capítulo 13

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Había algunas cosas que realmente molestaban a un león.
Robar su lugar soleado para la siesta.
Estropear su melena.
Que se coman el última donut.
¡Que tiren de su puta cola!
El reflejo le hizo girar cuando la mocosa lo tomó por sorpresa. Bueno,
furtivamente, solo si él ignoraba el hecho, de que sabía que estaba detrás de él.
Dejaría que ella pensara que lo había logrado. Estaba tan encantado con la aparición
de su lado juguetón, que no quería arruinarle la diversión.
Una diversión que terminó cuando ella tiró de su cola.
¡Rawr!
Se giró y le lanzó una mirada torva.
Por un momento se quedó inmóvil. Un temblor la recorrió.
Ella estaba asustada.
Ah infierno. ¿Seguramente ella sabía ahora, que nunca le haría daño?
Pero, de nuevo, que podía esperar de años de abuso, ¿que el hábito desapareciera después de pasar poco más de un día con él? Se preguntó qué haría.
¿Correr o le daría una abatida mirada de cachorro?
¿Por qué tiene que pasar esto? ¿Por qué tenía que verse tan temible? ¿Era su culpa que su león fue tan impresionante y aterrador? Era tan…
Espera un segundo, ¿ella se estaba riendo?
Él la miró. Si. Ella lo estaba. Riendo y resoplando.
Ahora que la miraba de verdad, lo notó.
Ella se rió más fuerte.
—Oh. Oh. —Ella se quedó sin aliento. —Si tan sólo pudieras ver tu expresión.—
Él le mostraría una expresión. Cambió a su yo humano, pero incluso su
impresionante desnudez no pudo contener su alegría. Se puso de pie y luego la
acechó, cada paso lo llevaba más cerca, y su risa lo desalentó por completo hasta que
se detuvo. Casi aplaudió cuando ella lo miró, en lugar de mirar sus pies.
—¿Estoy en problemas? 
—Nada que no arregle un beso. — ¿Chantaje? Infiernos sí. Él haría cualquier cosa por un beso.
—Si quieres un beso, tendrás que cogerme. Te toque, ahora te toca a ti. — Ella lo empujó, con las palmas abiertas contra su pecho, antes de salir huyendo, su cuerpo esbelto corrió tan rápido que pronto desapareció de su vista.
¿En serio? Tanta genialidad envuelta en una capa de perfección, con ese toque
de travesura que él realmente amaba.
—Voy a buscarte, bebé. — él se lanzó, a un paso largo constante que le
permitió, por un momento, pensar que se había escapado. Mientras que la atrapara y
pudiera tomar ese beso.
Por fin encontró su pista. Su bebé era rápida con sus pies. No sólo eso, sino que
ella no se movía como esperaba. Su rastro iba en una línea recta, desde el campo hasta
el borde del bosque.
Por un momento, se debatió si cambiar de nuevo. El hecho de que ella había
dejado su zona de juegos le preocupaba. Mientras que él le había dicho que esta zona
era segura, eso no quería decir que algo no podría suceder.
Tenía que encontrarla.
Inclinó la cabeza, inhaló profundamente y tomó una bocanada de su perfume.
Débil debido a su anterior esfuerzo de camuflaje, pero lo suficiente para que él la
siguiera hasta el gorgojeante arroyo que corría a través de esta parte de la propiedad.
Él siguió su camino, anduvo por la orilla rocosa mojada, tratando de echar un vistazo.
No podía oír nada más, que la caída del agua corriendo sobre las rocas. Salió a un vasto
espacio abierto, el rugido del agua aumentó ahora, mientras permanecía parado en la
cima de la mini cascada, que alimenta a una piscina de gran tamaño.
Aún no había señales de Arabella. Ahora estaba realmente preocupado. Saltó
por las rocas a la orilla del agua. ¿Dónde estaba? ¿Alguien la había tomado justo bajo
sus narices? Estaba ella…
Algo agarró sus tobillos, y él miró hacia abajo para ver a una Arabella mojada
que se levantaba de las aguas, una ninfa de mar en sujetador y bragas, con una sonrisa
en señal de triunfo, mientras tiraba de sus tobillos y lo arrastraba con ella.
El choque fresco del agua casi le hizo gritar. Se recobró lo suficiente como para
mantener la boca cerrada, hasta que su cabeza rompió a la superficie.
Una cabeza lisa, húmeda apareció junto a él.
—Bebé, voy a hacerte sufrir por eso. 
—¿Debería estar asustada?
—Mucho. — Debido a que la haría sufrir, con el mismo tipo de excitación, que lo atormentaba.
Antes de que pudiera nadar lejos, él la atrapó y la sostuvo con sus largos
brazos. Por suerte para él, aunque el agua resultó bastante profunda, aún podía estar
de pie y mantener la mayor parte de su pecho y la cabeza por encima de la superficie.
Perfecto porque tenía mejores usos para su energía, que mantenerse a flote. Él
iba a necesitarla para el beso que planeaba darle. Un largo y maldito beso.
Ella no trató de escapar fuera de su alcance. Por el contrario, se enrolló a su
alrededor, lo abrazó con sus piernas y lo abarcó con sus brazos.
Excelente, ya que lo puso en el lugar adecuado, para iniciar el abrazo. Sí, nena,
así puedo reclamar esos labios y devorarlos.
Sin embargo, hoy fue un día de sorpresas. Ella reclamó su boca primero, ella se
pegó a él, y tiró de su labio inferior, con los dientes.
De holgado a apretado, su agarre en ella cambio, sus brazos la ataron a él,
sobre todo cuando la punta de su lengua jugó con la costura de sus labios.
Mientras sus labios conseguían familiarizarse íntimamente, sus manos no
permanecieron ociosas. Las suyas amasaban los fuertes músculos que se encontraban
en sus hombros. Ella enroscó sus dedos a través de la masa húmeda de su cabello.
Apretó su sexo, vestido solo con bragas mojadas, contra su abdomen.
Todo una adorable invitación, pero se centró más en la exploración de sus
curvas. Una vez que se dio cuenta de que ella no iba a ninguna parte, él aflojó el
abrazo. El agua proporcionaba un medio de flotación que le permitía dejar ir sus
manos para rozar su carne. Bajando por su caja torácica sus dedos se deslizaron por la
curva de sus nalgas y se detuvieron para darle un apretón. Un puñado perfecto para
agarrar. Agradable. Él dejó una mano para sujetar su culo y apretarlo, mientras otra la
recorrió subiendo por la curva de su cadera y más lejos hasta el encaje y ahuecar un
durazno perfecto.
Sí, el comparaba su pecho con una fruta. Redondo, firme, solo un poco
esponjoso, suculento al morderlo, dulce al gusto, adictivo también.
No se pudo resistir. Sus manos atraparon su cintura para poder sacarla del agua
y colocarla a la altura adecuada, la altura correcta para poder tirar de la tela mojada
hasta que una baya fruncida apareció.
No permaneció expuesto por mucho tiempo, no con su boca cubriéndolos
inmediatamente.
Él gimió. Ella gimió. Ambos gimieron mientras jugaba con el pezón. No
intercambiaron palabras, no había nada más entre ellos que las suaves bragas y los
gemidos de placer.
Y el chapoteo cuando algo golpeó el agua.
Luego fue otra cosa. El débil eco de un disparo lo congeló.
Mierda. Coño alguien estaba disparándoles.
—Toma una respiración profunda, — fue la única advertencia que le dio antes
de tirar de Arabella bajo el agua, donde se convertirían en un objetivo más difícil.
Unos ojos muy abiertos se encontraron con los suyos bajo la superficie. Era un
poco difícil de explicar. Además de su tío abuelo Clive, nadie jamás, había heredado las
famosas branquias Johnson. Hayder heredó un buen cabello.
Como no podía explicar por qué parecía que quería ahogarla, se movió. Con ella
a cuestas, dio una patada de tijera hacia la parte profunda de la piscina junto a la
cascada. Después de haber explorado este lugar muchas veces, eliminando algo de
energía, conocía el lugar perfecto para refugiarse mientras descubría dónde estaba el tirador.
Y luego vamos a cogerlos y comérnoslos.
Parecía que Hayder no era el único molesto por la interrupción.
Pero aún así…
No comemos personas.
Era un gatito tan decepcionado.
Pero cogeremos al cazador y luego vamos a pedir el mayor filete raro que
tengan en stock.
¿Con esa cosa, de salsa roja?
Y con una doble porción de vino tinto, se prometió.
Con los pulmones ardiendo, Hayder los arrastró a la superficie, metiéndose por
detrás de la pantalla de agua que cae en cascada desde arriba. La pequeña gruta
oculta, era un gran escondite. El tirador tendría dificultades para atacarlos, y el agua
podría también, frenar la bala y deshacerse de su objetivo. Sabía que estaban más o
menos seguros, por el momento, pero ella no lo sabía.
Empapado y sin su esencia, no significaba que Hayder no podía sentir el miedo
que provenía de Arabella.
Ella permaneció escondida cerca de él y por una vez, no estornudó. Una pequeña bendición porque uno de sus gigantes achoos podría haber causado que el
eco se amplificara bastante.
—Alguien nos está disparando, — susurró al oído. Un poco raro ya que nada se
podía oír por encima del chapoteo de la caída de agua.
—Sí. Alguien estaba tratando de sacarnos. — Lo que significaba que algunas
cabezas rodarían, de quienes estaban hoy, como guardias de seguridad. Exactamente
¿cómo alguien había entrado a la tierra orgullo con un arma cargada? ¿Qué tipo de
cobardes cazaban a shifters con balas?
El tipo que pensaba que estaba bien vencer a una mujer.
Grrrr.
El hombre, no el león, hizo el sonido.
También fue el hombre el que se aseguró de meter a Arabella tan profundo como pudo, bloqueándoles el paso y utilizando su propio cuerpo como escudo en caso
de que el pistolero tuviera un golpe de suerte.
El estruendo del agua, por no hablar de los ecos creados por la cueva, hacía
imposible medir lo que pasaba fuera de su gruta acuosa. ¿Se acercaba el tirador?
¿Sabía a dónde se habían ido? ¿Se quedaría el tiempo suficiente, para que Hayder le
diera caza y lo abofeteara por tonto?
Sólo había una forma de averiguarlo.
Sumergiéndose, pataleó lejos de la gruta y, con golpes poderosos, se trasladó
hasta el centro de la piscina donde el agua era lo suficientemente profunda para
zambullirse y ocultarse, y dónde obtendría una mejor vista de sus alrededores.
Significaba también, que cuando sacó su cabeza del agua, se convirtió en un
excelente objetivo.
Rápidas salpicaduras mostraban las balas golpeando el agua, una rasante paso
lo suficientemente cerca de su oído, para desollar una tira de piel.
—¡Mierda! — Él se agachó, pero no por mucho tiempo. Los gritos estallaron,
amortiguados por el agua, pero aún seguían siendo de interés.
¿Los buenos al rescate o más enemigos de mierda, para joderle realmente las
probabilidades? Se dejó flotar en la superficie, permitiendo que sólo la parte superior
de la cabeza y sus ojos surgieran.
No había disparos, pero llego bajo un ataque verbal.
—Pensé que a los gatos no les gustaba el agua, — una voz arrastraba las
palabras desde la orilla.
—Pensé que estabas todavía en Europa, ustedes nos dan una mala
reputación,— Hayder le respondió mientras flotaba en el agua y giraba para enfrentar
al que hablaba. —¿Qué estás haciendo aquí? — era Dean, un viejo rival. La pregunta
era, ¿Dean era de los buenos o de los malos?
—Al parecer estoy rescatando tu culo desnudo de los cazadores furtivos. —
—Los cazadores furtivos no apuntan a los seres humanos.
—Los lobos podrían sin embargo.
¿Lobos? Así que esto estaba relacionado con Arabella.
—¿Cogiste al tipo que disparó contra nosotros?
—Lawrence se hizo cargo de él mientras que venía a ver cómo estabas. —
—¿Lawrence está aquí también? — Era un anterior compañero suyo, de sus
días de colegio y que unos años después, tomó un puesto de trabajo en el consejo
shifters que lo llevó a algunas misiones interesantes.
Él no había visto a Lawrence en años, lo que era bueno, ya que significaba que
llegó a evitar a Dean, el gilipollas que le encantaba bloquear pollas para poder robarse una chica para sí mismo.
—Olvídate de Lawrence. Estoy más interesado en esta cosa de "nosotros"
¿Quién más está aquí contigo? —
—No es asunto tuyo. —
Una cosa incorrecta para decir. Dean se animó, y Arabella eligió ese momento
para emerger a la superficie, como una diosa saliendo del agua.
Dean soltó un silbido.
—Bueno, hola, cariño. — Dean mostró sus rayas –y Hayder no se refería a las
de su tigre– por la amplia sonrisa que le disparó a la mujer de Hayder.
— Ella está tomada, — gruñó en advertencia.
—No, yo no lo estoy, — respondió ella.
La sonrisa de Dean se amplió.
—¿No es esto interesante? —
—La única cosa interesante va a ser el sonido que tu cara hará, cuando se
reúna con mi puño, si no lo dejas ahora. — Los celos, eran el nuevo mejor amigo de
Hayder. Un hombre más sensato podría ignorarlo. El tipo que a Hayder le gustaba.
Rabia con un propósito. Impresionante.
Pero Dean ignoró la amenaza de Hayder. En lugar de ello, se puso en cuclillas
sobre la roca que sobresalía del agua y le hizo señas a Arabella.
—Ven ahora, cariño. Mi amigo Lawrence se ha encargado del tirador, pero con
el sistema de seguridad abajo, ¿quién sabe cuántos otros podrían estar al acecho? —
—¿Qué quiere decir con que el sistema está abajo? — Hayder ladró cuando él
superó a Arabella en el agua. Esto le aseguró que llegara a la roca primero, y que fuera
su mano la que ella agarró, cuando llegó un momento después.
Él la sacó del agua y envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo escalofriado,
menos para mantenerla caliente, mas para asegurarse que Dean no consiguiera
demasiado al echarle un vistazo.
Sí bien un cambia formas no se obsesionaba con la desnudez en sí, no
significaba que a un león le gustara, que otro hombre se comiera con los ojos a su
mujer.
Siempre podríamos arrancarle los ojos.
Su león, siempre daba con soluciones impresionantes.
—Te ves fría, corazón. Aquí, toma esto. — Esto era la camisa de Dean, que el
hijo de puta se quitó intencionalmente para mostrar su cuerpo. El maldito bastardo
tenía los músculos marcados, por supuesto, incluso Hayder tenía que admitir, que si
fuera una chica, él probablemente también lo miraría. Infierno, él era un chico, y podía
ver cómo Dean podría gustarle.
Arabella, sin embargo, no se comió con los ojos la carne masculina. Tampoco
tomó la camisa que le ofrecía. Sólo negó con la cabeza, e incluso más agradable que su
negativa, fue que se inclinó más cerca de él, buscando el refugio de su cuerpo, para su
protección. Una pequeña muestra de confianza.
También le gustaba que ella no quisiera nada de Dean. Sin embargo, negarse a
tomar la camisa significaba que estaría fría y húmeda. No podía ocultar el temblor que
la sacudía de la cabeza a los pies. Necesitaba arreglarlo. Pero no con la camisa
marcada con el aroma de Dean.
—¿Dónde has puesto tu ropa? —
Señaló a un seto a unos metros de ellos. Hayder miró a Dean, que no se movió.
—¿Vas a buscarla?, — Preguntó.
Dean arqueó una ceja.
—Yo no soy un perro. —
—Quizás no me has escuchado. Soy el beta de mi Orgullo. —
—Mis condolencias. Toda esa responsabilidad. — Dean se estremeció. — Yo
no la quiero. —
—Tiene sus ventajas, sin embargo, como llegar a dar órdenes a la gente. —
—A otras personas tal vez. Estoy de visita en el Orgullo, no soy parte de él. No
me controlas. Así que si quieres la ropa, las puedes buscarla por ti mismo.
—No me hagas revocar tu condición de visitante. 
—¿Por los jeans de una chica y su sudadera?
—Hombres. — Arabella suspiró antes de moverse fuera de su alcance y buscar
por sí misma su ropa escondida.
Un conjunto muy interesado de ojos verdes siguió su marcha.
Mía.
Hayder dio un paso a la izquierda y bloqueó la línea de visión de Dean.
Una sonrisa tiró de los labios del tigre.
Haciendo caso omiso de ella, Hayder se centró en cosas más importantes, como
las noticias que Dean trajo.
—Quiero saber más sobre este fallo de seguridad. — Obviamente, estaba
relacionado con el ataque a la tierra del Orgullo. También era algo inaudito. Arik no
estaría contento con esta grave infracción, y eso significaba que Hayder podría
conseguir su guerra, después de todo.
—Antes de que juguemos a las cien de preguntas, ¿por qué no nos movemos a
la cuatrimoto primero? Puedo contarte los detalles una vez que estemos de vuelta en
la granja. Mientras me importa un comino tus huesos, nos convendría llevar a la mujer
a un lugar seguro, por si acaso hay más hombres armados. — La mención de hombres armados lo golpeó y captó su idiotez. ¿Estoy tratando de conseguir que la maten? Aquí ambos eran perfectos objetivos al descubierto. Bien podrían pintarse un blanco. Como un adolescente sin control, había dejado que su irritación y los celos por Dean nublaran su sentido común.
Tiempo para obtener su peluda melena de vuelta en el juego.
Trotando hacia Arabella, escaneaba la zona.
—Buen dios, Hayder. Ponte unos pantalones de mierda, antes de trotar alrededor con las bolas desnudas. Eso no es correcto. —
Es curioso cómo una mujer haciendo cabriolas desnuda, con sus deliciosas tetas
rebotando era atractiva, pero un hombre con su poderoso Johnson –y sí, el apodo de
Johnson comenzó en la vía, debido a su impresionante circunferencia– tenía que
morderse el labio, para prevenir su júbilo.
Antes de que pudiera dar una palmada al sur para mantenerlo quieto, ella
agachó la cabeza. Y él se permitió distraerse nuevo.
Puesto que él no vio nada, inhaló profundamente y no sintió nada mal. No
había olores inesperados. Por otra parte, las personas con rifles de precisión no
necesitaban de proximidad. Los lobos habían demostrado su falta de honor cuando se
trataba de la lucha.
Mientras Arabella luchaba para ponerse los pantalones vaqueros sobre la piel
húmeda, llegó hasta ella.
—¿Sabes lo que está pasando?, — preguntó.
—No del todo, pero lo suficiente para saber que tenemos que movernos. Ha
habido una violación en la tierra del rancho. Del tipo que nos disparo ya nos hemos
encargado. Sin embargo, podría haber otros. Tenemos que llegar a un sitio seguro. —
Ella abrió la boca, pero Hayder se le adelantó gruñendo, —No te atrevas a decir te lo
dije.
—Nunca diría eso. —
—Pero seguro que lo estás pensando. — Ante sus palabras, no pudo evitar una
pequeña sonrisa. — Esto nunca debería haber ocurrido, y cuando me entere de quien
aflojó en el trabajo, mi sala tendrá una nueva alfombra.
Sosteniendo su mano una vez que ella había logrado sacar su camiseta, él la tiró
de nuevo hacia Dean, quien les hizo un gesto hacia el camino a través del bosque. Si
bien la mayor parte de la hacienda permanecía salvaje, aun así, habían dedicado
senderos, perfectamente dimensionados, para vehículos todo terreno, así podrían
moverse rápidamente cuando fueran de patrulla.
La gran máquina, con carrocería color rojo, grandes ruedas negras, una barra
cromada frontal, y los lados manchado de barro esperaba, con asientos perfecto para
dos.
Dos personas y eran tres. Lo que significaba que eran demasiados. Ah, y su
profesora de matemáticas, que le dijo que no podía resolver problemas mentalmente.
Vea eso, señora Klinger. No siempre tengo que usar mis dedos.
—No hay suficiente espacio en la cuatrimoto para todos nosotros. 
—Bueno, no es un pequeño predicamento. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a confiar en
mí, para que proteja tu flanco mientras conduces, o vas a dejar que tu señora preciosa de un paseo conmigo?
Los celos le gritaron que tomara el mando del vehículo, tuviera a Arabella
sentada detrás de él, con sus brazos sujetando su cintura. Sin embargo, al mismo
tiempo, si cambiara a su forma de león, entonces él podría proteger su retirada
porque, mientras Dean era bueno, su orgullo le dijo que él era mejor. Y sólo lo mejor
debería tener el trabajo de mantener a su bebé segura.
El deber le ganó a los celos. Apenas.
Sólo le dio una advertencia en voz baja al astuto tigre, antes de cambiar.
—Intenta algo y te mataré. — Contundente y sin elegancia, pero esperaba que
eficaz.
Cuando Dean se sentó a horcajadas sobre la cuatrimoto y le indicó a Arabella
que trepara en la parte posterior, Hayder cambió de piel.
Al instante sus sentidos se agudizaron. Todo se hizo más claro, más definido. Su
nariz se crispó mientras ordenaba los múltiples olores. Sus ojos recorrían
constantemente, en busca de movimiento. Su cola se agitaba, más porque le gustaba
la sensación, que para cualquier propósito verdadero. La cuatrimoto retumbó,
Arabella con cautela se encaramó en la parte de atrás, con las manos agarrando la
camisa de Dean, pero manteniéndose alejada de su cuerpo.
Lo que apaciguó a su bestia.
Todavía se iba a frotar contra ella. Era la solución de su bestia para asegurarse
que llevaba el aroma adecuado. Por lo menos el roce era mejor que hacer pipí. Sí,
había oído la historia del ex de Luna y su débil vejiga.
Manteniendo los destellos de la camisa de Arabella a la vista, Hayder siguió su
retirada, todos los sentidos en alerta máxima. Sus orejas tiesas hacia adelante,
esforzándose para filtrar los sonidos. Cuando se encontró con huecos ocultos en las
sombras del bosque, se introdujo en sus corazones, en busca de posibles enemigos.
Comprobó que estuvieran vacíos e inofensivos, aunque hizo que los conejitos se
dispersaran en última instancia, grandes, gordos, tan esponjosos que tentaron a su
lado felino.
No es la hora de cazar para la cena. Es para cazar a los intrusos.
Delante de él se extendió, en busca de peligro –pero no del tipo peligro que
Dean planteaba, si le llegaba a poner una mano a la mujer de Hayder– volvieron de
nuevo a la granja de forma segura.1
Era una pena. Su pobre león decepcionado puso mala cara de camino de
regreso dentro de Hayder. Los shifter felinos lo tenían mucho más fácil que otros, su
lado gato eran criaturas bastante suaves que no les importaba tener paseos rápidos
para jugar, seguidos de largos períodos de descanso encima de una almohada suave
bañada por el sol.
Otros pocos vehículos todo terreno, estaban estacionados frente a la casa de
campo, y Dean se estacionó a su lado. Arabella inmediatamente saltó, y aunque sus
cuerpos se rozaron, su mirada lo buscó. ¿Fue presumido creer que podía ver el alivio
aflojar la tensión de su cuerpo una vez que lo vio?
—Hayder. Tío. Parece que perdiste tus pantalones,— dijo uno de los chicos
saliendo. Dado que era una reunión de shifters, ese comentario no llamó tanto la
atención como podría hacerlo en otro lugar. Él se tomó un momento para explorar la
multitud. Dean, por supuesto. Algunos de los cuidadores del rancho: Polly, Ken,
Horacio. Luego estaba Lawrence, todavía sobre la cuatrimoto, estacionado entre los
vehículo todo terreno, luciendo un lobo muy inconsciente, colgado de la parte
posterior de su máquina.
Dado el entretenimiento que había proporcionado anteriormente, con la vista
de su Johnson dando saltos, Hayder se tomó un momento para agarrar su ropa y se
vistió antes de unirse a todos. Él se acercó a Arabella que estaba justo fuera del grupo
que discutía sobre lo que habían encontrado, sin importarle mucho.
Para su irritación, ella no estaba sola. Dean deliberadamente la flanqueada.
¿Hizo que la cadera lo golpeara un poco más duro de lo necesario y usó ambas manos
para empujar a Dean fuera del camino? Sí. Y funcionó.
Él tomó su lugar junto a Arabella, su virilidad se aplacó.
Y luego se hizo pedazos cuando Arabella estalló en estornudos. Unos enormes,
grandes, que hicieron su cuerpo temblar. Ella se apartó, y se calmó.
Dean se atrevió a reír. Hayder no dio ninguna advertencia. Su puño se trasladó
por su propia voluntad y de alguna manera encontró su camino a la cara de Dean.
Tortazo.
El espasmo incontrolable apenas movió al gran tigre, pero Dean se frotó su
mandíbula y le disparó una mirada torva.
—¿Qué demonios fue eso?
—Una contracción muscular. — Hayder se encogió de hombros a modo de
disculpa y casi se echó a reír cuando Dean gruñó. Pero el otro hombre sabía que no
debía comenzar ninguna mierda con el beta del Orgullo, sobre todo delante de
testigos.
—¿Cuántos equipos están todavía en el campo? — Hayder preguntó mientras
contaba las cabezas y se dio cuenta de que un puñado todavía faltaban.
—Tenemos tres equipos más afuera. Uno estaba persiguiendo a otro par de
lobos, pero se topó con problemas cuando Darcy fue tranquilizado. —
—¿Los intrusos estaban disparando dardos? ¿Incluso el que Lawrence capturó?—
Todavía sentado a horcajadas sobre su cuatrimoto, Lawrence le tendió un rifle
con una mano y un par de proyectiles con un mechón insertado, en la otra.
—Esto es lo que encontré en el tipo que sorprendí. Lo usé en él, y noqueó su
culo duro, pero todavía respira. —
—Así que ellos no nos querían matar. —
—Hey, ¿crees que esas chicas de la hermandad de mujeres, están de vuelta en
la ciudad? —
Y antes de que alguien piense que él cambió de tema, cabe señalar que unos
años atrás había llamado la atención de unas tigresas. Señoritas agresivas que lo
habían drogado, y cuando despertó, digamos que su idea de dolor y tortura
involucraban plumas y aceites comestibles.
—Usa la cabeza, Joey. ¿Por qué esas chicas enviarían a un lobo para hacer su
trabajo? —
El pobre Joey tuvo que reflexionar sobre eso.
Hayder casi suspiró en voz alta.
—Los lobos están aquí por Arabella. Hay una especie de cosa, sucediendo en
su viejo clan. Me sorprende que no las hayas escuchado. —
Dean frunció el ceño.
—Lo hicimos, pero no creo mucho en ello. ¿Qué clase de idiotas vendrían tras
una chica y provocarían una guerra? —
—Un montón de jodidamente descarados licántropos si me lo preguntan. —
Lawrence no se anduvo con rodeos.
—Entonces, ¿qué significa esto? —
Hayder podría haber mirado a su prisionero cuando hablaba, pero a la única
que miró fue a su bebé, en peligro.
No sucedería.
—Esto significa que es hora de que les muestre, que eligieron mal al meterse
con el Orgullo. — La caza estaba en marcha. Rawr.

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Cuando un Beta Ruge •||Saga El Orgullo Del Leon 2 ||• [Terminada]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt