五 "pies"

3.8K 266 28
                                    

»El viento, a pesar de estar recién acabándose el verano, no facilitaba mi caminar por el downtown de Seúl, siento éste el culpable de que mi oscuro pelo no pudiera estar bajo control.

No cargaba más que un bolso bandolera en mi hombro derecho que sostenía mi teléfono y dinero, además de la lista de mercado que mi madre habría aprovechado en encargarme, ya que "tenía demasiado tiempo libre."

Aunque podría refunfuñar ante su, asegurado, reproche prefería mantenerme callada y fructificar el pedido disfrutando de un segundo de paz fuera de su pormenorizo dominio sobre mi vida; era, ciertamente, agotador el sostener una doble vida fuera y dentro de diferentes edificios, frente a personas que, si bien no se esforzaban en indagar de más (que tampoco me quejaba), mantenían una máscara aún más sucia y gruesa que la mía.

De hecho, la hipocresía con que presentaban la religión era lo que me impulsaba a huir de la misma.

No había duda en que pensar de aquella no me salvaba de ser una hipócrita mundana más. En efecto, no se veía bien que una mujer de veintiuno, criada y formada en el catolicismo (que, de paso, llevaba una cruz colgada en el cuello) tuviera las elucubraciones que rondaban en mi cabeza y así me había profesionalizado en el arte de cubrir una mente impura, en un cuerpo impuro, con palabras adulteradas que no ardían en otra lengua más que la mía.

Pero así como se había hecho costumbre, iba caminando hacia la adicción.

-Ah, disculpe -ahogada en mi cuestionamiento, me quejé en voz alta, en seguida disculpándome con la señora asiática cuyos ojos no hicieron más que observarme de arriba-abajo en un gesto que no me agradó en lo absoluto.

Empero, con mi lengua llena de maldad esperando a dejar salir alguna grosería, me vi desconcertada de inmediato por algo que estimuló en mi cuerpo una curiosidad un tanto repentina. Incluso, no pude hacer más que lamerme el labio inferior antes de dar un paso hacia la tienda, de apariencia industrial por fuera y con las ventanas tintadas de un oscuro que reflejaba el gentío ir de aquí para allá sin cesar.

El local no se venía ni nuevo ni lo bastante viejo para estimar que había estado allí más de lo que se podría contar. En efecto, quise asegurarme de que nunca había visto aquel almacén (o lo que sea que fuese) ya que no era la primera vez que estaba en la ciudad y mucho menos, no era tan despistada para no darme cuenta de su estructura misteriosa y un tanto fúnebre; las paredes eran grises, ya sumándoles las sombrías ventanas e incluso el nombre, escrito en inglés y coreano era de un marrón que, a no ser que éste estaba gastado, podría haber sido un color borgoña: Nagwon Jung.

No se podría mentir diciendo que su apariencia era encantadora, asimismo daba una sensación de peligro que rogaba porque no rondaran demasiado cerca del sitio. Sin embargo, aquellas familiares ganas de desobedecer a mis instintos, se vieron pronunciadas por un cartel violeta que se sacudía con el viento mismo que no me permitía estar de pie sin tambalear. Mas, como si estuviera supuesta a la tentación, achicando los ojos pude leer lo que en éste había.

"Se buscan modelos entre diecinueve y veinticinco años."

Ya estaba bastante cerca de la entrada para cuando me decidí a cuestionar mis propias intenciones y, aún más, por qué, debajo de un tétrico establecimiento se requería tal petición. Efectivamente, no daba ningún indicio de ser una academia, mucho menos un estudio fotográfico, sólo parecía un insulso local de mala fama.

Giré la cabeza hacia el gentío que iba de jóvenes, adultos, ancianos de aquí para allá sin detenerse un momento a mirar a sus alrededores; no era que no me había sentido observada previamente y no era la primera vez que huía del bullicio de mentes cerradas que se les brindaba, sin querer saber o cuestionarse el porqué de sus pensamientos. Y fue por esto mismo, que en el impulso y la sensación de perversidad domar mis pies, abrí la puerta (para mi sorpresa, liviana) y dejé mi cuerpo entrar junto a una ráfaga que sacudió un atrapa-sueños turquesa colgando del techo.

DESOBEDIENCIA | JUNG HO  SEOK/PARK JI MIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora