Capítulo IV

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|Narrador Omnisciente|

 

Era una mañana  hermosa, era fría y nublada pero sumamente hermosa, el clima era bastante frío, pero no de aquellos fríos que te hace querer quedarte en cama sin moverse, era un frío que te hacía querer estar en compañía de otra persona, del tipo de compañía con la que quisieras estar abrazado por horas, era un tipo de frío agradable, sin duda un frío romántico.

 

Esta mañana en la casa de los Sykes, justamente me indicare en la habitación de la chica de la casa, en donde Emma dormía tranquilamente abrazada de aquel chico rizado que le causaba confianza sin saber el porqué, este era un caso único en la propiedad, puesto que las demás habitaciones de la casa se encontraban completamente en un silencio y paz puesto que estaban completamente vacías, Owen, el padre de Emma se encontraba aún desayunando al otro lado de la ciudad.

 

El reloj nos marcaba las nueve menos quince de la mañana, cuando Emma sintió la necesidad de despertar, su intento se vio frustrado, ella dudo un momento dado a su gran temor de estar secuestrada en alguna bodega en Asia,pero al final lo hizo, cuando abrió los ojos lo primero que pudo apreciar fue el semblante tran tranquilo de él, de Ashton. Los brazos de él estaban rodeando el torso de ella, los brazos de ella estaban enroscados en el cuello de él, sus pies estaban entrecruzados con dulzura, ella podía sentir el suave aliento de Ashton chocar contra su rostro, sentía una paz increíble, en otros casos ella estaría histérica del miedo, pero él era especial, especial para ella, y Emma, aunque él aún no lo tuviera claro, ella era especial para él.

 

Ella estaba observando con detalle, el rostro de él, le parecía fascinante, veía con atención la comisura que se entre abría de sus labios rosados y carnosos, el largo de sus pestañas y la gracia que tenía su nariz.

 

Una sensación súbita de estornudo la invadió, cosa que hizo que ella estornudara por lógica, y su pequeño estornudo tuvo otra reacción, la que hizo que él despertara sumamente exaltado y asustado. Su mirada chocó con la de ella, y sintió sus manos relajarse, sentía como sus manos detenía en proceso de transformación de forma increíblemente veloz.

 

-Buenos días- dijo Emma dejando escapar una risa al ver la expresión de Ashton, a él le pareció tierno de ella y comenzó a reír con ella.

 

-Buenos días.

 

Ambos dejaron de reír poco a poco y se percataron de cómo habían dormido anoche, cosa que avergonzó a Emma, Ashton por su lado comenzaba a regañar mentalmente por el hecho de que cada cosa que ella hacía le parecía buena, ¿qué le sucedía?, había sido la primera noche que había podido dormir en calma desde hacía dos años, todas las noches sufría pesadillas ocasionadas por los malos recuerdos que su subconsciente enviaba a cada segundo durante su periodo de sueño, ¿qué tenía ella de especial? pues eso era lo que más lo cuestionaba esta mañana, porque aunque él no se lo hubiese planteado aún, si ella supiese acerca de su verdadera naturaleza, seguramente le daba un ataque cardíaco del miedo.

 

Ashton ayudó a Emma a preparar el desayuno para ambos, era algo muy divertido para él verla dar respingos cuando él la asustaba, porque sentía como era en realidad, él no la asustaba del todo, la sorprendía, pero algo dentro de Emma le decía que nunca podría tener miedo de Ashton, no de él, algo le decía que confiara en él, aunque no sabía que se lo decía quería hacerlo porque era algo que ahora le nacía del alma, con una fuerza tan grande que la hacía superar su millar de miedos para permitirse sonreírle a Ashton.

Esclavo de la Luna |Ashton Irwin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora