Bad Luck - JiKook/KookMin

Capítulo 7

Jungkook siseó mentalmente, cansado solo de pensar lo que podría pasar... o quizás... solo quizás, el exageraba, y su familia quizás no diría nada ante una unión que se podría considerar una blasfemia. Bueno, podría pasar, ¿no? Al fin y al cabo, fue la misma Diosa quien decidió que el lobito sería su pareja, aunque éste tenga -ya, así de pronto- La irritante costumbre de burlarse en un tono alegre de su especie, llamándolo pez. De entre tantas criaturas marinas que hay, ¿por qué pez?

Y allí estaba él, evadiendo incluso mentalmente el peso de lo que aceptó. Quizás la Diosa aceptaba devoluciones.

-No, no es aéreo. -Se limitó a responder, sabiendo que aún no podía arrepentirse. No realmente.

-¿Terrestre entonces? -Murmuró su madre. -Bueno, es imposible, pero juraría...

Si él fuera capaz de mostrar el pánico que sentía en su interior, seguro se habría notado en toda su cara. Como un buen príncipe, supo contener su expresión en aquél momento, pero por dentro hervía. Apretó los labios y se forzó a calmarse.

Sintió, a pesar de la nula atención que le estaba prestando al lazo -semi lazo- a su compañero. A través de sus dientes apretados, e incluso a través del vínculo mental, pudo enviar su gruñido de desacuerdo, sus aletas erráticas, y con las manos en puños, se movió hasta la puerta de mármol, y la destrozó con sus aletas en un pequeño arrebato de furia. Pequeño.

Sus dientes puntiagudos quedaron expuestos mientras observaba el mármol ser menos que escombros en el suelo, las aguas enfureciéndose junto con él. Su cuerpo fue ligeramente sacudido cuando las aguas enfurecidas lo mecieron levemente, los vidrios opacos de la oficina rompiéndose con su furia. De alguna manera, una manera muy equivocada si le preguntan a él, la voz de su compañero en su mente envió una calma a través de su columna y por el resto de su cuerpo, que no pudo simplemente seguir molesto.

Lo siento, pececito. Ojalá se pudiera evitar. -Fueron las palabras enviadas por el lobo. Cuánta mierda le haría pasar a ese hombre al volver a verse, no tenía ni idea. Él no estaba enamorado, no, ni remotamente, pero... el vínculo se establecía, echando raíces en su mente y en su ser. Era agradable, por primera vez en un largo tiempo, saber que alguien, alguien finalmente se daría cuenta si enfermaba, era herido, moría, cualquier opción, lo que pasara. No físicamente, pero alguien estaría allí, alguien lo notaría, alguien estaría ahí. Infiernos, iba siendo hora de encontrar a su alguien, estamparlo contra una roca y enseñarle todo aquello que aprendió con los malditos tritones y sirenas exhibicionistas que no pensaban en su estúpida soledad y que él no tenía a quien tomar del pelo mientras... no, no el tipo de pensamientos que debería de tener. Es decir, ¿qué diría su abuelita? Bah, si se respondía a sí mismo, la señora le diría "hijo, agarra a esa cosa bonita en forma lobuna, estámpale las aletas en el trasero, que vea que ya no puede ser solo un alfa, y que va a perder su virginidad anal probablemente de forma dolorosa, sudorosa, indecorosa, y ya luego..." no, de nuevo, no el tipo de pensamientos que debía de tener. Pero su abuela era una señora considerada algo loca, a la que le gustaba el interespecies, y que, evidentemente, le gustaba el sexo de manera extraña y sin contemplaciones. Ella probablemente no habría ni considerado la posibilidad de que su compañero siendo un lobo, fuera un problema. Seguro hablaría de los rumores sobre el tamaño de sus miembros, y cómo deberían de intentarlo con él todo peludo agachado en una roca para que él... ush, él era malo en eso de no distraerse.

Observó a sus padres, un poco espantados, pero, de nuevo, solo porque nunca le hubieran visto romper algo en medio de una rabieta, no era algo inesperado. Era muy común entre su especie volverse algo... difícil una vez mordidos.

-¿Qué pasó? -Le preguntó su madre.

-El futuro ex novio de mi compañero lo besó. -Solté, entre dientes apretados. -Pero como se acerque al agua, será un cadáver.