CAPITULO IV: OLOR FAMILIAR

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El señor Park se sentó frente a mí y me sonrió, coloque mis piernas una sobre otra y lo mire —¿Y bien —pregunté.

El desabotono su traje y colocó sus codos en sus rodillas, asentando su barbilla en sus manos. Sus ojos miraban a la nada —¿Tienes idea del por qué te llame? —comenzó.

—Si supiera no habría venido, no me gusta perder el tiempo —dije con el ceño fruncido.

Él suspiró —No has cambiado —su voz solemne retumbó en la oficina. Me puse de pie dispuesto a irme, lo que menos quería escuchar era algo del pasado y menos de la boca de ese hombre—. No te vayas, es importante, lo diré.

Volví a sentarme y alce una ceja esperando que comenzara a hablar.

—Estas a pocos meses de acabar el colegio, te propondré algo —suspiró—. Ya estoy viejo y mi corazón no sé cuándo vaya a fallar, necesito que mi hijo aprenda cuanto antes sobre el negocio —soltó.

Mis labios se curvaron en una sonrisa —¿Tu hijo? —solté una suave risa—, ahora que no sabes cómo cuidar de tu tan amado negocio. ¡Recordaste que tienes un hijo! —dije cada palabra cargada de rabia, me puse de pie y empecé a caminar por la oficina viendo el lugar con las manos cruzadas en la espalda.

—El día que me enviaste lejos, ¿pensaste en que era tu hijo? —suspiré y agarre un retrato en el escritorio, era mi madre y el cuándo se conocieron—. Simplemente dijiste "no tengo el tiempo de cuidar un niño" —apreté el retrato en mi mano.

—En ese momento solo pensaste en ti. ¡No tienes ni jodida idea de cómo se sentía en ese momento un niño que acababa de perder a su madre, y también estaba perdiendo a su padre! —las palabras estaban bajas y plagadas de dolor.

—Ocho años... —murmuré—. Fueron ocho jodidos años y nunca recibí una llamada tuya. Solo fui un perro que cambio de dueño y continúo vagando por las calles buscando otro dueño —mis ojos se enrojecieron.

—Yo era aún joven e inmaduro, además mi padre me había pedido cuidar la empresa —habló.

Sonreí —¿Joven? ¿Inmaduro? —repetí sarcástico—. ¿Cómo es que alguien joven e inmaduro puede cuidar una empresa, pero no a su propia familia? —grite y tiré el cuadro a la pared, destrozándolo.

—¡Tu no estuviste ahí, no viste nada, no sabes nada, lo único que sabes es como alejar gente, como evadir responsabilidades, no me importa si te mueres y esta maldita empresa se va a la misma mierda junto contigo! —lo mire con odio—, puedes ir y adoptar otro perro, este ya está enfermo de rabia —salí de la oficina cerrando fuertemente la puerta.

Las mujeres en el lugar estaban sorprendidas, supongo debieron escuchar lo que ocurrió, a decir verdad nunca me había importado nada, pero el oír su pobre excusa me hizo estallar no me importaba nada de lo que sucediera con él —¿Que? Acaso se preguntan cómo pude gritarle al presidente, mi padre —mi voz estaba rasposa—, deben enterarse, ese hombre al que llaman presidente y respetan, es una escoria humana que trato a su propio hijo como un perro y lo cambio de dueño cuando las cosas se complicaron —grité con todas mis fuerzas.

—Ese tipo quien tiene como excusa el ser joven e inmaduro jamás fue ni será mi padre —salí corriendo del lugar, no tome el ascensor fui por las escaleras en el camino me tope con el guardaespaldas, pero aun así seguí corriendo, una vez salí de la empresa pude volver a respirar ya no me sentía asfixiado pero aun asi no me detuve seguí corriendo con todas las fuerzas que tenía, mi cabeza estaba llena de pensamientos y recuerdos, de aquella vez en la que mi madre cayó frente a mi, los ojos de esa persona, su sonrisa.

El cómo las personas hablaban sobre mi mal comportamiento.

Regañándome por no tener alguien que me educara, sin saber que no. No la tenía, me la habían arrebatado, mi ser más querido.

My Cute Hyung [Yoonmin+18]Where stories live. Discover now