Capítulo 6: El poder en persona

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Ya habían pasado cuatro años desde que la familia Namikaze se dio cuenta de la desaparición del primogénito. Habían desplegado docenas de escuadrones ANBU para su búsqueda, pero nunca tuvieron éxito. Esto, por supuesto, era una problemática para Konoha ya que perdieron al Jinchuriki del Kyubi. Pero lo peor de todo era que Naruto era el único Jinchuriki del zorro, los otros dos ya habían gastado todo el chakra del Bijuu. Si esto llegaba a oídos del Tsuchikage o Raikage, una invasión a la aldea sería la cereza para el pastel del fracaso del Yondaime Hokage. Si tan solo supieran que dentro de poco tiempo el primogénito llegaría a ellos, aunque no de manera tan amistosa...

Nos situamos en una aldea de mala fama, donde viven los cazarecompensas. Por si alguno de ustedes, lectores, es muy lento para adivinar, no se preocupen que yo ahora se los digo. Me refiero a la Aldea de los Mercenarios, lugar donde se piden objetivos y que ganan dinero u otras cosas a base de cumplir bien sus misiones. Bien, en este maravilloso lugar existe gente de cualquier tipo, desde los más tímidos hasta los más psicópatas. Pero lo que de verdad nos interesa es que muy poca gente es reconocida y temida por todos y cada uno de los habitantes de esta ciudad. Encontrarse con uno de ellos por la calle sería aterrador, pero imagínate si tú eres su objetivo. Solo te queda rezar para que tenga piedad, ¿No? Pero otra vez, de este selecto grupo nos vamos a enfocar en una persona, cuya identidad es desconocida, aunque tiene un apodo.

El bar principal estaba lleno de hombres bebiendo cerveza y demás tragos alcohólicos, y estaban conversando en pequeños grupos. Pero el silencio reinó cuando la puerta se abrió y se reconoció un individuo con una túnica negra con capucha, una katana enfundada en su cintura trasera y una máscara blanca similar a un esqueleto, aunque con algunas líneas rojas.

 Pero el silencio reinó cuando la puerta se abrió y se reconoció un individuo con una túnica negra con capucha, una katana enfundada en su cintura trasera y una máscara blanca similar a un esqueleto, aunque con algunas líneas rojas

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-¡Es él!- murmuraban un poco asustados.

-¡¿Acaso le temen a alguien tan enano?!- preguntó fanfarronamente uno de los mercenarios.

-¿Has escuchado lo que le hizo a uno de los ninjas renegados de clase S de Iwa?- preguntó otro.

-No y tampoco me interesa, ¡Les  demostraré quién es el más fuer...- fue interrumpido el hombre arrogante, que miró a su estómago.

Tenía una abolladura en el estómago, pero el chico seguía en su lugar. Cayó al suelo en estado de coma, y el misterioso siguió su camino hacia la barra principal.

-¿No piensas levantar ese desastre?- preguntó un hombre barbudo, que estaba sentado detrád de la barra y parecía ser el jefe.

-No estoy para barrer, Chad.- dijo molesto el enmascarado.

-Por enésima vez, ¡Mi nombre es Sado!- gritó el hombre.

-Quiero la misión más difícil que tengas disponible ahora.- ordenó el chico.

-Bien, aquí tienes. Pero te advierto, este no es un oponente fácil...- dijo el barbudo.

-¿Raiga Kurosuki? ¿El espadachín?- preguntó el enmascarado.

-Sí, ahí tienes toda la información que necesitas.- indicó Sado.

-Vuelvo en un rato, este será mi último trabajo por ahora.- dijo el chico, que se fue del bar.

El bar principal volvió a estar envuelto en conversaciones y alcohol, él ya se había ido. Al cabo de media hora llegó a un pueblo bastante remoto en las montañas, que se dedicaba a la minería. El clima era lluvioso, pero aún así el enmascarado logró escuchar un grupo de personas. Vio una pequeña llanura, y un pozo para un ataúd en el medio. Divisó a su objetivo, un hombre alto de pelo verde, hablándole a una muchedumbre de personas.

-Estamos reunidos aquí para despedir a nuestro amigo, que será enterrado ahora mismo...- dijo Raiga, y varios hombres cargaron un ataúd al pozo.

-¡Déjenme salir!- gritaba una voz en el interior del cajón de madera.

El hombre estaba a punto de ser enterrado vivo, hasta que los que cargaban el ataúd cayeron muertos al suelo con un tajo en el pecho.

-¿Quién se atreve a interrumpir este hermoso funeral?- preguntó Raiga, notando como el ataúd había desaparecido.

-Creo que enterrar a alguien vivo no se considera un funeral...- dijo el enmascarado, poniéndose frente al espadachín.

-¡Acaben con él!- ordenó Raiga, y sus matones le lanzaron a por el enmascarado.

-¡Doton: Lanzas de roca!- gritó el misterioso muchacho, y todos los matones fueron atravesados

Raiga desenfundó las espadas gemelas Kiba y se lanzó a por su oponente. Este último no se quedó atrás y desenfundó su katana. Comenzaron un duelo de Kenjutsu, pero ninguno se sacaba ventaja.

-¿Crees que esa espada podrá derrotarme?- preguntó arrogante Raiga, que hizo retroceder al enmascarado.

-Raiton: Asesino eléctrico.- dijo el muchacho, disparándole un rayo a Raiga.

El ataque dio en el blanco, pero este no fue afectado. Varios relámpagos cayeron del cielo hacia el Kurosuki, y este canalizó los rayos hacia sus espadas.

-¡Muere!- gritó el hombre, lanzándole uno de sus ataques más fuerte al enmascarado.

Una gran explosión imposibilitó la vista de Raiga, hasta que la nube de humo se disipó. El enmascarado no había sufrido ningún daño, aunque la parte superior derecha de su máscara había sido rota.

-Ese cabello rubio te queda bien...- dijo con tono arrogante el espadachín, que se echó a reir como un desquiciado.

-No deberías reir mucho...- murmuró una voz a su espalda, y Raiga se dio vuelta.

No vio a nadie, pero sintió una patada en su espalda que lo mandó a volar. Al cabo de unos segundos, el espadachín se recompusi y se lanzó hacia el enmascarado. Siguieron su duelo de Kenjutsu, pero el misterioso muchacho llevaba la ventaja. Le acertaba cortes por todo el cuerpo y le daba golpes por todos lados.

Raiga logró separarse de su oponente y comenzó a cargar su ataque final. Muchos rayos se concentraron en sus espadas, y corrió hacia su oponente.

-¡Reduce la creación a cenizas, ¡Shikai!- exclamó el enmascarado, y su espada se envolvió en llamas.

Ambos chocaron sus espadas, y un gran resplandor dejó paso a una fuerte explosión. La montaña fue hecha pedazos, y en el centro de esa llanura había un cráter enorme. La nube de humo se disipó, y se podía ver a Raiga arrodillado en el suelo con muchas heridas fatales. El enmascarado estaba de pie y sin un rasguño, pero su máscara se había partido a la mitad.

-Rubio, ojos azul cielo y tres marcas de bigotes en la mejilla. ¿Quién es el que me va a llevar al infierno?- preguntó el peliverde.

-Naruto Uzumaki.- respondió el rubio, matando a Raiga con su espada.

El Poder de los DiosesWhere stories live. Discover now