◤El castillo en la colina◢ [KiriDeku]

Prólogo - ❝Estoy volviendo a casa❞

Por sí misma su hermana mayor ya era lo suficientemente molesta, así que ella más sus cuatro excesivamente energéticas amigas eran una toda pesadilla hecha realidad. 

Para Kirishima Eijiro, de apenas seis años, nada podía ser peor que una pijamada de ese grupo de demonios. Y por eso corría. O huía, más bien. Para lo pequeño que era, nadie podía negar su envidiable rapidez, conseguida por meses y meses de perseguir ovejas, vacas y cerdos para devolverlos a sus respectivos corrales antes de que llegara la noche... e intentar escapar de sus torturadoras cada vez que las avistaba, claro.

Tener una granja no era todo flores y rodeos, como en las películas. Y Eijiro lo agradecía profundamente, después de todo no solo le desagradaban las flores, sino que además le tenía terror a los caballos.

Acelera el paso colina arriba cuando oye que el grupo de cinco comienza a alcanzarlo, armadas de peines y broches para el cabello. A él le gustaba su pelo largo porque era más fácil de apartar de su cara y le evitaba tener que pasarse una hora cada dos meses a manos de su madre y una tijera afilada, pero Erika y sus amigas lo consideraban perfecto para hacer experimentos de peluquería.

Lo que implicaba sin dudas dejarlo lleno de nudos horribles que, luego, llevarían al endemoniado corte de cabello.

¿Por qué no podían apiadarse de él y peinarse entre ellas? La respuesta le llega enseguida, triste pero innegable;"Porque son malísimas y lo saben".

El más pequeño de los Kirishima no puede permitir que lleguen a él. Ya tenía suficiente con no tener ni un solo amigo en la escuela para que además lo convirtieran en el hazmerreír... otra vez. Que difícil era ir a la escuela por ahí: solo había una primaria, una secundaria y una preparatoria, por lo cual todo el mundo se conocía y nadie olvidaba nada nunca. Eijiro rezaba por crecer rápido para poder irse: la falta de universidades estaría de su lado.

Pensamientos no muy alegres para un niño de seis años, sí, pero eran todo lo que el pequeño Kirishima Eijiro tenía. Lo consideraba las desventajas de ser tímido y no podía estar más en lo cierto. Eijiro se trababa al hablar, se auto-aislaba, era incapaz de acercarse a otros por iniciativa propia, se ponía tan nervioso en los juegos que no podía atrapar ni una sola pelota y, como si eso fuera poco, lucía rarísimo con su cabello negro largo, ojos rojos y dientes afilados.

Que su apodo fuera "Baby Shark"  tampoco ayudaba.

Llega a lo alto de colina jadeando debido a que se distrajo y comenzó a respirar mal a medio camino. Las chicas tras él parecen no haber tenido tal problema, ya que gritan enérgicamente que lo están alcanzando... entre otras cosas. Eijiro tiembla: algunas de las afirmaciones que oyó lo asustan profundamente.

Decidiendo que aún no podía rendirse, sigue adelante, proponiéndose bajar la colina y luego bordear las siguientes lomas en zigzag para confundirlas. Estaba seguro de que en cualquier momento encontraría un refugio o llegaría a la granja de los vecinos. Si gritaba con suficiente ahínco tal vez estos lo protegieran de ellas, incluso.