2. Querida, querido...

1.3K 54 8
                                    


2. Querida, querido...:

Un mes. El tiempo que ha pasado desde que empecé, y aun no me acostumbro ver a ese hombre sin dejar el suelo babeado. Por lo menos voy progresando. La primera semana apenas podía hablar frente a él, temiendo que si utilizaba la boca lo hiciera para dejarlo inconsciente a besos. La segunda empecé a contestarle con monosílabos temblorosos mientras lo acosaba a miradas furtivas en las que me pillaba continuamente. ¿Se habría percatado ya de mi admiración hacia sus genes perfectos?. La tercera fue la peor. Por fin hablaba pero para las tonterías que soltaba por la boca podría haberme quedado calladita. La mayoría de veces él sonreía en respuesta, supongo que para no hacerme sentir mal. Incluso una vez me caí de rodillas frente a él, cuando vi lo que quedaba a la medida de mis ojos creí que explotaría por el calor corporal. Lo peor fue que con las prisas no tuve mejor idea que engancharme a sus perfectas caderas para alzarme.  Su cara fue un poema, sino salió corriendo a ponerme una denuncia por acoso laboral fue porque Dios no lo quiso . Y como una cobarde estuve tres días sin poderlo mirar a los ojos. Hasta que por fin llego la cuarta semana, donde decidí que se acabaron las gilipolleces. Claramente yo no le atraigo de ninguna manera más que la de jefe y subordinada. Después de arrodillarme frente a él como si fuera a hacerle la mejor de las mamadas, creo que ni eso. Así que para mi sorpresa y la de él me he convertido en la perfecta secretaria, con mi torpeza general, pero una trabajadora cualificada para su puesto. He conseguido ganarme a cada uno de sus clientes como la más antigua de la plantilla. Y ya de paso a mi padre, que no le cabe más orgullo por mí, entre pecho y espalda. Pero todo esto no evita que de vez en cuando me quede embobada observándolo. Es que es tan adorable, con su labio inferior ligeramente más grueso, sus ojazos pendientes de los papeles frente a él y su mandíbula apretada por no gustarle mucho lo que lee, le hacen tremendamente varonil. En mi vida me he cruzado con un hombre con su tremenda expulsión de testosterona por cada poro del magnifico cuerpo que tiene. No me considero una salida pero con Hugo estoy haciendo una excepción, poniéndome cachonda cada vez que se dirige a mi con esa potentorra voz. Me veo obliga a disimular cuando se levanta, tensando sus músculos y los mios, para dirigirse a mi mesa. Cojo el primer papel, intentando aparentar que estoy sumergida en mi trabajo.

–Diana, ¿podrías llamar a Marcos e informarle que para el jueves tendremos lista su imagen publicitaria?.

–¿Pero no era Susana la encargada en llamarlo a él?.–frunzo el ceño ante la sonrisa que aparece en sus labios.

–Si, lo era hasta que llegaste tú y te lo metiste en el bolsillo. Has transformado a la bestia, nunca lo había escuchado tan dulce como cuando me pidió que lo atendieras tú exclusivamente.

No puedo retener la carcajada que sale de mis labios.

–¡Pero que dices!, si Marcos es de lo más adorable siempre.

Hugo niega con la cabeza y su sonrisa se hace más amplia.

–No guapa, eso es solo contigo. Me estoy empezando a replantear que es lo que le estas proponiendo a mis clientes.–Y por primera vez en el mes que llevo trabajando Hugo me pega un repaso con su fría mirada, que me pone de todas las formas menos fresca.¿A caso lo que oigo es un tonito juguetón?. 

Pues juguemos.

–¡Oh! perdone jefe, ¿Y que se supone que tengo yo para ofrecerle a sus clientes? A parte de publicidad claro.

Coloco los codos sobre el escritorio para que, desde su posición, se aprecie el inicio de mis pechos por el escote. Para que vea lo quiero ofrecerle a él. Y no es que tenga muchos, pero si los suficientes para ganarme una escasa mirada de su parte. Desde luego este hombre me convierte en una auténtica zorrona. Sonrío complacida cuando carraspea un poco incomodo y desvía su mirada de ellos hasta mis ojos.

–Ya veo.–susurra antes de girarse.

 Apañado está si se piensa que se va a quedar así ahora que he conseguido la mínima atención de su parte.

–Ya veo lo que ves.–desabrocho otro de los botones antes de que se vuelva hacia a mi. 

Su mirada no tiene más remedio que desviarse hasta mis pechos de nuevo.¡Que divertido! tengo que morderme el labio para no explotar en una carcajada.

–¿Como?.–Al pobre le tiembla la voz y todo. Por lo visto no es tan inmune como creía.

–Que voy a llamar a Marcos otra vez.–Su astuta mirada se clava en la sonrisa inocente que le doy. Me ha entendido a la perfección.

Toda diversión se esfuma cuando inclina su imponente cuerpo, posando las manos en mi mesa y quedando lo bastante cerca para oler ese aroma embriagador que desprende. Mis ojos se clavan en sus labios cuando sonríe ampliamente, y tengo que morder los míos, castigándolos por querer besarle.

–Hazlo y de paso abrochese unos cuantos botones de la camisa, no creo que a su padre le haga mucha gracia que te expongas de esa manera.–mis ojos se abren de par en par y noto la rojez apoderarse de mi rostro. ¿Como se ha atrevido?.–No me mal-interprete querida, a mi no me atraen los atributos de una niña como tu, pero hay mucho pervertido por la vida.

Su sonrisa se amplia mientras se dirige a su despacho tranquilamente. ¡Será cabrón! Y no lo digo porque me mire las tetas, ni siquiera porque se atreva a insinuarme que una prostituta se expone menos que yo. Pero ¿Niña? ¿Donde coño se supone que esta la niña?, porque como no sea que la haya visto entre el canalillo, Hugo conoce poco de mí para definirme como niña. Me abrocho los botones de la camisa con rabia, jurándome interiormente que se va a tragar cada una de sus palabras. ''Querido'' Hugo, te voy a demostrar lo mujer que puedo ser.




Relaciones laborales.Where stories live. Discover now