Escapes y robos.

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Narra Julia:

Hoy no fui a la escuela, pero mi mamá sí. Ayer estaba tan molesta que llamó al director para que Ali y yo estudiemos en salones distintos. E incluso tratar de que los profesores vigilaran si nos vemos en los recesos. Trate de hablar con ella para persuadirla a no hacerlo. Pero, cuando es de ese tema... Nunca escucha. De echo, en cualquier tema que estemos en desacuerdo, nunca puede escuchar mi opinión. Después de todo sólo soy una niña inocente. Pero lo que ella no ve, es que parte de mi inocencia murió junto con mi padre.

Estoy viendo por la ventana, veo un parque desde lo lejos, niños jugando con miradas tiernas y llenas de ilusión. Ahora eso me parece tan ridículo, en algún momento todo eso se ira y solo les quedara la amargura de la vida... Escucho la puerta abrirse, volteo y es mi tía Fran.

— Hola cariño, ¿Cómo te fue en la escuela? — Me preguntó mi tía, parándose a mi lado.

— Mira tía con todo respeto, si vienes a decirme que hice mal por ser amiga de Ali. Entonces no quiero hablar. — Le conteste ya harta de los regaños de mi madre, quizás fui muy grosera... Pero no podía fingir más tomando el papel de: "Niña educada" Ni siquiera con la tía Fran que casi no la conocía, no me importo si me llegaba a castigar o incluso golpear, además sé que mi mama le hablo todo a mi tía acerca de Ali... La escuche cuando se lo decía molesta.

— No Julia, no vengo a decirte que lo que hiciste está mal, vengo a decirte que lo que hiciste estuvo maravilloso. — Sonrió mientras se acercaba a mí.

— ¿Dis...cul...pa? — Cuestione sorprendida por lo que había dicho. ¿A ella no le molestaba qué yo tuviera un amigo palestino? ¡Ella también es judía! Ella debería todos los palestinos, como todos los judíos. ¿Verdad?

Me mira con una sonrisa y niega con la cabeza.

— Cariño, tú hasta ahora haz crecido en un ambiente de guerra. Tu madre paso toda su vida en ese ambiente de guerra y le enseñaron a odiar a los palestinos. Ella no conocía nada más así que lo acepto, y yo también, por muchos años. Creía que los palestinos tenían que desaparecer y que merecíamos ganar por ser el pueblo de dios. Pero luego... Decidí mudarme a Canadá, y cuando comencé a trabajar conocí a mi compañera de trabajo que muy pronto se volvería mí mejor amiga. Y ella era palestina. — Me confesó sonriendo. — Tu madre no hace esto por maldad, ella cree que eso es lo correcto y no es así. — Me dijo ella mientras se sentaba en la cama y yo seguía de pie. — Maltratar a las personas inocentes jamas sera correcto ni justificado. Y no sabes cuanto me encanta, me encanta que tú a pesar de todo. No tengas odio en tu corazón. — Me dijo y no pude pensar en nada más que no fuera mi padre. Así que de mi rostro corrió una lágrima. — Cariño, tu padre habría estado orgulloso de ti... — Dijo Fran sonriendo.

Guarde silencio un momento. ¿Cómo... ¿Cómo podría estar orgulloso de mí? Él ya no estaría conmigo jamas, desde que murió sólo me invaden preguntas... — ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué dios no lo protegió? — Deje caer otra lágrima. — Él nunca odio a nadie. — Solloce y mí tía hizo una mueca ante mi comentario. — ¿Qué dije? — Le pregunte confundida.

— Ay querida... Tu padre años antes de que tú nacieras, era un hombre muy diferente. Odiaba a los palestinos y a todos los que no pensaran igual que él. Pero luego, un pequeño suceso lo hizo cambiar su manera de ver las cosas. — Contestó ella mirándome un tanto seria.

— ¿Qué fue lo que le pasó? — sorprendida, me le quedo mirando como si me hubieran mostrado un espanto. Desde que recuerdo mi padre siempre crítico la guerra... Pero, peleaba para poder mantenernos y tener una vida cómoda. Y que me digan que él no siempre fue así, me impresiona.

Nuestro amor es un pecado.Where stories live. Discover now