|cinco|kth

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Hye escuchó a lo lejos un sonido suave que pronto le hacía despertar, escuchaba lejano el golpeteo. Pero pronto abría los ojos el sonido se hacía más fuerte.

Su cuerpo dolía como si lo hubiese maltrato, golpeado o utilizado como estropajo sin cesar.

Sus ojos se abrieron con dolencia mientras chillaba levemente por el dolor. Observó en lugar en donde se encontraba.

Su habitación, estaba sola. Recostada en su colchón. Su cabeza dolía como los mil demonios. No entendía que pasaba. Y sus pensamientos más la confundían.

—Vaya, hasta que despiertas. —la voz de su amigo la hizo salir de sus adentros. Sus pensamientos volvían a su cabeza. Ella no sabía cómo había llegado a su habitación. Era de día, lo notó cuando observó a su derecha la ventana de su habitación. La luz entraba con gran alumbramiento.

Trató de levantarse de su cama, pero al sentir una ráfaga de calor en su cuerpo, volvió a caer rendida en el colchón.

—¡Carajo! ¿Qué me ha pasado? —y tal vez su voz fue elevada a un nivel cinco, pero estaba más que aturdida. Sobó sus sienes con tal de obtener descanso, pero irremediablemente no le hallaba alguno.

—Tranquila, no te muevas— le respondió Min mientras le volvía a acomodar en su cama. Preocupado le acomodó la almohada en su nuca, y le ayudó a girar un poco a su derecha—. Caíste dormida ayer por la madrugada— le respondió sin rodeos—, ¿por qué no has dormido bien, he?

¿No lo había hecho? Tal vez no, solo había pasado un día en vela, gracias al incidente, pero de ahí, su vida era completamente normal. Era un adulto enseñándose a andar por el mundo.

¿Quién no se dormía a tardes horas de la noche?

—Si lo hago—mintió—. Jamás creí que el sueño me consumiera tan rápidamente, joder, no recuerdo nada.

Y Min le sonrió

—Es normal, has estado muy cansada, además con esto de tú minino; tienes tus razones— su voz sonaba tranquila, Min se encontraba a un costado de su amiga, tendiéndole la ayuda necesaria—, solo descansa, duerme un poco más si quieres.

Pero el sueño no era la salida a su cansancio. Ella necesita algo más, y aunque se sentía cómoda con la compañía de su amigo, algo no le cuadraba.

—¿Tú me has traído hasta la habitación? — le preguntó, no recordaba nada y quería refrescar su memoria. Quería respuestas.

—Claro, ¿debo recordar que caíste como un muerto dormida? —le apresuró a decir, ella frunció el ceño, quería disculparse por algo que no recordaba pero si lo decía Min, era verdad—. No me pongas esa cara, solo fue un favor.

—Lo siento, creo que con todo esto de la pérdida del único ser que me acompañaba me está matando, ¿es posible? — le preguntó con aquel borde de impaciencia.

—No lo sé—le soltó sin querer hacer más amena la conversación—. ¿Por qué te esfuerzas en querer ver el lado negativo de todo esto? Digo, has bajado mucho de peso, dices cosas que no son, inventas tonterías e inclusive caes en los brazos de Morfeo sin esperar llegar a el colchón, claro, sin recabar que no recuerdas nada, ¿todo bien en casa? —las palabras de Min Yoon Gi taladraron el cerebro de Hye y por un momento hicieron eco en su mente, aquello era verdad, pero no era apropiado hablar de ello ahora se sentía su cuerpo arder como si bailase en el infierno.

No ahora.

—Necesito hablar con...—más sin embargo Min Yoon Gi la interrumpió, antes de que ella recuperara la postura normal para andar, él la sostuvo de nuevo por los hombros ahora algo abatido y molesto porque su amiga era una terca.

—No, no necesitas hablar con nadie—su voz fue una demanda y al instante Hye lo captó, su cuerpo fue vuelto al colchón de la manera más brusca que se pueda. Frunció su ceño al ver cómo iban las cosas—. Necesitas descansar, he consumido de tu fuerza más de lo debi...—se calló al instante.

—¿Qué tú has hecho qué?

—Tu cuerpo...

—Min Yoo...

—Tu cuerpo ha consumido más fuerza de la debida—se corrijo así mismo, prosiguió a tomar de sus manos para jugarlas con nerviosismo—. No quise decirte nada pero, cuando tú dormías un doctor vino a ver tu estado y me pidió que tu cuerpo tomara reposo absoluto.

Mentira.

Aunque todo le parecía muy extraño, era verdad. Ella podía jurar que su amigo no mentía, él no era así, y ahora que lo veía de otro modo, podía darse cuenta de que solo trataba de cuidarle. Buscó de donde pudo la mejor sonrisa para agradecerle.

—Sólo... quiero hablar con Nam Joon, ¿es mucho pedir? — le preguntó y al momento de que su amigo captara aquellas palabras su ceño se frunció, aunque no quisiere, debía de dejarle, no era su decisión aceptar con quién hablar.

—Claro—adentró una de sus manos a su bolsillo y le tendió su propio móvil a Hye—. Toma el mío, apuesto mí propia alma a que no sabes dónde está el tuyo.

Una sonrisa incomoda se formó en su rostro, ¿su alma? ¿desde cuándo él hablaba de esa manera?

—Oh, no, no. Mi móvil debe de estar por ahí, deja yo...

—He dicho que tomes el mío. Saldré para darte tu espacio

Y sin más se fue de ahí, Hye quedo atónita ante el repentino comportamiento de su amigo, todo esto era demasiado raro y ajeno, desgraciadamente sentía que algo no cuadraba aunque todo supuestamente volviera a la normalidad.

Tomó cuidadosamente el móvil de su amigo y al momento de mover sus hombros para obtener el objeto; estos le pesaron como si cargase rocas en ellos desde que llegó al mundo. Le pesaban tanto que con mucho trabajo logro alcanzar el móvil, sus muecas de dolor y gritillos de lamento no atrajeron la presencia de su amigo, quien había salido de la habitación.

Marcó el número dejando atrás el repentino dolor que arrojaba su cuerpo. No entendía que pasaba por ahora, algo que si sentía: era aquellos ojos viéndole hacer cada movimiento, giró varias veces buscando rastro de una presencia, de alguien a quien sentía.

Pero nada. Estaba sola, como lo estaba desde hace tiempo.

—¿Nam? —su voz le hizo relajarse, su voz, su simple voz era todo en este mundo—. Necesito que vengas a mi departamento, yo...—Hye retiró el móvil de su oído derecho al tener que escuchar aquellos gritos que le interrumpieron.

—¡Hye, maldición, te llame por días! — le gritó y Hye no dejaba de hacer gestos de desaprobación—. Tu amigo no me dejaba verte, ¿captas eso? Días sin verte me hicieron perder la cabeza, joder, perderla, ¡no la sentía, amiga, no la sentía!

Fueron días lo que Hye estuvo dormida.

No fue uno.

Fueron días.

­Y lo que no sabía aquel chico de piel pálida, era que Nam Joon jugaba con la magia, jugaba con las velas, jugaba con los signos, y jugaba a seguir los pasos de toda su familia; jugaba a ser brujo.

Demonio; Kth |1| ✓Where stories live. Discover now