Capítulo 03: Ex-suicida

50 15 0
                                    

Estoy despierta hace tres horas. Lo sé. He contado, y cuento, obsesiva-compulsiva los minutos. Contemplo la nada a través de la ventana desde entonces, sumergida en mis propios pensamientos.     
      
La noche está horrible. No hay una sola estrella, ni siquiera la luna.

«¿Estarán decepcionadas de mí?»

«Rompí mi promesa y soy una ex-suicida... otra vez»

Mis ideas son cálidas. Vienen despacio una tras otra sin confundirme, disciplinadas.

«¿Serán los sedantes?»

Hay silencio, pero no lo hay.

Dos destellos en verde veronés, sobrenaturales, me siguen y estoy inmóvil.

Ella analiza mis acciones distanciada en el asiento de la esquina casi invisible, pero presente sin palabra dicha y muchas por decir; solo que no todavía. Yo tampoco tengo nada que decir todavía.

Llevo horas viajando en mi cabeza. Lleva horas observándome en silencio.

Vuelvo mis ojos al fin y los cruzo directamente con los suyos. Deduce, estoy segura, que mis pensamientos ahora tienen que ver con ella.

Le hablo desde mi mente y ella parece escucharme.

Ella se levanta y se acerca despacio unos pasos. Escucho sus tacones firmes entre la afonía. Tiene su gesto psicoanalítico. Presiente que voy a romper el silencio.

—No quería despertar... —Confieso. —Sí sabe que no fueron cortes lo que me hice esta vez, ¿no? Y tampoco fue cómo seguramente cree el doctor, efectos de la droga y el alcohol. Era consciente de lo que hacía. —Le clavo la mirada. —Soy consciente de lo que hice.

—Lo sé. —Su voz sale como en un susurro de fracaso.

Se aproxima más y se sienta junto a mí. Me acaricia la mejilla cariñosamente y acomoda uno de los rizos tras mi oreja.

—¿Sabes que suicidarte sería tener que preguntarme cada día por qué Virginia McGrath es llamada psicóloga? ¿Por qué soy psicóloga si al final lo hiciste?... y estaba precisamente junto a ti para evitarlo, Emily. Sentir culpa, que es el sentimiento más atormentante. Estás aquí y es duro para mí pensar que podrías no estarlo. Sé por qué lo hiciste, no quiero y no voy a someterte a hablar de ello ahora. Hemos platicado esto miles de veces. Siempre que creo que has avanzado sucede algo y me haces sentir, como daño colateral de tus acciones, una incompetente, pero eso forma parte de mi psique. —Se corrige aprisa. —Ahora solo estoy decepcionada. —Sus ojos amenazan con cristalizarse y los aparta. —...decepcionada más de mí, que de ti... por ti, pero conmigo.

Me da igual ahora mismo lo que siente. Quizás es a causa del sedante que corre por mis venas que no me permiten retener mi lengua. Estoy enfadada con ella aún sin poder molestarme.

—¿Sí? —Corto en seco su gesto sobre mi rostro. —Me dice y me repite que debo ser feliz, que debo encontrar un motivo que no dependa de otros y blah... blah... blah. Cómo si fuera muy fácil. —Mi tono es suave e insensible. —Pero no me enseña cómo hacerlo. Usted... usted no me comprende. Simplemente me analiza para conocer mis posibles reacciones... ese es su trabajo. Yo le pago para eso. Ya debería haberla sustituido porque viene siendo una de los tantos que no han resuelto nada en mí. Usted cree que soy otra paciente con triviales problemas adolescentes, ¿no?

Tengo esa necesidad absurda e imperiosa de herirla para sentir que puedo, y que puedo porque me quiere. Todo se resume a que necesito sentir que me quiere.

Volteo la cara a un lado y cierro los ojos en señal de que no me interesa su opinión sobre lo que hice.

«Nadie ve que no son simples problemas adolescentes los que tengo.»

Emily KOz © #1Where stories live. Discover now