Capítulo 3 (1/2)

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Nathan Harris

Le tomó al menos diecisiete segundos contestar el teléfono. Lo supe porque mi corazón había latido el mismo número de veces. Llegué a preocuparme realmente por mi salud, ya que el escuchar cómo descolgaba el teléfono hizo que mis manos se enfriaran y se me secara la boca. Mi voz desapareció en el momento que volví a escucharla.

—Si esto es sobre la cena, no cambiaré de parecer. Quiero una pizza grande de jamón y no de peperonni, o realmente me voy a enfadar—alegó—. Y quiero postre, helado de chocolate. ¿De acuerdo?

No cabía duda alguna, se trataba de ella. Era su voz, el mismo canto que había logrado guiarme fuera de las sombras en el hospital hace dos semanas. Por alguna razón, durante los últimos días no había sido capaz de sacarla de mi cabeza. Era constante y había comenzado a irritarme, pero no podía pararlo. Chasqueé la lengua, indeciso, y a pesar de que mi boca ya estaba abierta nada logró salir de ella. Como en pocas ocasiones, no sabía que decir.

— ¿Jean?, ¿Hola?

Aún nada. Meneé la cabeza y me aclaré la garganta, reconociendo que estaba nervioso. Lo sabía con certeza porque una de mis manos había comenzado a temblar de manera casi imperceptible. Era un tic nervioso que había desarrollado con el tiempo. Así que, después de otros seis segundos, logré encontrar mi voz y decir:

— Suena bien, aunque no me emociona el chocolate. Siempre he sido amante de la vainilla.

Esta vez, el silencio se apoderó del otro lado de la línea. Esperé, hasta que pude escuchar un jadeo, corto y lleno de pánico. Casi de inmediato, reconocí el error que acababa de cometer.

— No te espantes, ¡todo está bien! —esperé una señal de que me hubiera escuchado, pero el silencio era casi sepulcral—. Jeannette Brown estuvo en Harris e Hijos hace un minuto. Vino a una entrevista de trabajo y dejó el móvil sobre el escritorio. Estaba buscando la manera de devolverlo, lo juro.

Contuve el aliento mientras esperaba a que ella mostrara alguna señal de entendimiento. No quería problemas, y no podía imaginar los que tendría si de pronto el cuerpo entero de la policía creía que yo le había robado el móvil, o peor, que le había hecho daño a aquella encantadora mujer. Afortunadamente para mí, Brooklyn terminó por soltar un suspiro cargado de alivio.

— Sí, claro. La entrevista. Recuerdo que dijo algo sobre eso—dejó escapar una risita, burlándose de su reacción anterior—. Un minuto, ¿dijiste Harris e Hijos? ¿La firma de abogados?

— La misma. Fundada hace veintisiete años, ubicada en St. James y dueña de una excelente reputación, sin mencionar que cuenta con los abogados más talentosos de la ciudad...

¿Nathan?

Una sonrisa se dibujó en mi rostro de forma instantánea. ¡Así que me recordaba! Después de ser testigo de cómo se comía a mi hermano con los ojos, no creí que hubiese un espacio para mí en su memoria. ¿Recordaba también mi aspecto? ¿Recordaba que le había salvado la vida?

— También me da gusto saludarte.

— ¿Gusto? ¡Acabas de darme un susto de muerte!—reclamó, aunque no sonaba molesta en lo absoluto—. Pudiste decirme que se trataba de ti, ¿dónde está mi hermana?

— ¡¿Tu...qué?! —casi me atraganté con mi propia saliva.

Soltó una carcajada, justo como la que recordaba de aquel día en el hospital. Estaba tan sorprendido que apenas pude disfrutarla. ¿Aquella chica compartía su misma sangre? Casi parecía que el destino estuviese burlándose de mí. Además del hecho de que ambas habían dejado impresión en mi persona (de formas muy distintas, claro) no podía recordar algún parecido entre ellas, ¡ni siquiera compartían el mismo apellido! Sin su declaración, no había manera de que pudiera adivinarlo.

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⏰ Last updated: Apr 01, 2019 ⏰

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