#34: Todo sucedió en un baño

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#34: Todo sucedió en un baño.

Dierk

Me levanté de la silla y rápidamente salí del aula, en busca de Aleit.

¿Quién es el idiota que está tras la mierda del periódico? Cuando lo encuentre no vivirá para contar lo que le hice.

Mientras avanzaba por los pasillos muchísimos pares de ojos se posaban en mí, y lograba escuchar algún que otro murmullo. Pero yo simplemente seguí caminando en busca de Rojita, no aguanto la idea de que puede estar llorando en algún lugar de este instituto.

Busqué en aulas vacías, patio, cuarto del conserje...y no la ví en ninguna parte. Aun así seguí buscando, y fue en el momento que estaba por cruzar un pasillo cuando escuché voces. Se trataba de Natasha y Susann, y al parecer estaban discutiendo pero en voz baja.

Agudicé mi oído para intentar captar algo:

—Te dije que no quiero meterme en más líos— logré entender las palabras de Susann.

Natasha respondió a sus palabras pero no logré entender lo que dijo, sólo fue hasta que Susann habló de nuevo que me quedé más confundido.

—¿Y por qué tienes que cumplir sus órdenes?.

¿Órdenes? ¿De qué estaban hablando?

Quise seguir escuchando más pero sentí una mano posarse en mi hombro.

—Hey, ¿Qué haces?— era Carl. Miró en dirección de las chicas y después me miró otra vez confundido— ¿Les estabas espiando?

—Creo que sí.

—Siento lo que pasó con tu chica, ¿Quién coño escribe eso?— arrugó la frente— no, la pregunta es: ¿Cómo se entera de todo?

Suspiré— si lo supiera...pero estoy teniendo ligeras sospechas.

Miré el lugar donde estaban Natasha y Susann, pero ya no seguían ahí. Regresé mi mirada a Carl, el cual me miraba con curiosidad.

—¿De quién?

—Susann y Natasha. Escuché a Susann decirle que no quería meterse en más líos. Y sabemos que esas dos tienen algo en contra de Aleit. Todo cuaja— expliqué.

—Sí cuaja pero...¿Tú crees que sería tan obvio?— preguntó con ojos entrecerrados, esos ojos que solo pone ante situaciones semejantes.

A Carl le va el misterio.

—No quiero sacar conclusiones precipitadas, solo tengo leves sospechas.

Después de zanjar el tema, le dije que me ayudara a buscar a Aleit. Una idea cruzó mi mente, y entonces me sentí el ser más estúpido del mundo. ¡El baño! ¿Cómo no se me ocurrió antes? Este es el lugar donde se encierran las chicas para llorar, pintarse o cosas así.

—Yo no entro ahí— habló Carl cuando nos detuvimos frente a la puerta.

—No seas nenaza— respondí.

—Nenaza y mil mierdas más pero no entraré ahí— se encogió de hombros.

¿Enserio? Sólo era entrar en el baño de mujeres, ¿Qué se puede encontrar ahí?

—¿Me vas a dejar entrar solo?

—Lo siento, bro— me dió un golpe fraternal en el hombro y yo simplemente rodé los ojos.

Suspiré, y posteriormente entré al baño.

Y definitivamente, he vivido todo el tiempo engañado.

Voy a cumplirlo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora