La primera noche

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Joaquín se veía muy emocionado en el asiento trasero del auto, su padre lo estaba llevando con José a su Estudio. El chico se sentía feliz, sin saber cómo decirlo, estaba enamorado de la persona que lo hizo hombre, y él lo había aceptado en su vida. José también se había enamorado de su ternura y virilidad, y le encantaba demasiado como lo hacía sentir en la cama. Llegaron al Estudio y se despidieron, y ya dentro de él Joaquín se le plantó delante mirándolo lujurioso. José se le acercó, lo tomó entre sus brazos y puso sus labios en los del chico, besándole cada uno de sus labios por separado, y luego se frotó su lengua con ellas, lo volvió a besar y metió su lengua dentro de la del chico, frotándola con la lengua de él. El chico soltó sus labios, separándose de José y dijo:

—Quiero estar contigo, vamos a la cama –dijo Joaquín.

—¿Qué hay que hacer antes amor?

—Limpiarnos bien.

Los hombres se dirigieron al baño, José le entregó los enemas al chico para que se los aplicara mientras él se duchaba. Intercambiaron lugares, y cuando José terminó de limpiarse, se metió a la ducha con Joaquín que lo estaba esperando.

—No sabes cómo te he extrañado –dijo José antes de besar en la boca al chico.

Joaquín frotaba su lengua dentro de la boca de José, bajó su mano y empezó a masturbarlo. José soltó un gemido y separó sus labios para decir.

—Qué rico, no pares mi amor.

Joaquín acercó su pene y comenzó a masturbarlos juntos, José intensificó su beso y lamió los labios de Joaquín sin despegar sus labios.

—Quiero estar contigo –dijo Joaquín.

—Vamos a la cama.

Sin secarse siquiera, caminaron hacia la cama, Joaquín se arrodilló en ella, y con sus manos abrió sus nalgas para dejar ver su ano. José metió sus brazos por las entrepiernas y subió el culo de Joaquín hasta su boca, quedando el chico casi sostenido por su cabeza. La bolas y el pene de Joaquín acariciaban el pecho de José, y él comenzó a lamerle el ano. El chico gemía excitado y tenía delante de él el duro pene de José, erecto para él, esperando ser devorado. Como pudo, el chico logró meterlo a su boca y comenzó a chuparlo. José soltó un gemido de placer y dijo:

—Así Joaquín, chúpalo así, no pares.

Los gemidos comenzaron a sentirse en toda la habitación, y en cada uno que soltaba José, le apretaba las nalgas al chico, metiendo con fuerza la lengua en el ano. Le escupió el ano, y lo lamió con fuerza, lo volvió a escupir, sopló suavemente sobre él, y lo volvió a lamer. Soltó a Joaquín suavemente hasta colocarlo en la cama, lo empujó para que se acostara boca abajo, se colocó encima de él, sobando su pene con las nalgas del chico. Metió los brazos por debajo de su cuerpo y lo alzó para acariciarle el pecho y el abdomen, mientras le besaba el cuello buscando la boca del chico.

—Te quiero –dijo Joaquín excitado.

José le guio el cuello con su mano y lo besó en la boca con fuerza, frotando su lengua dentro de la del chico, para besarle luego cada uno de sus labios, lamerlos varias veces mientras lo besaba, y le volvía a meter al lengua. El chico se retorcía de placer al sentir los movimientos de José en sus nalgas, la saliva entre ellas permitía que el pene del hombre frotara deliciosamente sobre el ano del chico.

Lo soltó para que cayera sobre la cama, y comenzó a besarlo suavemente en el cuello y por toda la espalda, al llegar a las nalgas las acarició con deseo, y las besó repetidamente hasta que su lengua tocó su ano, y volvió a lamerlo. Le escupió, le metió un dedo, luego dos, abrió los dedos en forma de tijera, y los movió dentro de él. José puso la punta de su pene en el ano del chico y comenzó a penetrarlo poco a poco, siguiendo los movimientos que Joaquín hacía con su cuerpo, hasta que lo metió hasta los vellos. Lo cogió suavemente y sintió que el chico le dolía algo, así que se levantó, buscó el lubricante en base a silicón, lo untó sobre todo su pene y luego untó el ano y dentro de él usando dos dedos.

Escort para un retrasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora