Capítulo 4: Visitas inesperadas

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Naruto comenzó al día siguiente a las 6 am. Kurama le dijo que debía hacer 50 sentadillas, abdominales, flexiones de brazos y 5 vueltas a todas las ruinas de la isla como entrada en calor. El Kyubi le hizo ponerse sellos de gravedad en cada extremidad, cosa que fastidió al rubio.

-Por ahora tendrán 5 Kg cada una, y aunentarenos de 5 en 5 conforme pasen las semanas.- explicó el zorro, y su Jinchuriki asintió.

Luego del ejercicio físico matutino, el niño almorzaba cosas saludables que encontraba en la isla. Por las tardes, se dedicaba a realizar los ejercicios de control de chakra, y cada vez le aumentaba más la dificultad. Por las noches antes de irse a dormir, leía libros de historia y matemática para volverse más culto.

Esto se volvió una rutina, y tan metido estaba el ojiazul en el entrenamiento que apenas se dio cuenta que ya había pasado un año. El Kyubi lo despertó esa mañana del 10 de Octubre para felicitarlo, aunque no sabía que sería el único.
Naruto salió fuera de su cueva, dispuesto a cumplir su nueva rutina de Taijutsu. Pero para su sorpresa, un gran resplandor de luz en frente de él lo obligó a taparse los ojos momentáneamente.

Cuando logró abrirlos, divisó 3 figuras femeninas y 1 masculina. La de la izquierda tenía el pelo rubio y largo, de ojos castaños, y vestía un kimono blanco con detalles amarillos que enmarcaba su enorme escote, y su piel era bronceada. La segunda era una mujer de pelo largo y blanco, ojos azules oscuros, su piel no era tan pálida, vestía un kimono blanco con lunas negras. La tercera era una pelinegra de ojos negros, piel pálida y vestía un kimono negro. El hombre era alto, y sus grandes músculos estaban cubiertos por una armadura samurái azul similar a la de Tobirama Senju, tenía el pelo blanco largo atado en una coleta de caballo y una barba un tanto grande.

-Un gusto poder conocerte, Naruto-kun.- saludó la rubia.

-¿Quiénes son ustedes?- preguntó alertado el niño.

-¡Más respeto! Son los dioses...- ordenó Kurama, asustando al chico.

-Dile a la bola de pelos naranja que no hace falta tanta formalidad...- dijo la del kimono negro.

-Mi nombre es Amaterasu, Diosa del Sol.- se presentó la rubia.

-Yo soy Tsukuyomi, Diosa de la Luna.- se presentó la del kimono blanco y pelo negro.

-Yo me llamo Shinigami, Diosa de la Muerte.- dijo la del kimono negro.

-Mi nombre es Susanoo, Dios de los Mares y Tormentas.- dijo el barbudo.

Naruto decidió preguntarles a ellos el por qué de su visita. Los Dioses habían ido con él para entregarle unos regalos especiales.

-¿Y por qué me quiéren regalar algo?- preguntó confundido el ojiazul.

-Porque tú eres el elegido, Kami te ha seleccionado para traerle la paz a este continente.- explicó Tsukuyomi, confirmando la teoría de Kurama.

-Comencemos con los regalos...- dijo Susanoo.

-Yo empiezo. Te otorgaré todo el conocimiento del universo, ya sea chakra, jutsus o simplemente historia.- dijo Tsukuyomi, dándole un beso en la mejilla derecha al niño.

-Yo te daré el Taijutsu, Kenjutsu y Fuinjutsu de los Dioses, y un instinto asesino que hasta los más valientes se asustarán.- dijo Shinigami, dándole un beso en la otra mejilla, y luego le dio 3 pergaminos.

-Yo te brindaré las llamas blancas y mi espada, Ryujin Jakka. Esta tiene tres fases: la de fuerza comprimida, el Shikai y el Bankai.- explicó Amaterasu, dándole un beso en los labios y su espada al niño.

-Yo te daré la capacidad de obtener todas las habilidades oculares del Sharingan y Rinnegan cuando despiertes cada uno de estos Doujutsus. Como si esto fuese poco, podrás usar la armadura de chakra del Susanoo con un control divino.- dijo el hombre, apoyando su pesada mano en la cabeza del niño.

-Agradezco que confíen en mí, ¡Les prometo que no los defraudaré!- dijo alegre y decidido el niño.

-Estamos seguros de que no lo harás...- dijo con una sonrisa la Diosa, y las 4 deidades se fueron de la misma manera que vinieron.

-Naruto, ¿Tienes idea de la responsabilidad con la que cargas ahora?- preguntó Kurama.

-Sí, y por eso debemos continuar con el entrenamiento.- dijo firmemente el rubio.

Él se sentía mucho más fuerte, y sabía muchísimas cosas más que antes. Miró su nueva espada, una simple katana enfundada que no tenía nada en especial. Le restó importancia y la guardó en su cueva, para poder comenzar con el entrenamiento de Taijutsu. Notó que su ropa ya le quedaba chica, así que se arrancó la camiseta y se puso el pantalón que le regaló Jiraiya el día de su cumpleaños. Para su edad, Naruto ya había perdido la grasa de bebé y su cuerpo ya se estaba moldeando correctamente debido a su nueva dieta. Salió de la cueva y se paró frente a un tronco, dispuesto a escuchar las instrucciones del zorro.

Las semanas comenzaron a pasar, y el progreso de Naruto era muy acelerado. Solo le tomaba algunos días aprender todas las katas de Taijutsu que le proponía cada estilo, y debido a esto el Bijuu decidió enseñarle otro estilo de Taijutsu. El que comenzó a aprender era el estilo Uzumaki, que suponía golpes a altas velocidades en puntos clave. A medida que fue progresando en este entrenamiento, el rubio comenzaba a agregarle fuerza bruta a sus ataques, y hasta a veces usaba un poco del chakra del Kyubi.

6 meses habían pasado de la llegada de los Dioses, y Naruto ya había dominado su estilo de lucha. Abrió el pergamino de Taijutsu que le dio Shinigami y comenzó a leer en lo que consistía ese estilo de pelea cuerpo a cuerpo. Se trataba de golpes provocados por la vista, es decir, el usuario expulsaba una cantidad increíble de chakra condensado por sus ojos, y este golpe iba a gran velocidad hacia el objetivo. En su estado más básico podría causar contusiones y cierre de los puntos de chakra, pero si se dominaba a la perfección podría causar fracturas de huesos e incluso la muerte.

Ya estaba preparado para seguir el entrenamiento, no debía perder ni un segundo. Hizo una promesa, traer la paz al mundo. Y él es Naruto Uzumaki, el hombre que siempre cumple sus promesas.

El Poder de los DiosesWhere stories live. Discover now