"Dicen que a las chicas buenas les gustan los chicos malos.
¿Tú qué piensas Sakura? Sakura se ruborizó, ella era una chica buena según decían, y la imagen en su cabeza de chico malo tenía nombre y apellido.
¿Sería aquello posible?".
Ni los persona...
"Dicen que a las chicas buenas les gustan los chicos malos, Tú qué piensas Sakura? Sakura se ruborizó, ella era una chica buena según decían, y la imagen en su cabeza de chico malo tenía nombre y apellido, ¿Sería aquello posible?"
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—¿Y bien? ¿Qué es eso que tenías que decirme?
Sakura se removió incómoda en su lugar, esta vez los atentos ojos azules de Tomoyo Daudoji se encontraban sobre ella, esperando que le diera a conocer el motivo por el cual le había pedido hablar a solas con ella en el almuerzo. Sakura la miró con seriedad de un pronto a otro y decidió romper el silencio de una vez, porque Tomoyo era su mejor amiga y ciertamente quería compartir todo lo que le estaba pasando.
El problema era que no sabía cómo decírselo a Tomoyo, generalmente y si eso hubiera ocurrido en otro tiempo Tomoyo lo hubiera notado macabramente incluso antes que ella, si hubiera sido eso antes de Eriol Hirahisawa Tomoyo se hubiera desvivido haciéndole bromas pesadas sobre el asunto e insinuaciones que seguramente dejarían a Sakura completamente incómoda, pero ahora, de hecho, era prácticamente la primera vez que la pequeña Kinomoto iba a contar un acontecimiento de su vida del que Tomoyo no se había enterado antes.
Sakura le dio un par de vueltas al asunto en su cabeza y decidió empezar, tal vez con algunos rodeos, aunque siendo ella no hubiera podido ser de otra forma.
—¿Recuerdas... que muchas veces te pedí que no hablaras mal de Li? —preguntó la castaña, luego respiró con profundidad porque se encontraba nerviosa.
Recordó entonces las tantas veces que había salido en defensa del chico de ojos ámbar, fueron tantas ocasiones que Tomoyo de no andar tan distraída hubiera notado que ahí había gato encerrado, pues Sakura aceptaba que ella se había tomado el papel de ser la conciencia bondadosa de sus amigas, el Pepe Grillo que les recordaba de vez en cuando lo que estaba bien o mal, cuando efectivamente habían hablado de más y hasta cuando debían ofrecerle una disculpa a alguien o al menos pedirle perdón a Dios. Más aun así, eso de defender con tanta fiereza a Li, con aquella insistencia y perseverancia, tal vez nunca había sido "normal" y ella hasta ahora se percataba porque ahora todo tenía sentido, tanto sentido que sus amigas debían saberlo. Tomoyo se limitó a rodar los ojos con expresión cansina y luego suspiró.
—¿Otra vez con lo mismo, Sakura? —soltó con pereza.
—No, ¡No! ¡No es lo mismo esta vez, Tomoyo! —Tomoyo la miro curiosa, quizás porque Sakura se acercó y le tomó las manos y porque el rostro de la castaña se empezaba a enrojecer.
—¿Qué pasa, Sakura? —preguntó, seria.
A la ojiverde le recorrió el cuerpo un escalofrío, el culpable era quizás el tono fúnebre de la voz de Tomoyo.
