82. Mentiras e Ilusiones

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- Elijah, ser humana es un nuevo comienzo. - expuso Rebekah unos días más tarde, con los ojos muy abiertos, luciendo como una chiquilla que le rogaba a su hermano mayor por una paleta. - Puedo envejecer, tener una familia y llenar mis días con significado, sabiendo que cada uno cuenta.

Elijah, sentado junto a su hermana menor, sopesó sus palabras en silencio, sin inmutarse realmente. Niklaus sin embargo, sentado frente a Rebekah estalló en una risotada sarcástica.

- Bueno, al menos fue poético. - Rebekah lo fulminó con la mirada.

- Si puedes proveer una razón más interesante para querer la cura Niklaus, soy todo oídos. - espetó Elijah sin siquiera un atisbo de sonrisa y miró a su hermano expectante.

- Silas puede aparecer como cualquier persona. - recordó rechinando los dientes. - Se metió en mi mente y me hizo creer que estaba muriendo. - cerró el puño que conservaba debajo de la mesa con fuerza. - Va a atormentarme hasta que le dé la cura.

Aparentemente, era un hecho que Silas podía lucir como cualquiera. No como si fuera alguna especie de metamorfo que podía realmente cambiar de forma. Pero era psíquico, y como tal podía meterse en tus pensamientos y hacerte ver lo que él quisiera. Lo que resultaba problemático y lo volvía más peligroso para nosotros. ¿Cómo podíamos defendernos o detener a alguien que podía lucir como cualquiera? ¿Incluso como uno de nuestros amigos?

Y al parecer, también era increíblemente poderoso. Niklaus me había puesto al tanto en los días anteriores; Silas lo había atacado, a él, al híbrido Original, haciéndolo creer que un pedazo de la estaca de roble blanco yacía en su interior. Lo había torturado, haciéndolo creer que estaba muriendo. Y si había logrado aquello con alguien tan poderoso como Klaus... no quería pensar en lo que podría hacernos a los demás.

Comenzaba a arrepentirme de no haberle puesto mayor cuidado a las advertencias de Kol.

- Y en ese proceso romperá el muro que nos separa del Más Allá. - replicó Rebekah y me miró, sabiendo que yo estaba en contra de aquello.

- Para no quedar atrapado ahí cuando muera. - Klaus entornó los ojos, como si aquel detalle fuese muy importante y fuese un crimen que Rebekah lo dejase por fuera. - Quiere reunirse con su alma gemela perdida. - entonces volvió su rostro hacia Elijah, casi con condescendencia. - Creí que tú, entre todos los idiotas enamorados, sabrías apreciar su devoción.

Elijah iba a abrir la boca para contestarle algo a Niklaus pero yo me adelanté.

- No podemos dejar que eso pase. - negué rotundamente. - Silas no debe tumbar el velo. Debemos matarlo antes de que pase.

- Para matarlo hay que curarlo. - objetó Niklaus, infiriendo que apoyaba su postura. Rebekah abrió la boca indignada.

- No puedo creer que tomes su lado. - soltó, genuinamente dolida.

- No estoy tomando lados, Rebekah. - contradije. - Sabes muy bien que quería la cura para ti, para todos ustedes... pero las cosas han cambiado. - miré a Elijah a los ojos. - Sólo hay una dosis de la cura. Silas es una amenaza y es inmortal. Para deshacernos de él tenemos que darle la cura. - Rebekah soltó una exclamación. - Es para lo que fue creada. - solté finalmente, exponiendo mi punto en aquella especie de audiencia que Elijah había orquestado.

- Abrirá las puertas para cualquier ser sobrenatural que haya muerto. - Rebekah miró a Elijah frenética, sabiendo que aquello abogaba a su favor.

- Incluyendo a nuestros hermanos, Kol y Finn. - agregó Nik con una sonrisita en los labios. - Tendremos a nuestra familia de vuelta.

Ese había sido un golpe bajo, sabiendo lo que la familia significaba para Elijah.

- Por favor, - casi escupió Rebekah. - odiabas a Kol y a Finn lo mantuviste en una caja la mayor parte de su vida.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora