Huyendo Cap' 1.

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Narra Julia:

Desde que tengo memoria, recuerdo que la palabra que menos se mencionaba era la paz. Excepto por mi padre, él siempre mantenía la esperanza. Y esa tan deseada paz... Que cuando estas en medio de una guerra lo que más deseas es eso, Pero cuando tu guerra lleva durando más de 2.000 años. La esperanza son como cenizas que se desvanecen fácilmente.

Caminaba por los pasillos de mi casa y me pare en la puerta de la habitación de mis padres al oír que mi madre estaba discutiendo con mi padre. Puse mi oído contra la madera de la puerta y oí la conversación.

— ¿Qué voy hacer si no vuelves?  ¿Ah? Dímelo que haré, tenemos a nuestra hija, tienes a Julia, Howard. — Replicó mi madre llorando. — No puedes arriesgar tu vida por salvar unos cuantos palestinos. ¡Peleamos contra ellos, por el amor de dios! ¡Ellos son los invasores, no nosotros! — Exclamó mi madre.

— ¡Hay niños allí Silvia! ¡También mujeres! ¡Ellos no eligieron vivir en esta guerra, si puedo salvar un niño o dos lo haré porque es lo correcto! ¡Es lo correcto! — Escuche a mi padre gritar exaltado.

— No es justo Howard, son sólo unos palestinos... — Escuchaba a mi madre llorar.

— Mira. Sé que en el fondo sabes que matarlos no es la solución, y no lo es Silvia... No es justo que yo mate una familia entera, dime ¿Qué pasaría sí fuéramos palestinos? ¿Sí llegaran unos soldados con armas a dispararles a ti y a nuestra hija?

— Howard, no otra vez... — Sonó mi madre cansada — No lo somos... Somos judíos y somos...

— El pueblo de dios, — Le interrumpió mi padre. — pero, no tenemos que matar a inocentes. Te amo Silvia y amo a Julia con todo mi corazón, por eso te pido que si me pasa algo se vallan a Canadá con tu hermana.

— Howard... — Casi susurra mi madre con voz temblorosa. — No digas eso, tú, tú vas a estar bien.

— Por favor, por favor... — Escucho a mi padre suplicante.

— Esta bien, lo... Lo haré. — Toma una respiración profunda y prosigue — Trata de volver... Te amo. — Sonó mi madre triste.

— Yo igual. — Dice mi padre con la voz igual de triste.

Las lágrimas corren por mi rostro con lo que acabó de oír, me levanto y me dirijo a mi habitación. Trato de calmarme y ocultar mis lágrimas, ya qué sé que mi padre vendrá pronto, para darme las buenas noches. Voy viendo como se abre la puerta de mi habitación y entra mi padre con una sonrisa.

— Hola Julia. — Me sonríe mi padre, mientras se va acercando y se sienta en mi cama. — Veo que éstas acostada, ¿Ya tienes sueño? — Me dice mientras me acaricia el pelo y le asiento. — Bien pues... Conoces las reglas. Una princesa como tú no se puede ir a dormir sin un: cuento, vaso de leche, o lo de siempre.

Le sonrió, le contesto decidida y contenta.

— Lo de siempre. — Respondí sonriendo.

— Lo que sea para la princesa de la noche. — Me dijo feliz y comenzó a cantar: Leavin on a jet plane, la canción que me cantaba todas las noches. Pero, mientras él cantaba la canción yo sentía y al mismo tiempo veía en sus ojos que quería decirme muchas cosas. Pero no lo hizo. No sería justo para una niña de seis años decirle que tal vez no vuelvas jamas.

Cuando termino de cantar me dio un beso me acaricio la frente me dijo:

— Te amo Julia, eso nunca lo dudes. . . — Suspiró — Prometeme algo. Nunca guardes odio y rencor por alguien que no tiene la culpa. Muchas veces creemos que una o muchas personas tienen la culpa de algo. Y no es así, ¿Comprendes lo que te digo?

— Sí papá. — Dije asintiendo.

— Bien. . . Buenas noches nena. — Me dio un beso en mi mejilla y yo en la de él.

— Buenas Noches. — Dije mientras se levantaba y se retiraba de la habitación.

Cerré mis ojos y aunque me costo un poco logre quedarme dormida. Despierto la mañana siguiente con la luz del sol y me levanto rápidamente, camino por la casa buscando a mi mamá para que me diga a que hora vuelve papá y cuando sabremos de él... Consigo a mi mamá preocupada y apenas me ve, me abraza.

— Hola hija, ¿Qué tal dormiste?

— Bien, oye ¿Cuándo regresa papá? — Cuestiono.

— Amm... Papá vendrá cuando termine de trabajar, ¿Ok? — Contesta ella, con una débil sonrisa.

— Ok. — Le contesto, con una sonrisa prácticamente forzada. O así era como me sentía, forzada. Forzada a sonreír cuándo ambas ya sabíamos que algo malo estaba por pasar.

Paso todo el día y papá no regreso, mamá hizo un par de llamadas preocupadas. Y luego le llego una llamada que contesto preocupada.

— Julia, necesito que vayas a tu habitación y no salgas. — Ordenó mi madre tapando la bocina del teléfono, se lo volvió a poner en el oído y aunque me quería quedar tuve que hacer caso.

Minutos después oí que la puerta de la casa se abrió y la cerraron. Mi madre y yo eramos las únicas en casa, Y no creo que hayan llegado visitas. Así qué creo que salió.

Estaba acostada en mi cama, esperando... Esperando a que me dijeran algo, aunque yo ya sabía que la noticia que me llegaría no seria buena. Escuche un ruido de afuera. Me asome por la ventana y vi que mi madre llegaba. Se veía cansada y triste.

A los pocos minutos se abrió la puerta de mi habitación. Ella entro despacio como sí tuviera miedo a verme a los ojos y decirme la verdad.

— Julia, tu papá... — Pronunció con su voz triste, y yo negué con la cabeza — Tu papá ha muerto en batalla.

Y allí sólo llore mientras mi madre me abrazaba. Sentí por primera vez como sería estar sin alguien que amas, mi madre me dijo mientras me abrazaba y también lloraba.

— Iremos a Canadá Julia, en 3 meses, después de que cumplas 6 años, nos iremos... Eso era lo que quería él.

Pasaron los meses incluyendo el cumpleaños más triste del mundo y nos fuimos a Canadá.

Lo supe. Supe que no volvería, que moriría y no estaría más conmigo... Y aún así no le dije nada. No le pedí que se quedara. No pude hacerlo, había algo en mí que me lo impedía... ¿Soy mala hija por eso? ¿Es mi culpa que él no haya vuelto a casa?
Estoy viendo la ventana del avión pensando en todo lo que ha pasado e intento contener las lágrimas para que mi mamá no se ponga más triste, sé que ella muchas veces ha ocultado su dolor para que yo no la vea triste.

Bajamos del avión y nos recibe mi tía con un abrazo...

— Hola Silvia, — Saludó mi tía, mirando a mi madre con lastima, la abrazo y luego se dirigió a mí — Hola Julia, soy tu tía Franchesca pero puedes decirme Fran'. — Dijo ella con una sonrisa a la cuál yo no correspondía.

— Hola tía Fran', gracias por recibirnos. — Conteste abrazándola también, pero sin sonreír.

Y no quiero sonreír más.

Nuestro amor es un pecado.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin