltado las manos de la vergüenza de lo poco que habían visto.

Entonces la escena se pausó en un pueblo medio incendiado de Noruega. Parecía que una batalla había sacudido el lugar. Un grupo de guerreros huía de la guardia real de Noruega. Ástrid y Mérida formaban parte de aquella guardia. Parecía una victoria muy costosa.

Todos los humanos tienen un defecto fatídico que provocará su destrucción. El de Ástrid era el orgullo. No fue capaz de retirarse cuando le ordenaron, y causó muertes y el incendio.

Luego, la escena se centró en Mérida, en plena batalla. Ella se alejaba momentáneamente de Ástrid para poder disparar con su arco con toda la comodidad del mundo y fustigar a sus enemigos. Lo hizo justamente cuando más necesitaban un combate cuerpo a cuerpo en ese flanco. Un vikingo hería a Ástrid a los pocos minutos de que Mérida se alejara.

El de Mérida era el individualismo. Querer hacer las cosas a su manera sin contar con los demás casi le costó la vida de su amada, quien ya había cometido el error de aguantar la posición.

Mary reconoció entonces esas escenas. La batalla en la aldea, y a Ástrid tumbada en la cama, con Mérida cogiéndola de la mano para intentar insuflarle algún tipo de energía o ánimo. Eran también cosas que había soñado, esta vez apenas un par de días atrás.

Mil años [Mérida x Ástrid - Brave/Cómo Entrenar a Tu Dragón]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin