Extra II

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Memories 0.2
~Octubre, 2005~Sweet sixteen

El sonido de la alarma me hace refunfuñar y tapar mi cara con la almohada, pero al recordar que día es me levanto de un salto sonriendo. Hoy es nuestro cumpleaños número 16.
Tomo una rápida ducha y me coloco un lindo vestido, amaba el día de nuestro cumpleaños, papá nos compraba un pastel y teníamos el día libre para hacer cualquier cosa e incluso nos dejaba usar la ropa que quisiéramos.

—¿Qué haces despierta tan temprano, Número Ocho?- cuestiona mi padre sin apartar la vista del periódico.

—Prepare unos cupcakes para mis hermanos, quiero sorprenderlos. - respondo y camino a la cocina.

La noche anterior mamá me había ayudado a cocinarlos.

—Feliz cumpleaños, Gwendoline.- me sorprendo al verlo parado frente a mi, lo veo titubear, rio abrazándolo.

—Gracias, padre.- palmea con suavidad mi espalda.

Regreso a mi habitación sacando la bolsa negra con los regalos para mis hermanos.
Dejo la charola en la mesa que está en el pasillo de las habitaciones, tomo uno colocando la pequeña vela naranja.

Entro al cuarto de mi asiático hermano, sonrío viéndolo dormir como un angelito. Dejo el pastelillo en su mesita de noche y el regalo por sus pies.
Repito esto en las habitaciones de mis hermanas.

—Que madrugadora.- la voz de Diego me asusta.

—¡Diego, que susto!- grito en un susurro- Se supone que deberías estar dormido.

—También tú. - se sienta dejando ver su torso desnudo-¿Qué haces aquí?

—Venía a dejar esto.- señaló él cupcake con su velita roja encendida- Casi haces que se me caiga.

Me siento en la orilla de su colchón y dejo la caja en su buró.

—¿Es para mí?- habla algo sorprendido, asiento- No tenias que regalarme algo, Gwen.

—Pero quise.- sonrío, se talla los ojos para quitar el resto de pereza- Ahora, pide un deseo.

Rueda los ojos antes de dejar estos en mi. Sonríe y sopla apagando el fuego.

—¡Mordida!- retiro la vara de cera para que pueda hacerlo.

—Wowowow.- me detiene alejando mi mano de su cara- Me vas a embarrar.

—No, claro que no.- sonrío con inocencia- Muérdele, mamá me ayudo a hacerlos, nos salieron deliciosos.

Me ve con sus ojos entrecerrados, cuando su boca toca el betún empujó mi mano, suelto una carcajada. La mitad de su cara se cubre con el dulce.

—¡Gwendoline!- me reprende, sin embargo no dejo de reír- ¿Sabes lo que quiero ahora? Besar a mi dulce hermanita.

Intento correr pero es más rápido y empieza a besar todo mi rostro mientras sus manos me hacen cosquillas. Mis peores enemigas, las odio, siempre he sido muy cosquilluda.

—¡Diego, basta!- digo entre risas, me muevo como gusano- ¡Vas a tirarlo!

Después de unos segundos detiene su tortura, el cupcake sobrevivió.

—Está delicioso.- murmura cuando sus dientes se encajan en el pan- Gracias.

—De nada.- me levanto sacudiendo la falda- Me faltan Luther y Klaus, nos vemos.

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