37. Bailando con el Diablo

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- ¡Que comience la diversión! – gritó Klaus para finalizar y automáticamente la banda empezó a tocar música bailable, mientras Klaus bajaba del escenario.

- ¡Hey Tyler, ven acá! – gritó en ese instante un chico en esmoquin a lo lejos, mientras le hacía señales para que se acercara.

- Discúlpenme chicos. – dijo Tyler y le dediqué una sonrisa hipócrita, mientras lo veía alejarse de nosotros.

Stefan y yo seguíamos muy pegado el uno al otro, y la fuerza que ejercía sobre su brazo no había disminuido... aún estábamos un poco sorprendidos.

- ¿Qué vamos a ha...? – comenzó Stefan susurrando, pero automáticamente me volví hacia él y lo detuve.

- ¡Shh! – susurré tan bajo como pude. – Te apuesto que está viniendo. – articulé más que decir.

Justo entonces, Stefan miró por encima de mi hombro y exactamente como había imaginado... Klaus se encontraba subiendo las escaleras para llegar hasta nuestra posición. Miré nerviosa a Stefan, una cosa era mentir al teléfono y otra muy distinta era estar cara a cara... así que las probabilidades de arruinarlo todo, en aquel instante parecían más altas que nunca.

- Buenas tardes, amigos. – saludó Klaus con una sonrisa esplendida al tiempo que me volvía y lo fulminaba con la mirada. – Stefan. – entonces le tendió la mano a Stefan y éste se la estrechó, incómodo. – Alexandra. – sonrió y extendió su mano en mi dirección. Le di una mirada despectiva a su mano y después lo miré con incredulidad. Pero él simplemente mantuvo su posición, pacientemente esperando. La situación comenzaba a volverse ridícula y comenzábamos a atraer atención, cuando terminé por ofrecerle mi mano; y cuando Klaus depositó un beso en la superficie de ésta, entorné los ojos. – Luces hermosa. – halagó.

- Lo sé, gracias. – le contesté con una sonrisa hipócrita, al tiempo que limpiaba el lugar en donde sus labios habían tocado mi piel, contra la tela de mi vestido... de manera obvia para que pudiera notarlo. Pero él simplemente sonrió, divertido.

- ¿Por qué me odias tanto? – rió.

- Tráeme papel y lápiz y te haré una lista. – entonces le dediqué una amplia y falsa sonrisa. Klaus rió y me miró con curiosidad. - ¿Podemos irnos a otro lugar, Stefan? Ya no me gusta esta fiesta. – me quejé y volví a mirarlo de mala gana.

- Será un placer largarnos de aquí. – me contestó Stefan y tras sujetar mi mano, nos encaminó hacia otro lugar. Pero repentinamente Klaus sujetó mi brazo, obligándome así a detenernos. Automáticamente me sacudí y me liberé de su mano, mientras me volvía hacia él furibunda.

- ¡Que pareja tan inusual! – exclamó Klaus, burlándose. – Espero que sepan perdonar mi imprudencia, pero... ¿Es normal que esté sorprendido de verlos juntos, verdad?

- No debería sorprenderte, Klaus. – le contestó Stefan y me sorprendió que lo hiciera, pero lo que más me impresionó fue el tono en el que lo dijo.

- Por favor dime que no pensaste que un poquito de tu compulsión acabaría con nuestra amistad. – dije, y a pesar de que había dicho aquello para burlarme de Klaus... realmente lo creía.

- Me alegra saber que son más que eso. – soltó y a pesar de todo, había sonado genuino.

Hubo un silencio largo, en el que Stefan y yo nos limitamos a mirar más allá de la cabeza de Klaus... ignorándolo un poco. La situación comenzaba a tornarse incómoda y cuando Stefan notó que Klaus no se iría a ningún lugar, dijo:

- Vaya baile de bienvenida, Klaus. – comentó abriendo los ojos en falsa sorpresa.

- He estado planeando el funeral de mi padre por más de mil años. – explicó, con una tenue sonrisa. – Les confieso que nunca planeé que estuviera toda esta gente. – entonces su sonrisa se expandió un poco más mientras miraba a las personas caminar a su alrededor. – Pero seguro que ustedes entienden la idea. – entonces hizo una pausa y me miró. – Por cierto, espero que Mikael no te haya causado muchos problemas... escuché que tuvieron un encuentro. – sonrió.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsWhere stories live. Discover now